Qué pasaría si los seres humanos desaparecieran de la Tierra

Qué pasaría si los seres humanos desaparecieran de la Tierra

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¿Qué pasaría si, de la noche a la mañana, la humanidad desapareciese de la faz de la Tierra? ¿Durante cuánto tiempo permanecerían nuestras obras y nuestra influencia sobre el medio ambiente? ¿Podría arreglárselas el mundo sin nosotros? ¿Cómo cambiarían el entorno, las ciudades, los animales y el clima? ¿Podría la naturaleza recuperarse de las agresiones cometidas por el hombre?

Para dar respuesta a estas preguntas existen múltiples documentales a nuestra disposición. Los científicos Mitchell Moffit y Greg Brown explican paso a paso qué sería de la Tierra sin nosotros habitándola en el canal de YouTube AsapSCIENCE. También se puede ver el vídeo Last Days on Earth The End of The World en los canales History y National Geographic o el documental La Tierra sin Humanos de History Channel, que irónicamente no mira hacia el pasado sino hacia el futuro.

También expone una teoría el libro El mundo sin nosotros, de Alan Weisman, profesor de periodismo científico de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y reputado escritor de ensayos científicos en la revista Discover o en The New York Times. Este especialista decidió consultar con decenas de expertos en ecología, biología de la extinción e ingenieros, y agrupar todas las respuestas en su obra. El libro ofrece una valiosa herramienta para reflexionar sobre el importante papel que toca el ser humano en el concierto de la Naturaleza y sobre qué debe hacer para dejar un digno legado en la Tierra.

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Así transcurrirían los hechos (y las horas) si TODOS los hombres desapareciesen de la tierra, según la teoría de Alan Weisman.

24-48 HORAS. Sin iluminación en carreteras, calles y ciudades, la contaminación lumínica se acabaría.

DOS DÍAS. Sólo 48 horas después de la desaparición de la Humanidad, los subterráneos de las grandes ciudades del mundo se inundan irremediablemente debido a la interrupción de los sistemas de bombeo de agua.

SIETE DÍAS. La mayoría de las centrales eléctricas tienen sistemas de seguridad que cortan el funcionamiento si detectan que no existe mantenimiento. Así, las centrales térmicas serían las primeras en pararse. En cuanto a las hidroeléctricas, las ramas y desperdicios que recibe una presa podrían obstaculizar la salida de agua y la producción eléctrica. Los aerogeneradores eólicos seguirían funcionando hasta que se quedaran sin lubricante y los paneles solares se volverían inútiles al cubrirse de polvo. Las centrales nucleares entrarían en modo seguro, pero como lo último en dejar de funcionar dentro de su sistema nervioso es el circuito de agua que refrigera el reactor, sin agua que lo enfríe el reactor se fundiría liberando su contenido radiactivo a la atmósfera.

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DIEZ DÍAS. Las primeras víctimas son muy familiares: vacas, toros, bueyes, cerdos, gallinas, cabras, ovejas. Después de 10 días, las mascotas encerradas en las casas de sus amos morirían de hambre o de deshidratación. Mil millones de pollos y millones de vacas y otros animales de granja fallecerían producto de la falta de alimentación. Aquellos que logren liberarse se enfrentarán en una lucha sin cuartel por la supervivencia.

TRES MESES. La polución atmosférica (nitrógeno y óxidos de azufre) se va reduciendo.

UN AÑO. Los animales comienzan a regresar lentamente a las inmediaciones de las centrales nucleares incendiadas o derretidas, a medida que desciende la radiación. Los satélites artificiales comienzan a precipitarse sobre la Tierra. El pavimento de las calles se llena de grietas. De ellas emergen plantas y musgos y, tras unos cuantos años, árboles. La falta de riego pondría difícil las cosas a algunos árboles y abriría el camino a otros, como el olmo siberiano, capaz de nacer entre las grietas de los adoquines y en los muros. El ailanto y otras especies arbóreas se expandirán sin necesidad de jardineros.

TRES-DIEZ AÑOS. Por falta de calor, revientan las tuberías de las ciudades de las regiones más frías. Los escapes de gas provocan incendios que sólo podrán apagarse con las lluvias. Los edificios comienzan a crujir: aparecen grietas y las estructuras se vuelven inestables. El proceso destructivo empieza en los techos. Los edificios de los grandes museos puede que duren un poco más, quizá dos siglos, aunque inevitablemente el agua, la humedad y las materias orgánicas son un caldo perfecto para la explosión de las bacterias. Sin las personas que se encargan de su cuidado las obras de arte acaban por desaparecer.

100 AÑOS. Con la desaparición del tráfico de marfil, el medio millón de elefantes sobrevivientes un siglo atrás se ha multiplicado por veinte. Las especies en peligro de extinción mejorarán su población. Un animal doméstico, el gato doméstico, se convertirá en una amenaza para los pequeños depredadores como mapaches y comadrejas.

300-500 AÑOS. Los puentes colgantes y algunas de las grandes obras arquitectónicas terminan por derrumbarse. Las paredes de numerosos diques ya no resisten la falta de mantenimiento y las fugas de agua inundan las ciudades cercanas. La arqueología de las ruinas mayas puede ofrecernos una pista del aspecto que tendrían Madrid o Nueva York con el paso de los siglos

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Las ruinas mayas de Yucatán, en México.

500-1.000 AÑOS. Los corales se regeneran. El océano del futuro, según Jackson, es un lugar de aguas pobres en oxígeno, ricas en bacterias y medusas por culpa de los fertilizantes que ahora recibe. Sin seres humanos, los mares dejarían de ser las cloacas del mundo. La mayoría de los grandes depredadores marinos —ahora en declive— se recuperarían. El mar tardaría unos mil años en absorber el 80% de todo el exceso de carbono que hemos echado a la atmósfera durante la época industrial. Aunque recuperar íntegramente la atmósfera que respirábamos antes de empezar a quemar carbón —o, en otras palabras, absorber el 20% restante— llevaría unos 300.000 años.

10.000-15.000 AÑOS. Los muros de las grandes metrópolis sucumben finalmente ante el avance de los glaciares. Las únicas estructuras que perduran relativamente intactas en el mundo son las subtérraneas; por ejemplo, el túnel del Canal de la Mancha. El único testimonio de que hubo humanos serán los restos de algunas construcciones de piedra, como las pirámides de Egipto y la Gran Muralla China. El Monumento Nacional del Monte Rushmore (EEUU) permanecerá intacto por varios cientos de miles de años.

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El monte Rushmore.

35.000 AÑOS. Los residuos de plomo exhalados por los tubos de escape de los coches que contaminaron el ambiente durante la época en que los humanos aún caminaban sobre la Tierra, por fin pudieron ser absorbidos y degradados por la Naturaleza. Para otros compuestos, como el cadmio, habrá que esperar otros 75.000 años.

100.000 AÑOS. Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera regresan a los valores existentes antes de la desaparición de la Humanidad (aunque esto tal vez podría tomar un poco más de tiempo).

250.000 AÑOS. Los niveles de radiación de plutonio contenidos en las bombas nucleares (cuyas carcasas han desaparecido por la corrosión muchos, muchos milenios antes) son absorbidos finalmente por el suelo y ya no representan una amenaza.

DOS MILLONES DE AÑOS. Para esta época, es posible que ciertos microbios hayan evolucionado lo suficiente como para degradar los productos plásticos y alimentarse de ellos. Plásticos y PVC son los materiales hechos por humanos que podrían aguantar prácticamente intactos hasta que aparezcan microbios capaces de digerirlos. El bronce y el vidrio habrían perdurado también.

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7,2 MILLONES DE AÑOS. Muchos químicos tóxicos producidos por los seres humanos (PCB, dioxinas, etc.) todavía conservan su poder mortal.

3.000 MILLONES DE AÑOS. La vida persiste sobre la Tierra, aunque de formas que ni siquiera somos capaces de imaginar.

TODA LA ETERNIDAD. Los fragmentos de las comunicaciones de radio y televisión transmitidas por la Humanidad durante su breve paso por el planeta Tierra continúan viajando a través del espacio como única huella de nuestra remota existencia.

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