11 momentos de los Juegos Olímpicos que nos pusieron los pelos de punta

11 momentos de los Juegos Olímpicos que nos pusieron los pelos de punta

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Los Juegos Olímpicos de Río 2016 pasarán seguro a la historia porque serán los primeros que se celebren en América del Sur y los segundos que tengan lugar en Latinoamérica tras los de México, en 1968.

Pero, al margen de eso, la nueva cita olímpica dejará seguramente imágenes para el recuerdo: escenas de superación, de solidaridad, de fracaso... que pasarán a la historia del deporte.

Se unirán a otros momentos que hace años se quedaron grabados en la retina de los aficionados. Aquí tienes 11 ejemplos:

1-. La llegada de Gabriela Andersen-Schiess

La corredora suiza terminó en la posición 37 la maratón femenina de los Juegos Olímpicos de 1984, en Los Angeles. Pero su llegada es símbolo de superación y una de las imágenes más famosas de la historia del deporte. A mitad de la prueba se saltó, sin querer, el puesto de agua y el calor y la humedad acabaron pasándole factura: entró en el estadio deshidratada, desorientada, haciendo eses, con los brazos colgando, la gorra ladeada y un fuerte calambre en una pierna.

Los médicos corrieron a socorrerla, pero los rechazó porque podría quedar descalificada. Haciendo un esfuerzo sobrehumano logró cruzar la meta y entrar en la historia. Luego tuvo que ser atendida durante más de dos horas.

2-. Los largos de Eric Moussambani

Los espectadores que estaban viendo nadar a Éric Moussambani en Sidney 2000 se quedaron boquiabiertos. Aquel deportista de Guinea Ecuatorial tardó casi dos minutos en completar los 100 metros libres -el doble que los campeones- y consiguió acabar a duras penas. Algunos incluso temieron que terminase ahogado en la piscina.

Los espectadores se dieron cuenta enseguida de lo que ocurría: Moussambani estaba haciendo una proeza. El Comité Olímpico Internacional (COI) había invitado a deportistas de países en vías de desarrollo aunque no alcanzaran la marca mínima. Y el nadador cumplió así su sueño, a pesar de que para ello tuvo que entrenarse en la piscina de 25 metros de un hotel porque en su país no había infraestructuras. La primera vez que vio un recinto de 50 metros fue en los Juegos.

3-. El sufrimiento de Derek Redmond

El atleta británico era uno de los claros favoritos para ganar el oro en 400 metros de los Juegos de Barcelona 92. Una lesión en el tendón de Aquiles en las semifinales le impidió la victoria, pero su imagen le hizo más famoso que si hubiese logrado el triunfo. Redmond consiguió llegar a la meta cojo y acompañado por su padre, que había saltado a la pista para acompañarle.

"Empezamos juntos su carrera y creo que debíamos acabarla juntos", sentenció su progenitor, Jim Redmond. Derek fue descalificado, pero su imagen, llorando desconsolado tras cruzar la meta y abrazado a su padre, pasó también a la historia de la superación.

4-. La proeza de Abebe Bikila

El atleta etíope se convirtió en un héroe al ganar la medalla de oro en los Juegos de Roma de 1960 y batir el récord del mundo de la disciplina. Y todo ello corriendo descalzo.

Bikila se calzó unas zapatillas Adidas aquel día. Debía correr con ellas, pero justo antes de empezar la prueba se dio cuenta de que no se sentía nada cómodo con ellas. No había tiempo para improvisar una solución, así que decidió correr descalzo los 42 kilómetros. "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo", dijo tras la victoria.

5-. El gesto de Lawrence Lemieux

El regatista canadiense es uno de los pocos deportistas a los que se les ha concedido la medalla Pierre de Coubertin, un reconocimiento del Comité Olímpico Internacional a quienes han demostrado espíritu olímpico y deportividad durante la celebración de unos Juegos Olímpicos.

La logró por su actuación en Seúl 88. Allí perdió una medalla de plata que tenía casi en el bolsillo porque abandonó la competición para salvar a un rival que estaba herido. Finalmente acabó en la posición 21, pero su gesto también pasó a la historia.

6-. La deportividad de Vanderlei de Lima

El brasileño es otro de los deportistas que han conseguido la medalla Pierre de Coubertin. En su caso, su actuación en la maratón de Atenas en 2004 le hizo mucho más popular que si hubiese ganado el oro.

El atleta corría líder en la prueba cuando un ex sacerdote irlandés llamado Cornelius Horan irrumpió en el kilómetro 36 y le empujó. Eso le hizo perder el oro y se tuvo que conformar con el bronce. Pero el brasileño no se lamentó nunca. Al contrario, entró en la meta celebrando su tercer puesto como si hubiese marcado un gol. Luego dijo: “Da igual lo que pasó: conseguí mi meta, y estoy feliz de haber estado en el podio de las medallas con esos atletas”.

7-. La perfección de Nadia Comaneci

Este verano se han cumplido 40 años desde que la rumana Nadia Comaneci consiguió lo imposible y firmó en el ejercicio de barras asimétrica una actuación perfecta. Tan perfecta que el marcador no estaba preparado para esa hazaña y no pudo reflejar la puntuación, 10.00. Así que figuró un "1.00".

Fue el primer ejercicio perfecto de la historia. Al final, firmó otras seis actuaciones de 10.00 y se colgó tres oros (ejercicio individual, barras asimétricas y barra de equilibrio), la plata del ejercicio por equipos y el bronce en suelo. Tenía sólo 14 años.

8-. La tenacidad de Greg Louganis

Muchos recuerdan al estadounidense por el golpe que sufrió al saltar desde el trampolín en Seúl, en 1988. Pero no todos saben que Louganis consiguió reponerse de aquello y ganar el oro. “Mi entrenador enseguida supo que mi confianza había quedado destruida, que ya no creía en mí. Me dijo: ‘Si no puedes creer en ti, cree en mí… y yo creo en ti”, recordó años después.

Hace unos años Louganis generó polémica en un libro en el que aseguraba que era portador del virus del sida y que ya lo era cuando se golpeó la cabeza contra el trampolín en Corea del Sur. El revuelo, en cualquier caso, era inútil, porque, como recordaba El País en 2012, el volumen del agua diluye cualquier posibilidad de contagio.

9-. La flecha de Antonio Rebollo

Puede que a muchos no les suene el nombre de Antonio Rebollo, pero su actuación en Barcelona 92 puso los pelos como escarpias a medio país. Fue el arquero paralímpico que lanzó la flecha con la que se encendió el pebetero del estadio Olímpico.

Mucho se ha escrito sobre si Rebollo no logró realmente su hazaña. En YouTube hay incluso vídeos grabados desde el exterior del estadio en los que se ve cómo la flecha en llamas sale del recinto y cae en la calle. Pero es que el objetivo del arquero no era que la flecha cayese en el pebetero, sino que pasase sobre él lo suficientemente cerca como para que la llama prendiese con el gas que estaba despidiendo.

10-. El trabajo en equipo de Kerri Strug

Kerri Strug ganó el oro en gimnasia para Estados Unidos en Atlanta 96 junto a otras seis compañeras. Pero en el recuerdo ha quedado sólo su nombre. Strug se dobló el tobillo en un salto. "No siento la pierna", le dijo al entrenador. "Tienes que hacerlo otra vez. Olvídate del dolor", replicó el técnico. "Por favor, ¿tengo que hacerlo otra vez?", dijo agotada la gimnasta. "Debes intentarlo. Puedes hacerlo", zanjó el entrenador.

El oro de Estados Unidos dependía del salto de una lesionada Strug, que logró un 9,162 con una finalización que emocionó a todos los presentes: cayó sobre un pie mientras que el otro apenas rozó la colchoneta. "Lloré de alegría y de dolor", recordó poco después.

11-. El amor de Matthias Steiner

El alemán logró el oro en halterofilia en Pekín en 2008 tras pasar por una de las peores experiencias que puede sufrir una persona: el fallecimiento de su mujer. Subió a lo más alto de podio con la foto de su esposa, a quien le dedicó su triunfo.

Steiner se volcó en la halterofilia de un modo obsesivo tras la muerte de su mujer con el único objetivo de brindarle la victoria. Su imagen al lograrlo, llorando, riendo y gritando a la vez, es historia de los Juegos. Emociona.