Entrevista al director John Landis: "Muchas películas de los 70 y 80 hoy no se podrían hacer"

Entrevista al director John Landis: "Muchas películas de los 70 y 80 hoy no se podrían hacer"

RAFA GARCÍA DE LA MATA

John Landis tiene aspecto de caballero inglés, alto y distinguido. Parece tener también la compostura durante las presentaciones, pero la pierde rápidamente en cuando empieza a hablar de lo que más le gusta: el cine. El famoso director de Un hombre lobo americano en Londres o Entre pillos anda el juego ha visitado Madrid como invitado de honor de Nocturna, el festival de cine fantástico y de terror de Madrid.

Lo curioso es que Landis no ha rodado mucho terror. David Cronenberg dijo una vez de él que era un director de género, pero que no estaba claro de cuál. "Sólo he dirigido dos o tres películas de miedo. He hecho comedia de éxito (Desmadre a la americana), he hecho vídeos musicales (Thriller, de Michael Jackson)... No tengo preferencia por ningún género. De hecho, me ofendería que me encasillasen", asegura.

Landis considera que a los directores se les suele encasillar desde las productoras para ganar más dinero. "Algunos realizadores incluso fomentan ponerse esas etiquetas y las explotan: John Carpenter hace pelis de terror; Guillermo del Toro, de fantasía; Hitchcock era el maestro del suspense, casi como una marca. Pero yo quiero hacer de todo. Todos los géneros se pueden reinventar, es cuestión de cambiar la perspectiva", sostiene mientras se toma un café muy caliente que no casa bien con el tiempo primaveral.

Suena el teléfono: es su esposa, Deborah Nadoolman, que visita el Museo del Traje junto al diseñador Paco Delgado. Landis presume de ella, famosa diseñadora de vestuario (de personajes tan icónicos como Indiana Jones y de todas las películas de su marido, entre ellas los memorables Blues Brothers) y nominada al Oscar por El príncipe de Zamunda. "También es conocida como historiadora de la moda, ha escrito varios libros", apunta orgulloso.

EL HOMBRE LOBO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

Landis también figura en los anales del celuloide, pero por otra innovación: el director estadounidense revolucionó el maquillaje de cine con Un hombre lobo americano en Londres, la primera ganadora en esa categoría en los premios de la Academia. Han pasado 35 años y el realizador admite que ahora utilizaría una combinación de efectos tradicionales (o prácticos) y digitales.

"Es una gilipollez que se debata sobre cuáles son mejores. Una de las razones por las que todos los efectos de mi película eran prácticos es porque no había otra forma de hacerlos. No existía el CGI (siglas de Computer Generated Image o imagen generada por ordenador), que me parece alucinante, cada vez mejor. Pero es verdad que estoy harto de verlo, se abusa de él porque es un nuevo juguete", opina.

"Si ves las películas de cuando se inventó el zoom, a principios de los 60... ¡te lo metían todo el rato! Con la steadicam (estabilizador de cámara) pasó igual. Un hombre lobo americano en Londres fue la segunda o tercera peli en usarla; cuando vi cómo quedaba, pensé: 'Ahí tienes un cliché instantáneo'. Era tan efectiva que sabía que volveríamos a verla una y otra vez. Y así fue. Pero es como todo: cuando se usa bien, es magnífica", asegura.

El director, que emplea pocos efectos digitales incluso ahora, cree que es irónico que se exploten tanto, ya que los tradicionales "son casi siempre más baratos, si sabes lo que haces". "El CGI es muy caro y lo más irónico es que requiere mucho más curro, más gente trabajando más horas. Por eso los créditos de sus películas son tan largos, pasan miles de nombres", explica.

UNA CARRERA TRUNCADA

Landis es una leyenda viva. En los 80 dirigió algunas de las películas más influyentes y exitosas de la década, pero un accidente durante el rodaje de En los límites de la realidad, en el que murieron el actor principal y dos niños contratados de forma ilegal tras el desplome de un helicóptero sobre el plató, cambió su carrera para siempre.

Aunque salió absuelto de toda responsabilidad legal en los tribunales, desde entonces ha tenido problemas para encontrar financiación para sus proyectos, y se dedica a asistir por todo el mundo a homenajes como el del festival de terror Nocturna, en Madrid, o como la reciente publicación del libro John Landis: un hombre lobo en Hollywood, del español Gerardo Santos Bocero, que hace un repaso a su carrera y a su contribución al cine.

En los 80 dirigió algunas de las películas más influyentes y exitosas de la década, pero un accidente durante el rodaje de En los límites de la realidad cambió su carrera para siempre.

El realizador ha tenido una influencia tremenda en el género de la comedia y la fantasía (lo reconocen Stanley Kubrick, Guillermo del Toro, Sam Raimi, Robert Rodriguez, John Wright y Mick Garris), pero también ha bebido de algunos de los grandes. Entre ellos, Ray Harryhausen, Alfred Hitchcock y hasta un filme español, El discreto encanto de la burguesía, de Luis Buñuel.

CONTRA EL HOLLYWOOD DE HOY EN DÍA

Landis tiene problemas para citar una película actual que le haya gustado. La última que vio y que le impactó fue un clásico: El mago de Oz, que define como "la mejor película de fantasía que jamás se ha hecho". Considera que actualmente los filmes independientes son los mejores porque van a su aire, y que la mayoría de lo que se produce en Hollywood es "una mierda".

"Todo ha cambiado en la industria en las dos últimas décadas, sobre todo la dimensión económica. Las productoras están consolidadas como grandes empresas. China es el mercado más grande. Se van a seguir haciendo cintas de superhéroes, de Star Wars y todas estas sagas, hasta que el público se harte", considera.

La mayoría de las películas de Hollywood son una mierda"

El director se encuentra perplejo ante los "desquiciados" costes publicitarios en el cine. "Las películas están vendidas antes de rodarse, por eso se hacen tantos remakes, porque los personajes ya son conocidos y la mitad del marketing está hecho", explica Landis, cuyo hombre lobo tiene pendiente una secuela anunciada en 2009. "También es común rodar películas como las de terror de la productora Blumhouse (Paranormal Activity, Insidious), que no cuestan nada, tres o cuatro millones de dólares (entre 2,6 y 4,4 millones de euros). Pero luego, para lanzarlas, se gastan 35 o 50 millones", explica.

Las películas están vendidas antes de rodarse, por eso se hacen tantos remakes, porque los personajes ya son conocidos y la mitad del marketing está hecho.

Landis recuerda los 70 y los 80 como "una época peculiar en la que los directores eran muy respetados y les dejaban hacer su trabajo", lo que dio a luz autores como Robert Altman, Paul Mazursky, Hal Ashby o Alan Pakula. "Muchas de las películas que se hicieron entonces, más de la mitad de las mías, no se podrían hacer ahora. No te darían el dinero. Pero no es maldad, es la evolución natural", sostiene.

El realizador cree que ahora es más fácil que nunca rodar una película pero es más difícil que nunca estrenarla en cine. "Y ahora con el streaming, Internet, el pirateo, que da mucho miedo, el tema cambia constantemente", plantea.

UN ESPECIAL DE THRILLER

Y en ese panorama cambiante, ¿qué le espera a Landis? En 2010 estrenó su última cinta, Burke and Hare, una historia de humor negro basada en hechos reales sucedidos en Edimburgo en el siglo XIX sobre dos ladrones de tumbas interpretados por Simon Pegg (Zombies Party, Star Trek) y Andy Serkis (Gollum en El Señor de los Anillos), y con cameos de famosos como Tim Curry, su adorado Ray Harryhausen y el fallecido Christopher Lee.

Landis sólo habla de un proyecto de futuro, algo especial que está haciendo con Thriller, el videoclip que rodó en 1983 con Michael Jackson y que se convirtió en el más exitoso de la historia.

"Por fin me han dejado escanear el negativo original, porque todas las copias que hay por ahí son una mierda, internegativos de internegativos. Y lo hemos convertido a formato 3D. Me solía desagradar mucho esa tecnología pero ahora es increíble. Aunque requiere muchísimo trabajo: yo lo rodé en seis días, pero para pasarlo a 3D se necesitaron 9.000 personas y cuatro meses de trabajo. Es como si nunca lo hubieras visto antes, pero habrá que esperar hasta 2017 para disfrutar del resultado", anticipa.

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