Va con su madre cubana a un Alcampo y en todo el paseo no para de repetir lo mismo
"Esto se lo regalas a alguien allá en Cuba y es lo más grande que tú le traíste”.

Entrar por primera vez a un supermercado puede ser, a simple vista, una experiencia más o menos anodina. Sin embargo, cuando quien cruza la puerta viene de un país donde la abundancia no forma parte del día a día, la visita puede convertirse en algo muy distinto. Eso es lo que muestra el vídeo subido a TikTok por la actriz cubana Darlyn Morales, en el que graba a su madre recorriendo los pasillos de un Alcampo en España mientras repite, una y otra vez, la misma frase: “¡Dios mío!”.
A partir de ahí, el vídeo avanza como un torrente de impresiones difíciles de ordenar. La madre mira alrededor, se lleva las manos a la cabeza y verbaliza el desbordamiento: "Dios mío, esto es muy grande”, dice antes de admitir que no sabe ni por dónde empezar. “No tengo palabras. Ya estoy mareada”. La sensación no se le pasa con el paso de los minutos. “Hay muchas cosas aquí, mi amor. Estoy mareada, realmente no veo nada”, comenta.
El asombro de la mujer se traduce entonces en una enumeración atropellada de todas las cosas que van pasando por delante: “Cantidad de cosas, cantidad de maletas, cantidad de perfumes, cantidad de cosas para limpiar el baño. Lo que te dé la gana”, dice. Medias, calzoncillos, sujetadores, zapatos, pantalones, camisas. Todo al alcance. En uno de los pasillos, con un jersey en la mano, vuelve a soltar otra frase para resumirlo todo: “Aquí venga el frío que venga, que aquí nadie pasa frío”.
La visita al Alcampo continúa y la hija decide llevarla a una zona que sabe que va a tocarle especialmente la fibra. “Ella es amante fiel de la Navidad”, explica mientras se acercan a los productos de estas fechas. La reacción es inmediata. “A mí me encanta la Navidad, la sensación más linda de este mundo”, dice su madre, que no tarda en fijarse en un detalle concreto. “Esas flores yo me las tengo que llevar. Las flores de Pascua”.
La atención de la madre se detiene entonces en uno de los detalles que más ilusión le hacen: las cajas de regalo. Su hija explica que hace poco le regalaron “cajitas con cositas de aseo”, justo lo que más le gusta, y que no hay manera de que se desprenda de ellas. “Me encantan los regalos en cajitas”, insiste. Tanto, que ni siquiera las abriría. “Yo dejaba la cajita con las cositas así sin comérmelo”. Frente a los turrones y los bombones, lo tiene claro: “Este turrón se lo regalas a alguien allá en Cuba y es lo más grande que tú le traíste”.
La emoción por el paseo en el supermercado empieza a notarse en el cuerpo después de un rato: "Esto da apretación en el pecho. Me hace llorar”, aunque consciente de que es la protagonista del vídeo de su hija, se adelanta a cualquier juicio que puedan comentar los que la vean: “La gente va a pensar que es monería mía, pero no es monería" y, entonces lo aclara su hija: "Es que no ha podido viajar, no sabe lo que es la vida”. Después, sin ocultar la emoción, añade: “A mí me las extraña mucho, pero me siento tan feliz que Dios me perdone que ustedes están aquí. Madre mía, esto es de todo”.
El paseo por el Alcampo acaba en la zona del supermercado donde se venden productos a granel. Ante ella, una hilera de grandes recipientes llenos de comida. La madre se queda mirándolos, atónita, sin dar crédito. Hay de todo, pero se detiene en los de los fideos. Su hija le explica que basta con levantar la tapa y servirse con una pequeña pala. Ella observa, vuelve a quedarse sin palabras y lo resume como ha resumido todo desde que cruzó la puerta: “Ay, Dios mío. Qué belleza. Lo que tú quieras”.
