El periodismo no está en crisis. Nunca ha habido tantas historias con tanta urgencia de ser contadas, tantas cifras aberrantes dignas de ser convertidas en vidas, tanta injusticia a cielo abierto y tanto silencio. Ser periodista no puede ser un ascenso social, como piensan muchos compañeros que pierden la mirada en las moquetas rodeados de políticos, banqueros, grandes empresarios o en la vanidad de pensar que lo importante somos nosotros y no el mensaje o las historias que contamos.