Hambre de justicia

Hambre de justicia

Laurentino, Alberto, Carlos y Marcos han estado 23 días en huelga de hambre colectiva. Anoche, 27 de noviembre, abandonaron los cuatro que resistían. Sus voluntades deseaban proseguir pero sus cuerpos estaban cerca de lugares de donde no se vuelve sin secuelas y amigos, familiares y médicos recomendaron parar.

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Cuando alguien te agrede tienes varias opciones: Contraatacar. Confiar en la justicia. Ignorar, comprender o perdonar. Visibilizar la injusticia.

Cuando la justicia te ignora, perdonar es imposible y no puedes o no quieres agredir a tu verdugo, puedes optar por la drástica autolesión: torturarte para que el mundo sepa de tu caso, transformar el dolor elegido en símbolo del dolor impuesto.

Ardiendo a lo bonzo, como algunos tibetanos contra la ocupación inmisericorde china o Mohamed Bouazizi, el primer mártir de las protestas árabes en Túnez.

Matándote de hambre como Roberto López Chávez en Cuba. Utilizando la huelga de hambre para acercarte más o menos a la muerte y reclamar así la atención política y mediática, como Sean McKenna en Irlanda, Patricia Troncoso en Chile, Mahatma Gandhi en India o Amadeu Casellas y De Juana Chaos en España.

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"No existe la sociedad. Existen los individuos", afirmó Margaret Thatcher en 1987. Y llegaron los recortes sociales y el desguace y las privatizaciones de lo público en Inglaterra. Aquí todo es más rupestre, menos conceptual: la culpa es de la crisis, del gobierno anterior, de Madrid (dicen en Barcelona) o de Bruselas y Berlín (aseguran en Madrid).

Laurentino, Alberto, Carlos y Marcos han estado 23 días en huelga de hambre colectiva. "Marcos no es importante, su caso sí; hoy es él, pero con estas leyes mañana puede ser cualquiera". Protestan contra el despido de Marcos al amparo de la reforma laboral que permitió a Telefónica rescindir su contrato por acumular un 20% del tiempo durante cuatro meses en bajas médicas.

"No eres rentable", le explicaron. Por tener una hernia discal y ser incapaz de producir durante ocho horas frente a un ordenador. Por sufrir una enfermedad crónica. Porque el mercado manda, tú obedeces y, si no produces, a la calle con todas las de la ley, concretamente con el artículo 52 letra D del Estatuto de los trabajadores.

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Seis personas empezaron la huelga de hambre colectiva. Anoche, 27 de noviembre, abandonaron los cuatro que resistían. Sus voluntades deseaban proseguir pero sus cuerpos estaban cerca de lugares de donde no se vuelve sin secuelas y amigos, familiares y médicos recomendaron parar. La readmisión de Marcos sigue pendiente, pero algunos partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales pretenden mediar en el caso.

Mientras tanto, Telefónica no responde las llamadas relacionadas con este caso.

Desde 1996 la plantilla directa se ha recortado de 75.000 a 23.000 personas aproximadamente. Empresas subcontratadas y autónomos rellenaron los huecos con mano de obra más barata y condiciones laborales más precarias.

Durante el primer trimestre de 2012 sus beneficios netos fueron de 748 millones de euros.

En julio de este año pretendía renovar el contrato de Iñaki Urdangarín por 1,5 millones de euros al año, más de 1,2 millones en dietas y un colchón de 4,5 millones en caso de despido.

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"Por hambre yo entiendo esa falta espantosa de todo el ser, ese vacío atenazador, esa aspiración no tanto a la utópica plenitud como a la simple realidad: allí donde no hay nada, imploro que exista algo", escribía Amélie Nothomb en 'Biografía del hambre'. Laurentino, Alberto, Carlos y Marcos lo saben bien. Y me temo que no son los únicos...