Revelan que el consumo de esta ave no era exclusivo de las clases romanas adineradas
Lo descubrieron a través de unos restos óseos encontrados en una antigua letrina.

Los zorzales, considerados durante siglos como un manjar reservado a los banquetes de la aristocracia romana, también formaban parte de la dieta de los ciudadanos comunes. Así lo revela un estudio publicado en la revista International Journal of Osteoarchaeology, que analiza restos óseos encontrados en una antigua letrina de la ciudad romana de Pollentia, en la isla de Mallorca.
La investigación, liderada por el arqueólogo Alejandro Valenzuela (UIB-CSIC), identificó hasta 165 huesos de zorzal común (Turdus philomelos) en un pozo negro conectado a una taberna del siglo I a.C. El hallazgo, junto a restos de cerdo, conchas y peces, sugiere que este tipo de ave era consumida también por las clases populares, en contextos más humildes y cotidianos.
“El pozo estaba vinculado a un local con ánforas empotradas en el mostrador, al estilo de Pompeya. Muy seguramente vendían zorzales listos para comer: una especie de ‘comida rápida’ romana”, afirma Valenzuela. El estudio contradice así las referencias clásicas de autores como Apicio o Plinio el Viejo, que describían el consumo de zorzales como un lujo reservado a las élites, criados en granjas y alimentados con higos.
Fritos y listos para llevar
El análisis de los huesos ofrece detalles sobre la preparación del ave. Muchos esternones y huesos del pecho estaban intencionadamente fracturados, lo que concuerda con técnicas culinarias mediterráneas que consisten en aplastar el ave antes de freírla. No se hallaron marcas de corte o quemaduras, lo que descarta el asado y refuerza la hipótesis de una fritura rápida, ideal para el consumo inmediato.
Además, la ausencia de fémures e húmeros sugiere que los zorzales se cocinaban enteros, sin despiezar. La abundancia de estas aves migratorias en invierno hacía que fueran un recurso accesible para los sectores populares, a diferencia de las clases altas, que las disfrutaban durante todo el año, criadas en cautividad.
Más que un banquete aristocrático
Este hallazgo cambia la perspectiva sobre los hábitos alimentarios en Roma. Aunque es bien sabido que las clases bajas frecuentaban locales como tabernae, cauponae o popinae para alimentarse, se pensaba que ciertas delicadezas, como el zorzal, estaban fuera de su alcance.
En definitiva, los zorzales además de ser protagonistas de los lujosos banquetes, también estaban presentes en los humildes mostradores de las tabernas del Imperio. “La presencia de estos pájaros en contextos no elitistas sugiere un consumo más generalizado, vinculado a la economía urbana y a los recursos estacionales”, concluye el estudio.