Pawson, entre un millón

Pawson, entre un millón

A John Pawson (Halifax, Inglaterra,1949) le hace gracia que su nombre en español sea Juan, e incluso bromea "Juan entre un millón", dice en nuestro idioma, para luego añadir a modo de excusa: "Lo estudie en el colegio, pero lo he olvidado casi todo". Fue en Japón donde descubrió que lo suyo era ser arquitecto, cuando conoció a Shiro Kuramata.

A John Pawson (Halifax, Inglaterra,1949) le hace gracia que su nombre en español sea Juan, e incluso bromea "Juan entre un millón", dice en nuestro idioma, para luego añadir a modo de excusa: "Lo estudie en el colegio, pero lo he olvidado casi todo".

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'Juan' tiene un cierto aire a Robert Redford, pero con una inocultable flema británica. Para ser inglés su soltura y sentido del humor socarrón son sorprendentes, un talante hospitalario, amistoso y desenfadado que tampoco podríamos achacar a su idolatrado Japón, donde siendo joven residió varios años dando clases de inglés. Fue precisamente en el Imperio del Sol Naciente donde descubrió que lo suyo era ser arquitecto cuando conoció a Shiro Kuramata. Puede que entonces se impregnara de esa visión minimalista y zen de la vida y, por supuesto, de su arquitectura.

Lo cierto es que se estrenó bastante tarde en la profesión, a los 30 años, pero sin duda ha recuperado el tiempo porque por algo se ha convertido en el poeta de la luz, la elegancia y la desnudez que son lo que caracterizan sus proyectos.

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Ahora tiene entre manos, una nueva golosina: elDesign Museum de Londres, que abrirá su puertas remozado en noviembre. Construido originalmente en 1962 por Robert Matthew que, según cuentan, revolucionará el panorama museístico sobre arquitectura y diseño.

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¿Podríamos decir que la luz es el corazón de sus obras?

No hay arquitectura sin luz, eso es lo que decía Louis Kahn.

La luz es el corazón ¿y la mente y el alma?

La luz, que es lo emocional, lo es todo. Cada cosa que hacemos es racional.

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Le cuesta el mismo esfuerzo hacer una casa que hacer un monumento

Tanto si diseñas una cuchara como un monasterio el trabajo que desarrolles supondrá idéntico padecimiento. La arquitectura trata de personas y de interacción con lo que tú haces. Hay mucho diálogo, así que cuanto más grande sea el proyecto más se hablará, mayor será la comunicación y requerirá más tiempo y energía. Quiero decir, que diseñar la cuchara te llevará tiempo, pero no habrá conversación. Pero cuando haces el Museo de Diseño de Londres o el Monasterio en la República Checa hay mucha gente involucrada, pueden ser 80 clientes y entonces allí entran en juego las distintas personalidades, el contacto humano, la concomitancia. La arquitectura es hablar. Nadie te lo dice cuándo empiezas... Pero sabe cuándo acaba.

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Por cierto, ¿es una persona que suele decirse "¡Oh, podría haberlo hecho mejor!" o por lo general se siente satisfecho de lo que ha hecho?

¡Jamás estoy conforme! Conoces la expresión inglesa: "¿la taza está medio llena o medio vacía?" Para mí siempre está medio vacía. Inevitablemente me preocupa que lo que he hecho no sea lo suficientemente bueno. Pero debes parar, tienes que acabar cosas, esa es la diferencia. Un arquitecto necesita mucha energía y paciencia y para poder construir. Tienes que hacer las cosas bien.

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¿Hay mucha diferencia entre los clientes dependiendo de sus nacionalidades? ¿Y qué ha aprendido de ellos?

Lo que es bonito con los años y el paso del tiempo es que te tranquilizas y aprendes a escuchar. He aprendido mucho más de mis clientes de lo que yo les he dado ¡es increíble! Y son judíos, cristianos, musulmanes, africanos, europeos, asiáticos. Más que de diferencias, hay algo que todos ellos comparten, es que tienden a ser muy obsesivos y están muy motivados con lo que quieren. Habitualmente son más peculiares de lo que yo soy y hacer esta clase de sociedades es lo que hace el éxito.

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A esta altura de su carrera elige a sus clientes. ¿Alguna vez ha dicho no? ¿Alguna vez le han dicho no?

Hay algunos caso, pero sobre todo tiene que ver más con personalidades que con el proyecto en sí. Cuando comienzas a hablar con un posible cliente te das cuenta de que no hay empatía, que no son 'simpáticos' (lo dice en español) y entonces sabes que no podrás hacer un buen proyecto y lo mismo les ocurre a la inversa. Pero siempre escuchamos e intentamos hacer lo mejor.

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Usted, Richard Rogers y Norman Foster son como el Fish&Chips de la arquitectura, se distinguen por ser buenos y británicos, pero después de ustedes la producción de arquitectos made in England parece haberse paralizado.

Richard, Norman y yo nos reunimos al menos una vez al año para cenar, pero no somos amigos. En cuanto a los talentos emergentes, yo diría que hay muchos jóvenes muy buenos.

¿Algún nombre al que no debamos perder de vista?

Yo estoy encantado y tengo mucha suerte con la gente de mi estudio.

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Por lo general, es muy complicado ser simple...

Es verdad, es muy complicado. Y hacer algo tan sencillo como un edificio lo es mucho más. Por la general la gente no lo entiende, mira este museo: llegas a aquí y no lo sabes, pero esta ha sido una obra que llevó dos años de construcción, y ahora está vacío y solo estás viendo la coraza. Básicamente es por donde empieza todo. Pero es el final y hasta llegar aquí se han tomado infinitas decisiones: el grosor y la textura de las paredes, cuánto debíamos quitar, qué dejamos del suelo... Y todo eso no se ve.

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El minimalismo es...

Tiene que ver con el espacio simple, con lo que se necesita y nada más, un espacio donde uno se sienta visual y físicamente cómodo. Naturalmente, es algo que también tiene que ver con la belleza.

La filosofía minimalista de su trabajo también la aplica a su vida

No puede ser de otra manera, sino el trabajo no sería una verdad. Pregúntaselo a Catherine mi mujer (ríe).

Dicen que sus proyectos fusionan arte y arquitectura...

Yo lo considero "arquitectura", por el simple hecho de que es funcional.

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No ha hecho muchas obras en España...

¡Muchísimas! Dos casas en Mallorca, el Hotel Puerta de América en Madrid, hicimos una exposición en el IVAM de Valencia... Mi primera novia fue española, mi primer libro monográfico se edito en España con la Editorial Gustavo Gili... Una montón de primeras veces ocurrieron en España, incluso mi primera vez, ja, ja.

Es usted un arquitecto caro por elección o porque la sociedad no le deja otra alternativa.

Hemos hecho casas privadas, no muy caras, pero pienso que construir cualquier cosa hoy en día es caro.

¿Cuáles son sus materiales favoritos?

Por lo general todos los naturales. Me gusta la plata, el ébano, la lana natural, no teñida, las piedras bonitas como el ónix para áreas decorativas.

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¿Qué le gustaría hacer que hasta ahora no haya hecho?

Sólo hacer algo mejor. Como nunca estoy satisfecho con lo que hago, siempre pienso que puedo hacer trabajos más interesantes, mejores o diferentes. Pero aún así, soy muy afortunado, hemos hecho monasterios, iglesias, un puente, escenografía para ballet... No sé qué podría ser.

¿Quizá una tortilla de patatas?

¡Exacto! No lo creerás, pero he escrito un libro de cocina británica y europeaLiving and eating. Es un manual sobre cómo la filosofía de la simplicidad se puede aplicar en los rituales del cocinar, comer y el vivir.

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¿Qué banda sonora tienen sus proyectos?

Me encanta Keith Jarrett, adoro el jazz. Pero cuando trabajo, conduzco o estoy haciendo cualquier cosa no escucho música, solo lo hago cuando voy a conciertos.

Además de ir a conciertos ¿tiene otras aficiones?

Ir en bicicleta.

¡Como Norman Foster!

El está más fuerte, será porque tiene una mujer española, la mía es sudafricana.

Y a esta altura ¿ya sabe cuál es el sentido de la vida?

Lo único que sé es que la vida es muy corta, demasiado corta. En todo caso sé el sentido de la muerte, no el de la vida. Norman (Foster), que ronda los 80, es un ejemplo increíble, yo tengo 67 y si llegara a ser tan bueno como él a su edad, te juro que sería muy feliz. ¡Y eso que él bebe vino!

¿Y usted no bebe?

Sí, yo sí, pero no como él.

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¿Es feliz?

Soy feliz, pero frustrado por el trabajo y por la gente, nunca es suficiente. Pero en lo personal, mi matrimonio es genial, tengo una mujer estupenda, uno niños maravillosos... Todo está en orden.

Retratos de Thomas Canet. Fotografías de Richard Davies, Jens Weber, Gilbert McCarragher y Nacasa & Partners cedidas por el Estudio de John Pawson.

Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora