José María Martí Font: "Alemania ha asumido su pasado mejor que España"

José María Martí Font: "Alemania ha asumido su pasado mejor que España"

AFP

"Paseaban sus miradas por los escaparates, llevaban sus ojos ilusionados hacia todos los rincones, comprobaban por sí mismos la realidad que les había sido negada durante tantos años". La noche del 9 de noviembre de 1989 fue una fiesta para los berlineses, separados por el hormigón y las alambradas de un orden mundial que se desmoronaba. El muro de Berlín, erigido en 1961, se venía abajo. Los ciudadanos de la socialista República Democrática Alemana cruzaban a darse un garbeo en libertad y tomarse una cerveza.

Así lo atestigua la cita con la que comienza este artículo, tomada de la crónica publicada el 11 de noviembre por El País. Se tituló "La noche de los ojos iluminados" y la firmó José María Martí Font, entonces corresponsal en Bonn, capital de la República Federal, la occidental.

"Lo único evidente es que emerge una nueva Europa", decía su artículo. El hoy autor de Después del Muro (Galaxia Gutenberg, 18 euros), no iba desencaminado.

Alemania oscila, 25 años después, entre una hegemonía involuntaria en Europa, un 'no cuenten conmigo' militar y una economía tan saneada como impetuosa y con aristas. Vive unida internamente y en paz con sus vecinos, pero bajo una losa invisible cimentada con tragedias que en el siglo XX aterrorizaron al mundo. La caída del muro puso, o ha puesto (por el momento), fin a ese ciclo.

-¿Qué es el muro para la generación de alemanes que nació con su caída?

Muy poca cosa. Lo estudian, se lo han contado, pero les cuesta mucho imaginárselo. El muro desapareció con una rapidez increíble. Dos años después ya era a veces difícil identificar por dónde pasaba, y aunque luego pusieron una línea de ladrillo rojo, casi nadie la ve. Se ha creado un memorial con parte del muro que es muy interesante. Como me contaba un pastor que impulsó una fundación para que se recordara lo que significó, es muy importante tenerlo físicamente para entender lo que pasó. ¿Cómo le explicas a un joven o a un turista de 20 años que no podía llamar al otro lado de la calle?

-Inimaginable.

Para las nuevas generaciones es como si aquí hablas de Franco. Sí, se lo han contado, pero es muy difícil imaginar que te mataban por cruzar una calle. Tienes que verlo.

-Y, sin embargo, heridas como la del muro, u otras, como las guerras mundiales, han modelado el carácter alemán patente en asuntos como la gestión de la crisis.

Vivimos en la gran burbuja europea y nos quejamos mucho de la gran crisis, que lo es...

-... ¿pero el muro relativiza?

Exacto. Si ves la valla de Melilla, prefieres quedarte dentro, que es donde quiere venir tanta gente. Europa es un gran oasis en el planeta que nace de todas estas catástrofes, como la Segunda Guerra Mundial o las secuelas de la Guerra Fría. A veces se dice que la etapa previa a la caída del muro era mejor, pero el gran impulso de Europa fue la caída del muro y la reunificación alemana. Obliga a fabricar el artefacto que contiene a la nueva Alemania y la Europa del este, tan Europa como nosotros, de pleno derecho. A raíz de eso nace [el tratado de] Maastricht, la libre circulación... También esas fronteras cayeron. Hasta entonces, había que enseñar el pasaporte y, a veces, abrir la maleta.

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-¿Ha terminado la reunificación alemana?

Sí. Hace ya dos años que el flujo migratorio este-oeste y oeste-este se ha estabilizado. Parece incluso que hay una cierta tendencia al este por nuevos puestos de trabajo e industrias. Ya hasta se habla del Silicon Saxony, una especie de Silicon Valley [ubicado en el este, en Dresden].

-¿Cuál de las tragedias de la Alemania del siglo XX influye más en el comportamiento de Alemania hoy en la escena internacional?

Desde la creación de Alemania en 1870 hasta que queda arrasada en 1945 muchos acontecimientos han mermado la capacidad de liderazgo. Pero hay más razones de fondo. Es muy diferente de las grandes naciones europeas, como Inglaterra, Francia o España, que han tenido imperios, que cuentan con una visión geopolítica y estratégica, inscrita en su ADN y en el de sus académicos. Mi abuela me hablaba de sus primos en Cuba o Filipinas. No hace tanto tiempo. Los alemanes carecen de una experiencia así, de pensamiento estratégico.

-Pero eso se aprende. ¿Explica asuntos como la crisis del euro, la construcción europea?

Ten en cuenta que liderar en alemán es führer, así que ni la palabra se puede utilizar. Para decirlo, ¡dan rodeos! Tienen una gran falta de presencia en el mundo. Un ejemplo reciente: Mali. Francia está hecha unos zorros, pero tiene intereses. En Níger están las minas de uranio que abastecen sus centrales nucleares. Allí no se mueve una hoja sin que lo sepa el embajador de Francia. ¿Cuánto tardaron en liquidar el asunto? Dos semanas. Los alemanes, en el ámbito militar, se limitan a pagar la factura. Pero con el tiempo irá cambiando.

-La Alemania después del muro también es, durante una década, la de las duras medidas de Gerhard Schröder que ahora son proyectadas como el secreto del éxito que gestiona Angela Merkel o el duro ejemplo que le conviene a España.

En Alemania había algunas prestaciones que eran exageradas y en esa época, Alemania se salta el tope del déficit del 3% que ella misma había impuesto. Schröder coge el toro por los cuernos y aplica unas reformas bastante radicales. Recortan estas prestaciones y especialmente los del desempleo, obligándote a aceptar un trabajo y punto. Ahí surgen los minijobs.

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-¿Han funcionado?

Relativamente. Han reducido el coste del seguro por desempleo y el gasto del Estado, que era monumental. Algunos de estos minijobs ya los quisiéramos aquí, por otra parte. ¿Cuánta gente hay trabajando sin contrato, sin cotizar y sin seguro médico? En Alemania son 450 euros al mes, el Estado se hace cargo de tu cotización, tienes vacaciones, sanidad, no hay incompatibilidad con otras ayudas... Pero hay problemas. Es un callejón sin salida. Ahí se quedan. El 90% ya no sale de un minijob, algo que acentúa la división social con los que le va bien.

-¿Cuál es el concepto de memoria histórica que se practica en Alemania?

Es interesante cómo trata Alemania a la memoria colectiva. Tienen el memorial del Holocausto en el centro de Berlín, la reconstrucción de un trozo de muro, el museo de la Stasi, la Topografía del terror... todo está presente. Hay que recordarlo para que no vuelva a pasar. Es ejemplar. Aquí todavía tenemos el Valle de los Caídos y se impide a la gente que se saque a sus muertos de las cunetas. Para los alemanes esto no tiene que ver con izquierda, derecha, monárquico o republicano. Es algo que se deben como sociedad.

-¿Alemania supera mejor sus tragedias que España, casi 40 años después de la muerte de Franco?

Diría que han asumido mejor su pasado. Es una sociedad más culta, la gente va, lo contempla, lo tiene presente. La religión protestante influye. Una sociedad que no rehuye el conflicto, que lo ve como una forma de progreso. En España se escapa del conflicto.

-¿Cuándo logrará Alemania estar en paz consigo misma?

Dependerá de cómo salgamos de esta crisis que, por cierto, no está cerrada. El futuro está abierto y el pasado, con sus instrumentos, no nos sirven.

(foto: © I. Montero Peláez)