Los burros españoles se convirtieron en el arma secreto del ejército soviético
Eran ejemplares jóvenes, fuertes y andaluces.

Durante los años 80, en plena guerra de Afganistán, la Unión Soviética recurrió a importar burros españoles para criar mulas capaces de atravesar las montañas afganas. Fue una solución tan inesperada como surrealista.
Además, no se trataba de cualquier burro, sino ejemplares jóvenes, fuertes y andaluces. Entre 1981 y 1982, los estrategas soviéticos encargaron a un grupo de comunistas de Sevilla reunir un centenar de burros machos para aparearlos con yeguas y criar las mulas que necesitaban en el conflicto.
El encargo llegó desde el Partido Comunista de la Unión Soviética a través del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya), y lo llevaron a cabo seis militantes andaluces, que recorrían pueblos de Sevilla, Badajoz, Cáceres y Salamanca en busca de burros jóvenes. La misión secreta fue liderada por Francisco Gordo, secretario de organización del Partido Comunista de España (PCE) de Camas (Sevilla), quien relató esta insólita historia a la agencia EFE.
Una operación a base de gasolina y convicción
“En el partido no se preguntaba nada; y yo no decía nada de mis viajes en busca de burros ni a mi mujer”, recuerda Gordo. Los animales también se compraban en Portugal y cruzaban de noche la frontera para evitar controles. Todo el transporte se hacía con camiones alquilados y gasolina pagada de sus bolsillos.
Entre los implicados en la misión se encontraba nada menos que el cantaor José Domínguez Muñoz, “El Cabrero”, encargado de verificar la edad y talla de los burros. También colaboró un ganadero sevillano conocido como Juan “El Gitano”, que prestó su finca en Guillena para agrupar a los animales antes del envío.
Francisco Gordo obtenía información sobre burros disponibles a la venta en los pueblos gracias a las reuniones que organizaba en su pequeño restaurante en El Ronquillo. Allí coincidían comunistas, aristócratas y terratenientes, entre ellos Manuel Prado y Colón de Carvajal o el Conde de la Maza.
Un final truncado
Después de meses de viajes, trato y logística, cuando por fin habían reunido a 100 burros y esperaban las instrucciones del PSUC para el envío a la URSS, la operación se vino abajo por culpa de un brote de peste equina.
Los burros tuvieron que venderse y el dinero recaudado fue devuelto íntegramente al partido. A modo de agradecimiento, algunos de los animales sobrantes se quedaron en la finca de Juan “El Gitano”.