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Una teoría rompedora destruye en pedazos la clásica idea del dominio de los humanos en la Tierra

Una teoría rompedora destruye en pedazos la clásica idea del dominio de los humanos en la Tierra

El antropólogo Thomas Morgan propone una alternativa a la teoría clásica sobre la diferencia entre la cultura humana y la animal. 

Jóvenes amigos multiétnicos, hombres y mujeres, en círculos blancos sobre fondo turquesaGetty Images

Hasta hace relativamente poco se pensaba que lo que distinguía a los humanos de los animales era la capacidad de acumular y trasmitir conocimientos, algo que se creía propio únicamente de las personas. Sin embargo, esta teoría clásica y consolidada parece haberse desplazado por una nueva más consistente, propuesta por el antropólogo evolucionista de la Universidad Estatal de Arizona, Thomas Morgan. 

Según su teoría, la razón por la cual la cultura humana parece haberse impuesto sobre el resto no es otra que la apertura humana y la creatividad, la cual hace referencia a la capacidad de imaginar un número infinito de posibilidades y combinaciones en nuestro día a día. 

No lo sería la capacidad de transmitir conocimientos, al contrario de lo que históricamente se viene pensando, ya que tal y como se ha demostrado, los animales también poseen esta destreza. Un ejemplo son los chimpancés, que aprenden de sus padres cómo emplear herramientas para sacar a las termitas del tronco de un árbol, algo que también enseñan más tarde a sus crías.  

También se puede comprobar este comportamiento en algunos insectos, como en las hormigas cortadoras de hojas, las cuales en vez de alimentarse de las hojas que cosechan, las utilizan para alimentar a un hongo que guardan en sus galerías subterráneas que más tarde produce una especie de jardín de hongos del que estas se alimentan. Cuando una hormiga reina fundadora abandona su colonia, se lleva un trozo de este hongo para comenzar una nueva colonia en otro lugar, algo que han ido enseñando al resto de hormigas de su estatus.  

De este modo, lo que hace que la cultura humana sobresalga sobre el resto sería la noción de apertura, es decir, la capacidad de considerar y planificar un abanico de posibilidades a la hora de realizar cualquier acción o tarea. Un ejemplo para comprender mejor este concepto es la preparación de una comida. 

A la hora de cocinar, nuestra mente divide la tarea en diferentes pasos que a su vez contienen distintos subpasos. A la hora de realizar cada uno de ellos, el ser humano va adaptándolos en función de lo que requiera en el momento: sacar los utensilios necesarios, escoger los ingredientes, cocinarlos y colocarlos en el plato serían los pasos. Dentro de cada uno de ellos habrá diferentes subobjetivos que podrán ir modificándose según los intereses del momento, lo que requiere una gran flexibilidad intelectual. 

En este ejemplo, la apertura significaría pensar pasos intermedios para alcanzar el objetivo final y adaptar dichos pasos en función de situaciones imprevistas o para mejorar el proceso. Es dicha capacidad la que hace que el ser humano pueda llevar a cabo nuevos inventos y la que permite que sea capaz de improvisar ante escenarios imprevistos. 

La evolución y la acumulación: otros rasgos que distinguen la cultura humana de la animal

Además de la apertura, también existen otras cualidades de la cultura humana que hace que esta se imponga sobre el resto: la acumulación y la evolución. Mientras que los animales cuentan con un límite a la hora de acumular conocimientos culturales, el ser humano muestra un potencial casi ilimitado en estos términos. 

Del mismo modo, la cultura humana también es capaz de evolucionar y enriquecerse indefinidamente, a diferencia de los animales que cuentan con un techo evolutivo, ya que a través de los antiguos conocimientos podemos crear otros nuevos. Por ejemplo, del dominio del fuego hemos llegado a la electricidad y las energías renovables. También hemos pasado de la rueda a los vehículos modernos. 

¿De dónde surge esta capacidad?

La capacidad de apertura parece estar relacionada directamente con el tamaño y la complejidad del cerebro del ser humano, concretamente con la corteza prefrontal- donde se maneja la planificación y toma de decisiones-, la cual resulta clave para pensar en objetivos a largo plazo y en los pasos necesarios para ello. 

Además, otra de las claves en este aspecto es la creatividad, que mezclada con la apertura hace que la cultura humana se haya impuesto sobre el resto, construyendo civilizaciones que se han mantenido hasta el día de hoy sobre el reino animal.

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Andrea Cadenas de Llano Sosa (Córdoba, Andalucía, 2000) es periodista licenciada por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Escribe sobre actualidad. Puedes contactar con ella en acadenas@huffpost.es