No volverás a ver a los higos igual después de leer esto

No volverás a ver a los higos igual después de leer esto

CHRISTIAN HACKER VIA GETTY IMAGES

Estuvo bien descubrir la diferencia entre los distintos tipos de pimientos y de aceitunas, pero lo de descubrir qué es realmente un higo —y que las avispas hacen posible su existencia— ha hecho que nos cuestionemos el mundo tal y como lo conocemos.

En resumen, los higos no son una fruta, técnicamente: son flores invertidas. Las higueras no florecen como los manzanos o los melocotoneros. Sus flores florecen dentro de esa vaina con forma de pera que más adelante madura hasta convertirse en la fruta que nos comemos. Cada flor produce un único fruto, llamado "aquenio", de cáscara dura que contiene una sola semilla; el higo está formado por múltiples aquenios, que son los que le dan la textura crujiente. Por lo tanto, cuando nos comemos un higo, nos estamos comiendo cientos de frutos.

Pero eso no es lo más sorprendente de los higos.

Como las flores del higo florecen internamente, necesitan un proceso de polinización especial. No pueden depender de que el viento o las abejas les hagan llegar el polen, así que ahí es donde entran las avispas de los higos. El higo no podría sobrevivir sin que estos insectos transportaran su material genético, y las avispas no podrían vivir sin los higos, porque depositan sus larvas en el interior de la fruta. Esta relación se conoce como "simbiosis".

  5c8b0ab0230000040123fba6

La avispa hembra se mete en el higo masculino —que, por cierto, no se come— para poner huevos. El higo macho tiene una forma especial para albergar en su interior los huevos de la avispa. Las alas y las antenas de la avispa hembra se rompen al introducirse en el higo; por lo tanto, una vez que entra, no tiene forma de salir. Lo que significa que les toca a las crías de avispa continuar con el ciclo sin fin. Las crías de avispa macho nacen sin alas, porque su única función es procrear con las crías de avispa hembra —con sus hermanas, técnicamente— y hacer un túnel para salir del higo. Las crías hembras son las que salen del higo y llevan consigo el polen.

Si una avispa entra accidentalmente en un higo femenino —como los que nos comemos— en vez de en un higo masculino, no tiene espacio para reproducirse en su interior y no puede escapar, porque sus alas y antenas se rompen al entrar, así que la avispa muere dentro; una consecuencia trágica pero necesaria, porque de esta manera se transporta el polen que hace que podamos comernos esa fruta que tanto nos gusta.

Que nadie se preocupe, esto no significa que la textura crujiente del higo se deba a los cadáveres de avispa. Los higos producen una enzima llamada "ficina" que sirve para descomponer el cuerpo de la avispa y transformarlo en proteína, aunque no siempre descompone el exoesqueleto entero. Así que, sí, técnicamente, cuando comes higos estás comiendo avispas —o lo que una vez fueron avispas—, pero, si sirve de consuelo, estos insectos son increíblemente pequeños. Aunque puede que haya veganos que, precisamente por esta razón, decidan dejar de consumir esta fruta.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.