Esther Duflo: repensar la pobreza

Esther Duflo: repensar la pobreza

El trabajo de Esther Duflo responde a preguntas muy concretas: ¿los subsidios a familias pobres mejoran la asistencia a la escuela?, ¿el establecimiento de un sistema de cuotas para asegurar la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo tiene un impacto en las aspiraciones de las mujeres y sus logros educativos?, ¿los microcréditos son efectivos para la población más pobre? Porque el análisis del comportamiento de las personas es fundamental para poder conseguir cambios.

EFE

Ayer se le concedió el premio Princesa de Asturias de ciencias sociales a la economista Esther Duflo que desde hace más de 10 años centra su trabajo en el análisis de diferentes tipos de políticas y estrategias relacionadas con la lucha contra la pobreza. Duflo, profesora de Economía del desarrollo y alivio de la pobreza en el Departamento de Economía del Instituto Tecnológico de Massachussets, ha cosechado múltiples premios y galardones a lo largo de su carrera y es, entre otras muchas cosas, cofundadora y codirectora del Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab.

Decir que su trabajo se centra en el análisis de temas microeconómico relacionados con la lucha contra la pobreza y que recibe este premio por la original aplicación de métodos experimentales para evaluar la eficacia de las políticas contra la desigualdad económica y social y la lucha contra la pobreza resulta bastante incomprensible para la mayoría de la gente. Sin embargo, si decimos que con su trabajo se ha demostrado que en Kenia la formación del profesorado sobre el SIDA, su mecanismo de transición y las estrategias de protección, conjuntamente con la distribución de uniformes gratis al alumnado ha sido una estrategia adecuada para reducir el número de contagios, entonces empezamos a hacernos una idea de la importancia de su trabajo.

Para los gobiernos, instituciones multilaterales y ONG que trabajamos para erradicar la pobreza es necesario contar con evidencias, con pruebas avaladas por análisis científicos de calidad. Poder adaptar las estrategias para promover el ahorro, mejorar las tasas de escolarización, el consumo de alimentos, etc., resulta de una importancia crítica. El trabajo de Esther Duflo responde a preguntas muy concretas: ¿los subsidios a familias pobres mejoran la asistencia a la escuela?, ¿el establecimiento de un sistema de cuotas para asegurar la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo tiene un impacto en las aspiraciones de las mujeres y sus logros educativos?, ¿los microcréditos son efectivos para la población más pobre? El análisis del comportamiento de las personas es fundamental para poder conseguir cambios, qué nos motiva a ir a la escuela, a ahorrar, etc.

En una conversación con un periodista sobre uno de los últimos estudios en los que ha participado Esther Duflo, este me decía que en algunos casos, estos análisis podrían ser considerados como muy básicos, dado que "si a una persona se le da un subsidio es obvio que tendrá más recursos o que consumirá más alimentos"; pero lo que a nosotros nos parece tan obvio puede que no lo sea, las circunstancias y los acontecimientos históricos afectan en gran medida a nuestro comportamiento económico. Entender la realidad y verificar si nuestras hipótesis se cumplen o no nos ayuda a mejorar los resultados de nuestro trabajo.

Entonces, podríamos preguntarnos por qué este tipo de estudios no se generaliza en el trabajo de la lucha contra la pobreza. Son varias las razones, pero desde mi punto de vista hay dos fundamentales. La primera está relacionada con los recursos necesarios; no olvidemos que la lucha contra la pobreza no está, ni mucho menos, bien financiada, en España la política de cooperación ha sufrido recortes inaceptables. En segundo lugar, no en todos los casos se dan las condiciones para llevar a cabo este tipo de evaluaciones.

La investigación científica dedica tiempo y recursos a probar cosas que no funcionan hasta que funcionan, en la lucha contra la pobreza nuestro nivel de exigencia es mucho mayor y son muchas las voces que opinan que si no funciona a la primera hay que abandonarla. ¿Acaso no merecen los millones de personas que viven en la pobreza que lo intentemos, que invirtamos en mejorar, que seamos capaces de reconocer que hay estrategias que no funcionan sin que ello implique que no hay que seguir invirtiendo?

Espero que este premio active el interés por la búsqueda de evidencias, pruebas sobre lo que funciona y lo que no funciona, que ayude a sobrepasar barreras y prejuicios ideológicos, a dejar de lado los falsos debates de "la ayuda no funciona". En definitiva, que nos ayude en la construcción de políticas sociales probadas y a dejar los debates de café para eso, para los cafés.