El último que apague la luz

El último que apague la luz

El interruptor que cortará la energía a la fábrica de diarios en papel será el que dará por liquidado el modelo de periódico que hemos conocido hasta ahora y que los actuales tiempos tecnológicos están arrinconando y expulsando del mercado. Apagar la luz primero, pero luego buscar dónde encender de nuevo las luces del oficio.

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¿Qué luz? ¿Quién debe dar al interruptor? ¿Cuándo deberá apagarse? Esas preguntas son hijas directas de la retórica literaria. Quise escribir un libro en defensa de una actitud drástica de los periodistas ante el cambio de época en que nos encontramos y protagonizamos y se me ocurrió buscar una frase contundente, que transmitiera la idea de pasar página de una vez para ponerse enseguida manos a la obra en una nueva etapa de nuestra historia, la futura historia del periodismo y de los periodistas. Así salió el título del libro.

La luz que habrá que apagar es la de un imaginario taller de impresión de periódicos, donde la rotativa imprime el último periódico en papel. Pero sobre todo, el interruptor que cortará la energía a la fábrica de diarios en papel será el que dará por liquidado el modelo de periódico que hemos conocido hasta ahora y que los actuales tiempos tecnológicos están arrinconando y expulsando del mercado. Pronto no habrá ni un solo periódico que cuadre sus cuentas con la impresión, distribución y venta en papel de los ejemplares a los lectores y de los espacios publicitarios a los anunciantes.

Apagar la luz primero, pero luego buscar dónde encender de nuevo las luces del oficio. Esa es otra licencia literaria o metáfora, quizás más adecuada. A fin de cuentas el periodismo y todos nosotros somos hijos de las luces, el siglo de la razón en el que se fraguaron los principales conceptos que iluminan las tareas de informar y opinar en libertad y con independencia. La libertad de conciencia, de pensamiento, de expresión y reunión, la libertad de prensa más en concreto, todo esto es el legado de las luces. Estas luces no debemos permitir que se apaguen.

La idea del libro es que un mundo termina y empieza otro. La frase hecha surgió al parecer en Uruguay en plena crisis en los años 60, cuando todo el mundo emigraba a Argentina: "El último que apague la luz". De ahí que también pensé en titularlo La gran migración, para expresar la idea de que los viejos periodistas debemos darnos prisa para trasladarnos desde el viejo continente analógico hasta el nuevo mundo digital, al igual que hicieron centenares de miles de europeos desde el siglo XIX hacia América; como han hecho los judíos de todo el mundo en el último siglo hacia Palestina primero, luego Israel; o como los negros desde el delta del Mississipi hacia los grandes lagos y sobre el área de Chicago.

Descárgate Periodistas y Blogueros, el capítulo 2 de El último que apague la luz.

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