Asombro en Reino Unido con el caso del pueblo fantasma español abandonado "tras una confusión monumental de Franco"
“Se les obligó a empacar sus vidas y mudarse a aldeas vecinas”, explica el artículo, subrayando que muchos no recibieron compensación hasta 1973.
El diario británico Express ha quedado fascinado con un rincón de España que parece sacado de una novela: Granadilla, el misterioso pueblo amurallado de Extremadura que fue desalojado hace casi setenta años por una orden del régimen franquista… basada en un error de cálculo.
El medio describe este lugar, situado “entre las colinas del oeste de España”, como “una de las ciudades fantasma más inquietantes del país”, una villa medieval “que se detuvo en el tiempo después de una confusión monumental del dictador Francisco Franco”.
Granadilla, fundada en el siglo IX por los musulmanes bajo el nombre de Granada, fue un enclave defensivo clave en la Vía de la Plata, la ruta comercial que atravesaba la península de norte a sur. Con el paso de los siglos, tras la reconquista cristiana, pasó a llamarse Granadilla —“pequeña Granada”— para distinguirla de la ciudad andaluza. Su imponente muralla de piedra y el castillo del siglo XV, levantado por los duques de Alba, aún dominan el paisaje del norte de Cáceres.
Sin embargo, Express recuerda que la historia dio un giro dramático en 1955, cuando el gobierno franquista anunció la construcción del embalse de Gabriel y Galán. Las autoridades advirtieron a los vecinos de que las aguas cubrirían el pueblo, y en menos de una década, entre 1959 y 1969, más de mil habitantes fueron expulsados de sus casas. “Se les obligó a empacar sus vidas y mudarse a aldeas vecinas”, explica el artículo, subrayando que muchos no recibieron compensación hasta 1973.
El diario británico destaca el giro irónico de los acontecimientos: “El agua nunca llegó a Granadilla”. Situado sobre una península elevada, el pueblo nunca quedó sumergido. “Durante dos años llegó a convertirse en una isla, pero jamás se inundó”, señala Express. Cuando los ingenieros comprobaron el error, ya era tarde: el éxodo había sido completo y las autoridades se negaron a permitir el regreso de los vecinos.
Abandonada a su suerte, la villa quedó atrapada entre la historia y el silencio. Las casas se derrumbaron, las calles quedaron vacías y solo el eco del viento recordaba la vida que allí existió. En 1980, el gobierno español la declaró Conjunto Histórico-Artístico, lo que abrió la puerta a su recuperación. Desde los años ochenta, jóvenes y voluntarios participan en programas de restauración organizados por el Ministerio de Vivienda y el Instituto de la Juventud.
Pese a su renacimiento arquitectónico, Granadilla sigue sin habitantes permanentes. Hoy, sus muros sirven de refugio para viajeros curiosos, estudiantes y fotógrafos que buscan revivir el pasado entre sus calles empedradas. El Express invita a los lectores británicos a recorrerla: “Ahora, en lugar de niños jugando y vecinos conversando, los turistas pasean libremente por sus casas y suben a la torre del castillo para admirar las vistas del oeste de España”.
Lo que para los locales es una historia conocida, para el tabloide británico es “un error monumental convertido en un monumento al tiempo”. Un lugar donde la historia, la memoria y la naturaleza han tejido un relato que todavía deja boquiabiertos a quienes lo descubren por primera vez.