Tesh Sidi, primera diputada del Sáhara en el Congreso: "No soy una cuota, de ser saharaui ni se vive ni se come"

Tesh Sidi, primera diputada del Sáhara en el Congreso: "No soy una cuota, de ser saharaui ni se vive ni se come"

La política reivindica su identidad, que lleva impresa literalmente en los dientes, para gobernar con empatía y "ceder espacio" para que los vulnerables tengan voz. Es fan de Freddy Mercury y de los memes.

Tesh Sidi durante el acto de campaña de Sumar para las elecciones generales en Madrid el 13 de julio de 2023B THEVENIN

Tesh Sidi ya es diputada, aunque en el documento que lo acredita no figura ese sobrenombre. Para la Junta Electoral Central es Teslem Andala Ubbi, el nombre que aparecía en la papeleta de Sumar en las elecciones generales del 23J. Pero tampoco se llama así. "Me llamo Teslem Sidi Hamudi", aclara a El HuffPost en una cafetería del centro de Madrid horas después de recoger la credencial. La confusión nominal es solo un detalle en una vida plagada de interrupciones y reinicios.

Nació hace 29 años en el campo de refugiados de Auserd, uno de los cinco que conforman Tinduf, en el inhóspito desierto argelino. Allí sobreviven alrededor de 173.000 saharauis, según ACNUR, después de que Marruecos ocupara buena parte del Sáhara Occidental en 1975, que fue provincia española hasta 1976. La población total de saharauis se sitúa en torno al medio millón de personas repartidas por todo el mundo.

Crecí en unos valores incuestionables e inquebrantables

De su infancia, aparte de la ausencia de luz eléctrica, Sidi rememora cómo transitó por diferentes modos de vida entre Tinduf, Mauritania y las zonas liberadas de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), aquellas que Marruecos no ha ocupado. "Mi abuela era de las que se fueron exiliadas a Mauritania. Era una familia de ganaderos y me crie ahí desde los tres años hasta casi los ocho", narra Sidi. De aquella época, la diputada define su estilo de vida como "primitivo", "sin propiedad privada" y nómada.

A los ocho años volvió a Auserd, donde tuvo que aprender "los números y los colores en árabe". Todo desde cero. Huye de la "romantización" de la situación que le tocó vivir, pero no todo fue negativo, admite: "Crecí en unos valores inquebrantables y con una conciencia férrea de familia… yo lo llamaría generosidad, eso lo he aprendido en mi infancia, una vida comunitaria en la que valoras mucho a las personas por encima de absolutamente todo".

Viajaba a España los meses de verano con el programa de Vacaciones en Paz, en el que familias españolas acogen a los niños saharauis. Y a los 12 años se quedó definitivamente en Alicante con su familia de acogida.

Tocó integrarse de nuevo: "Fue duro, un cambio cultural muy fuerte". Sidi explica que por entonces era una niña "repelente", "sabelotodo", que preguntaba cosas del tipo "¿cómo hacéis para que las paredes estén tan lisas?", "¿cómo se hace una bóveda?" o cómo funcionaba la luz. Bajo esa curiosidad descansaba la necesidad de "llevarse todas esas cosas" a los campos: "Para mi madre".

Puedo reconocer a otros saharauis simplemente mirándoles los dientes

"No creo en la política del todo o nada"

Sidi da por sentado que habrá Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar, y también confía en que Pedro Sánchez reconsiderará la decisión que cambió el posicionamiento de España sobre la resolución del conflicto entre el Sáhara y Marruecos. Por primera vez un Gobierno español inclinó a favor de la solución propuesta por Rabat, que no contempla la independencia del territorio africano del reino alauita.

"Nunca seré una persona del todo o nada. No creo en esa política. Creo en la reconducción, la rectificación", sostiene sobre la decisión de Sánchez con respecto a su país, que espera que en el futuro esté más presente en la actualidad política.

  • —Es la primera saharaui en el Congreso de los Diputados ¿En algún momento te has sentido ‘la saharaui de Sumar’ como si fueses una cuota?
  • —Yo…Yo tengo una concepción… Y aquí me río… [Ríe irónica]

No es la primera vez que le preguntan eso, también se lo han echado en cara desde "el antirracismo y organizaciones civiles saharauis, sobre todo hombres", señala. Rechaza el tema de las cuotas porque las considera "un insulto" a su inteligencia. "No soy una cuota, siempre he dicho que de ser saharaui ni se vive ni se come", espeta Sidi.

También opina que ha conquistado privilegios, que ya "no es una persona vulnerable" y que quizás por sí misma no puede exponer de manera fiel lo que es ser "un refugiado saharaui", pero está dispuesta a dar la batalla abriendo el espacio para ello: "Puedo poner empatía a la política teniendo claro que a quien represento le tengo que ceder el espacio para que hable. He ganado derechos y tengo que dar lugar a que los gane más gente".

En esa línea, también critica la óptica que a veces "ideologiza la izquierda" por la que parece que hay que "ser pobre" para alinearse con las corrientes políticas progresistas. "Soy de izquierdas por mis circunstancias personales, mi perspectiva moral y porque lucho para que todo el mundo tenga lo mismo que yo o me supere, ojalá", comenta Sidi, y zanja: "Ser pobre no es de izquierdas".

Sidi considera que, en lo referente a las "cuotas", esa visión obedece a una lectura "colonial": "No me avergüenza ser la 'saharaui de Sumar'. Son mis apellidos. Está en mí que no me afecte ni me destruya y demostrar que yo soy mucho más que esa 'cuota', porque te puedo asegurar que no te da de comer".

"Fracasar me vino muy bien para saber que la vida no es ser la mejor"

A partir del 17 de agosto Sidi tendrá que ocupar su escaño y no podrá seguir trabajando como ingeniera informática para el Banco Santander, empleo que ha mantenido hasta ahora. Sin embargo, esa ingeniería y el Big Data no fueron "ni la primera, ni la segunda, ni la tercera opción" en la que ella pretendía trabajar.

Quería ser médico, dentista o abogada. La segunda opción obedece, además, a una característica física propia de los quienes se criaron en los campos de Tinduf en los 90. Las manchas marrones que la diputada lleva en sus dientes no son ni por el café, ni por el tabaco, ni nada que se le parezca: es fluorosis, una alteración del esmalte en los dientes producida por el exceso de flúor de los pozos de agua de Auserd para hacer el agua potable. 

Sidi afirma que ahora que más de una vez la han animado "a ponerse carillas" para eliminar las manchas, pero prefiere mantenerlas como sus "heridas de guerra". También lleva la identidad en sus dientes.

Nunca pudo llegar a estudiar medicina ni odontología, algo que sintió como un auténtico "fracaso", pero que le vino bien después: "Hay que llamarlo así para que se nos meta bien en la cabeza y aprendamos a fracasar. Me vino muy bien para saber que la vida no es ser la mejor".

Sidi buscaba ser parte de la "élite", un sentimiento que se correspondía con una "responsabilidad muy grande" por haber sido capaz de "salir" de los campos de Tinduf y quedarse en España. La actual diputada acabó por huir de esas aspiraciones y, tras varias idas y venidas, decidió matricularse en ingeniería informática.

Los datos son la empatía

Ahí se reencontró con los valores que había aprendido en Auserd: "La informática es cooperativa, somos gente que vive y trabaja para los demás. Nuestra mayor aspiración es arreglar un código, es un entorno de trabajo muy comunitario y ahí me volví a encontrar con los valores que a me identifican".

Al principio no se "enteraba de nada" y el primer año de carrera suspendió muchas asignaturas, pero afirma que ya no tenía miedo a "fracasar": "Me había pasado ya dos veces. Primero cuando me fui de Mauritania a los campos y después cuando llegué a España, con la informática me sumergí de golpe en lenguajes computacionales, hexadecimal...".

Ahora aspira a utilizar los datos para "mejorar la vida de la gente": "Es hacer política con empatía, los datos son la empatía". Pone un ejemplo de cómo puede actuar con ellos: "Si yo tengo los datos de qué colectivos son los más vulnerables puedo medir cuántas partidas presupuestarias tengo que dedicar a cada barrio de Madrid. Son políticas más segmentadas, específicas para cada colectivo". La próxima legislatura debe orbitar, defiende Sidi, en tres ejes: "Derechos Humanos, digitalización y transformación verde y feminista".

Redes sociales, Freddy Mercury y memes, muchos memes

En las redes sociales deja bien claro que "los memes le dan la vida", como reza su biografía de Twitter. "Una idea que no se pueda expresar con un sticker no debería existir", bromea, y añade que le gustaría que "hubiera identidades reales detrás de las redes sociales". 

Critica la tendencia al linchamiento que se produce contra personajes por sus ideas o comentarios, y lanza una pregunta: "¿Somos mejores por hacer eso?". Se niega a "mimetizarse" de esa manera y prefiere mantener un perfil propio en sus redes, compartir cosas de quienes "no están de acuerdo" con ella, temas "sobre África" y defender el buen humor: "El humor es inteligencia".

Si pudiera volver a nacer, Sidi lo haría en el concierto de Freddy Mercury del 13 de julio de 1985 en el marco del Live Aid. Confiesa que siempre ha tenido una "fantasía" con personajes como Mercury, con "los frikis que se vuelven famosos", los "marginados que al final tienen éxito", y cree que su identidad y bagaje pasan un poco por esos derroteros.

Tesh Sidi llega al Congreso de los Diputados después de un proceso rocambolesco también con las fechas, que en su vida presentan coincidencias. Su cumpleaños, el 30 de mayo, coincide con el de su madre y el de su hermano mellizo, y al mismo tiempo también con la publicación en el BOE de la convocatoria de elecciones para el 23J. Y por las fechas también se quedó fuera de las listas de Más Madrid el 28M.

El 17 de agosto será la próxima jornada señalada, cuando la primera diputada saharaui se siente en un escaño, aunque sea Tesh Sidi representada por Teslem Almada Ubbi y esta en nombre de Teslem Sidi Hamudi.