El pueblo de La Rioja de donde 'salen' manos de las paredes
Una pequeña localidad de apenas un centenar de habitantes.
A menudo, la belleza artística más sorprendente no se exhibe en grandes museos ni en destinos saturados de visitantes, sino que espera en lugares discretos por los que la gente suele pasar sin detenerse. En esos rincones apartados, donde la rutina y el paisaje parecen inmutables, el arte irrumpe con más fuerza y transforma pueblos pequeños en escenarios capaces de asombrar a quien se permite mirar con atención.
Uno de los mayores guardianes de reliquias es Sajazarra, una pequeña localidad de La Rioja que cuenta con poco más de un centenar de habitantes, una mole pétrea del siglo XV y sorpresas artísticas a cada paso. Rodeado de viñas, el pueblo elabora vino como tantos otros de la región, pero su verdadera singularidad reside en la extraordinaria concentración de patrimonio histórico y artístico que conserva entre sus calles.
El emblema indiscutible de la localidad es su castillo-palacio del siglo XV, convertido en uno de los recintos fortificados mejor conservados y más bellos de La Rioja, según recoge la web de turismo de Sazajarra. La fortaleza, con sus torres y cubos defensivos, domina la plaza y marca el perfil medieval del pueblo. Aunque es de propiedad privada, su exterior es uno de los grandes reclamos para quien recorre la Ruta del Vino de la Rioja Alta.
Guardián del arte contemporáneo
Si por algo destaca Sajazarra es por cómo se entrelazan su pasado medieval y la intervención contemporánea, ya que a finales del siglo XX el pueblo invitó a artistas a trabajar in situ y muchas de las piezas acabaron formando una colección pública que hoy jalona calles y rincones. Entre ellas figura la instalación conocida como Paredes amantes, dos manos que asoman por sendos paños de sillería en un estrecho callejón y que, eternamente, intentan tocarse. La pieza, creada en 1993, se ha convertido en uno de los iconos populares del municipio.
Por otro lado, la puerta de la iglesia está revestida de un pentagrama metálico obra de Chema Madoz, quien no suele trabajar fuera del formato fotográfico, transformando la portada en una partitura. Así como Joan Fontcuberta transformó 14.000 fotografías donadas por vecinos en un gran fotomural que reproduce la llamada Campana de la Mora. Estas intervenciones explican por qué Sajazarra ha sido durante años un pequeño laboratorio artístico de alcance nacional.
La andadura expositiva sufrió una pausa en 2020 por la crisis sanitaria que afectó a ferias y encuentros culturales en toda España, aunque muchas de las obras que se quedaron en el pueblo han permanecido como colección permanente y ahora forman parte de rutas locales. Además, en 2021 se intervino para restaurar las manos de Paredes amantes tras el desgaste por la meteorología, un guiño a la voluntad local de preservar ese particular patrimonio artístico.