Tras los pasos de Camilo José Cela en La Alcarria

Tras los pasos de Camilo José Cela en La Alcarria

Contaba Camilo José Cela que La Alcarria era ese "hermoso país al que a la gente no le da la gana de ir". Hoy, cuando se cumplen 15 años de la muerte Premio Nobel y siete décadas después del viaje que relató en su novela Viaje a La Alcarria (1948), la comarca recurre al escritor como vehículo para darse a conocer a nivel internacional. El encanto de La Alcarria, situada en la provincia de Guadalajara, no reside en monumentos o museos. Así lo relataba Cela en sus páginas, que siguen siendo un testimonio imprescindible sobre el estilo de vida de los alcarreños, sus costumbres y su gastronomía.

Todas las impresiones del mediático escritor sobre la comarca, así como sus recuerdos y anécdotas, tienen su espacio en el Museo del Viaje a La Alcarria, ubicado en el Castillo de Torija y que se volvió a inaugurar tras su remodelación el pasado mes de septiembre. El espacio, puesto en marcha por Jesús Campoamor, Paco Marquina y Manuel Leguineche, alberga otras pequeñas joyas como una de las primeras ediciones del Cantar del Mio Cid o una planta dedicada a la arquitectura negra, característica de la zona debido a la utilización de pizarra. Este espacio tiene el honor de ser el primero dedicado exclusivamente a un libro.

Sin embargo, más que entre las paredes de un museo, La Alcarria que intentó plasmar Camilo José Cela está en sus calles y en sus gentes, y a pesar de que sesenta años después las cosas han cambiado, todavía se contemplan escenas que parecen congeladas en el tiempo. Buena muestra de ello es el Parque de las Heras, situado en la localidad de Brihuega y que los vecinos del pueblo utilizan como su salón particular. No es difícil verlos conversando o jugando a las cartas, resguardados del sol bajo la sombra de los árboles que pueblan la plaza.

CAMPOS DE LAVANDA EN EL 'JARDÍN DE LA ALCARRIA'

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Esta pequeña localidad alcarreña esconde tesoros como la Fábrica de Paños, un edificio neoclásico del siglo XVII que actualmente se encuentra a la espera de un proyecto para su recuperación. Parte de su encanto reside en sus jardines de estilo francés y que cada día son cuidados por un grupo de operarios que busca devolver a su esplendor este balcón al valle del Tajuña.

No es de extrañar que a lo largo de Viaje a La Alcarria, Cela dedicase varias páginas a Brihuega, más conocida como El jardín de La Alcarria. Algunas de las líneas más reveladoras son las que se refieren a la Fuente Blanquina, una fuente de doce caños cuya leyenda cuenta que si las mujeres beben agua a través de todos los caños encontrarán pareja en un año. Pero no todas las historias que envuelven a esta fuente son felices. "Más bonita era antes de la aviación", escribía Cela en su novela. Durante la Guerra Civil vivió un atroz bombardeo por parte del ejército italiano, que acabó con la vida de todas las mujeres que se encontraban lavando la ropa en ese momento.

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En la actualidad, desde el ayuntamiento buscan recordar la historia de la localidad en el Museo Histórico de Brihuega, un proyecto para que briocenses y visitantes estén en contacto con el pasado y, a su vez, disfruten de exposiciones temporales. Una historia que siempre ha estado rodeada por el persistente aroma a lavanda que brota de los campos que rodean la localidad y dan lugar a la miel de lavanda típica de Brihuega. Una especialidad dentro del amplio espectro de mieles de La Alcarria, que son seña de identidad de la zona.

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Cifuentes ve nacer al río que le da nombre y también el hogar de una de las figuras más intrigantes de la Historia de España: la princesa de Éboli. Entre sus calles se encuentran rarezas como el castillo de Don Juan Manuel y la única plaza triangular de España. Pasear por sus silenciosos rincones supone retroceder en el tiempo y todavía se aprecian resquicios de una vida sin internet, tecnología y redes sociales. Tras las ventanas de algunas casas se ven juegos de mesa o máquinas de escribir que son testimonio de que muchos de sus habitantes todavía no han sucumbido a un estilo de vida marcado por las prisas y el estrés. Un resquicio de La Alcarria que describía Camilo José Cela en su novela.

Al mediodía los amigos entran en Cifuentes, un pueblo hermoso, alegre, con mucha agua, con mujeres de ojos negros y profundos, con comercios bien surtidos que venden camas niqueladas, juegos de licorera y seis copas con bandeja de espejo, y cromos saludables, gozosos, de cien colores, que representan La Sagrada Cena o un molino del Tirol rodeado de altas cumbres nevadas (Viaje a La Alcarria)"

El río Cifuentes ofrece un espectáculo natural en su desembocadura en Trillo. Caminar por este pueblo sin escuchar la fuerza con la que el agua cae en cascada es prácticamente imposible y recuerda a visitantes y vecinos que es uno de los pilares y atractivos de la localidad. Entorno al agua gira mucha de la actividad de Trillo donde se alza el balneario de Carlos III o el actual Museo de la Energía 'Prometeion', situado en la Casa de los Molinos —una construcción del Siglo XIII— y que fue central eléctrica hasta los años sesenta.

El pasado sigue muy presente en este pueblo conocido como el Oasis de La Alcarria, donde el puente sobre el río Tajo presume de ser uno de los más antiguos de la zona. A punto estuvo de venirse abajo en 1936, cuando durante la Guerra Civil se colocaron explosivos en sus pilares para destruirlo. Sin embargo, una mano inocente retiró las cargas durante la noche evitando la desgracia.

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GASTRONOMÍA Y DEVOCIÓN

Además de tradición y literatura, La Alcarria ofrece un marco incomparable para degustar la gastronomía de la zona. Buena muestra de ello es el Monasterio de Monsalud, donde la oración de los monjes del Císter ha dado paso a la celebración de eventos y a las catas de vino en las cuevas y excavaciones que rodean el edificio. Los que se acerquen a visitarlo podrán degustar un Valdevegón, vino que hacen los monjes de San Pedro Cardeña (Burgos), y que es el único vino que produce la Orden del Císter en la actualidad.

Tradición y modernidad se dan la mano en el Cenador de las monjas. Ubicado en una de las dependencias del Convento de San José de Pastrana, se ha convertido en una parada fija para los paladares que buscan vanguardia y buen producto. Pero esta localidad de apenas 1.000 habitantes no atrae visitas únicamente por su gastronomía. Ya en el siglo XVI Santa Teresa de Jesús acudió a Pastrana para fundar varios conventos.

Devoción, pero también diversión. El Festival Ducal, que se celebra durante el mes de julio, se ha convertido en una cita fundamental del verano alcarreño, ya que por unos días la localidad vuelve al pasado y los personajes ilustres de la zona vuelven a pasear por sus calles. Una de las más recordadas es la ya citada Princesa de Éboli, que permaneció siete años encerrada en sus aposentos del Palacio Ducal, que han sido reformados recientemente en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares. Se sitúa en la Plaza de la Hora, epicentro de la localidad y lugar en el que pernoctó Camilo José Cela durante su estancia en el pueblo y al que dedicó unas líneas en Viaje a La Alcarria.

Por la plaza de la Hora se pone el Sol. Enlutada una señora vela al señor suena triste una campana con suave amor (Viaje a La Alcarria)"

Esta localidad ofrece atractivos para todo tipo de visitantes. Los amantes del arte encontrarán un tesoro dentro de la Iglesia de la Colegiata, más concretamente en el Museo Parroquial, un espacio pequeño pero con una densa colección. Las piezas más valiosas son una serie de tapices góticos de la época de Alfonso V de Portugal que tienen más de 400 años de antigüedad.

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Gastronomía, historia, tradición... La Alcarria tiene todas las claves para convertirse en un destino turístico de referencia dentro de la geografía española. Un lugar perfecto para alejarse del trepidante ritmo de vida en el que vivimos, donde todavía se pueden ver escenas que parecen haber permanecido congeladas desde que el escritor pasease por primera por vez sus calles. Un lugar al que, como diría Cela, va siendo hora de que a la gente le da la gana de ir.

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