Cicerón, sobre por qué hay adultos que se comportan como niños: “Ignorar lo que pasó antes de que nacieras es condenarte a la infancia eterna”
El pensador romano hace una distinción entre quienes rehúsan aprender de la experiencia del pasado, y los que, gracias al estudio, actúan con prudencia, responsabilidad y sentido del bien común.

La falta de memoria histórica no solo empobrece el pensamiento, sino que perpetúa una inmadurez intelectual. Debemos ser consecuentes con la edad que tenemos para poder afrontar la vida con aplomo y entereza. Esto es lo que afirmaba Marco Tulio Cicerón (106–43 a. C.), político, filósofo, orador y escritor romano, considerado uno de los más grandes pensadores de la Antigüedad.
Su línea de pensamiento sugiere que muchos adultos se comportan como niños porque rehúyen el conocimiento de la historia y la experiencia acumulada de la humanidad. Al ignorar lo que ocurrió antes de su propio nacimiento, se privan de referentes, lecciones y errores que permiten madurar el juicio y comprender el presente con profundidad.
De esta forma, la falta de memoria a lo largo de la historia no solo empobrece el pensamiento, sino que perpetúa una inmadurez intelectual que impide crecer verdaderamente como ciudadanos y como personas.
Cicerón, infancia biológica e infancia intelectual
Esta frase propone una distinción entre dos tipos de infancia:
- La infancia biológica: Es una etapa natural e inevitable ligada a la edad determinada por la edad y el desarrollo físico. En este período, el individuo carece todavía de plena razón, experiencia y autonomía moral, por lo que depende de la guía de otros para formarse.
- La infancia intelectual: Se trata de una infancia que no está determinada por la edad, sino por la ausencia de conocimiento, juicio crítico y conciencia histórica. Un adulto puede ser físicamente maduro y, sin embargo, permanecer intelectualmente infantil si ignora el pasado y las experiencias que han dado forma a su sociedad.
Para Cicerón, la vida humana es un proceso de formación (humanitas) en el que la razón debe ir dominando progresivamente sobre el impulso y la ignorancia. La famosa idea de que ignorar el pasado condena a una “infancia eterna” se inscribe en su convicción de que la madurez no es solo biológica, sino principalmente intelectual y cívica.
La importancia de conocer la historia
El filósofo romano consideraba que el conocimiento de la historia cumple una función esencial: ofrece ejemplos concretos de virtudes y vicios, de aciertos y errores, que sirven como guía para la acción presente. La historia es, para él, magistra vitae (maestra de la vida).
Teniendo esto en cuenta, Cicerón extrae varias conclusiones:
- Ignorar el pasado obliga a repetir errores, como lo haría un niño sin experiencia.
- Esta inmadurez no es solo individual, sino también un problema político y social.
- Dirigentes y ciudadanos sin formación histórica debilitan las instituciones.
La dimensión política
Cicerón escribe en un contexto de crisis de la República romana y observa cómo muchos dirigentes, aun siendo adultos, toman decisiones irresponsables por falta de formación moral e histórica.
La “infancia intelectual” no es solo un defecto individual, sino un peligro colectivo:
- Los ciudadanos inmaduros producen instituciones frágiles. Su falta de juicio les llevará a tomar decisiones impulsivas y a tener una profunda falta de juicio crítico.
- El adulto verdaderamente maduro es aquel que, gracias al estudio, la memoria histórica y el ejercicio de la razón, puede actuar con prudencia, responsabilidad y sentido del bien común.
