¿Tienen futuro los centros de salud de este país?

¿Tienen futuro los centros de salud de este país?

Mientras no haya consenso y voluntad política de priorizar el presupuesto de los servicios de Atención Primaria, ésta seguirá derritiéndose como un hielo en un café caliente, con rapidez. Habrá de hacerse basándose en los máximos valores del sistema: universalidad, accesibilidad, justicia.

He tardado mucho tiempo en darme cuenta de que los problemas de la Atención Primaria no se arreglarán con las propuestas que salen de los despachos de políticos y gestores. De ahí solo salen recortes y una gestión controvertida desde mucho tiempo antes de la crisis. La última propuesta encima de la mesa es privatizar los centros de salud. ¿Esto arreglará el problema? ¿ofrecerá mejor servicio a los ciudadanos?

Bien, empecemos el análisis, ¿se ha intentado esta opción anteriormente? Pues la verdad es que sí. En Cataluña han ensayado este método con buenos resultados. El sistema se llama EBAs (Entidades de Base Asociativa) y son centros de salud que gestionan los propios profesionales. Ofrecen unos resultados de calidad y gasto parecidos a los centros de salud al uso, y los profesionales suelen estar más motivados al gozar de algo de lo que carecen en el sistema público habitual: flexibilidad. Pueden adecuar su horario y funciones a lo que el centro precise y ellos prefieran, en un grado mucho mayor que un centro de salud al uso. En 12 años han podido implementar 13 centros. No es un sistema fácil. Para que funcione bien los profesionales han de estar muy motivados; si en este periodo no se ha extendido a más equipos comprenderán que parece difícil de generalizar. Imponerlo por la fuerza como se quiere hacer en Madrid seguramente no sea el mejor camino.

En mi opinión creo que este sistema puede funcionar bien en algunos centros de salud, no en la mayoría. Pero siendo una idea interesante a considerar no da respuesta a los problemas crónicos de la Atención Primaria y de nuevo está volviendo a desviar la atención del meollo de la cuestión.

¿Cuál es pues el Santo Grial? Lo diré sin paños calientes: La priorización. En el papel, en la teoría, la Atención Primaria es la base del sistema sanitario, su puerta de entrada, el corazón que dirije al paciente por los entresijos de la Sanidad. En la práctica es la portería de la finca, donde se atiende al paciente como se va pudiendo, con cada vez menos medios, menos tiempo y menos personal. El presupuesto de recursos humanos lleva descendiendo desde hace lustros, mientras el de los hermanos hospitalarios crece pese a la crisis. La situación ya no es sostenible. O la porción presupuestaria hospitalaria baja o todo el barco estará bajo las aguas en menos de lo que imaginan.

Una buena Atención Primaria permite atender las necesidades sanitarias de una población de forma más adecuada para el paciente (cerca de su casa, con profesionales accesibles y que conoce) y eficiente para el sistema (menos gasto, mejor control del paciente complejo, menos necesidades de ingreso o de acudir a urgencias). Esto ya lo sabe todo el mundo, profesionales, gestores y políticos. Pero parece que hay intereses más poderosos que el sentido común.

Mientras no haya consenso y voluntad política de priorizar el presupuesto de los servicios de Atención Primaria, ésta seguirá derritiéndose como un hielo en un café caliente, con rapidez. Esta estratificación de prioridades de todo el sistema sanitario habrá de hacerse atendiendo a la evidencia científica, al sentido común y a la prudencia, basándose en los máximos valores del sistema: universalidad, accesibilidad, justicia. No nos queda otra que hacernos preguntas: ¿Qué importancia tiene que haya un médico y una enfermera en un pueblo de Toledo? ¿Se pueden reducir a media jornada? ¿Aporta algo seguir financiando medicación "protectora del cartílago" cuando no ha demostrado más eficacia que el placebo? ¿Y la medicación antidemencia, tiene pruebas suficientes de eficacia que avalen su financiación? ¿Aporta valor la cirugía robótica, merece el precio que vale? ¿Puede el sistema permitirse que un médico de primaria dedique un 30% de su tiempo a burocracia?

Llevamos mucho sin contestarlas, sin atrevernos a hablar de ellas. Me temo que ha llegado el momento de quemar las naves. O priorizamos lo esencial o la ciudadanía tendrá que acostumbrase a la idea de prescindir del sistema sanitario que conocía, y los médicos de primaria a volver al ambulatorio (de los años sesenta).

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