Ocho países de la OTAN se ponen de acuerdo en señalar a Rusia como la principal amenaza para la paz en la zona euroatlántica
Los altos mandatarios de la Alianza llevan meses advirtiendo de que Moscú constituye una amenaza inminente y lo continuará siendo en el futuro.

La percepción de riesgo en Europa del Este y del Norte ha dejado de ser una advertencia abstracta para convertirse en una posición política explícita. Ocho países miembros tanto de la Unión Europea como de la OTAN han coincidido en un diagnóstico contundente: Rusia representa el mayor peligro para la estabilidad y la seguridad del espacio euroatlántico, no solo en el presente inmediato, sino también a medio y largo plazo.
Finlandia, Suecia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Bulgaria y Rumania firmaron una declaración conjunta tras una cumbre celebrada en Helsinki, en la que situaron la defensa del flanco oriental europeo como una urgencia estratégica. El encuentro no fue una reunión protocolaria más, sino una respuesta coordinada a un contexto que consideran cada vez más volátil.
El flanco oriental como prioridad estratégica
Los líderes reunidos en la capital finlandesa coincidieron en que la presión ejercida por Moscú sobre su entorno regional exige una reacción inmediata y sostenida. En el documento consensuado, subrayan que la seguridad de Europa pasa necesariamente por reforzar su frontera oriental, tanto en términos militares como políticos.
"El riesgo no es hipotético", señaló el primer ministro finlandés, Petteri Orpo, al término del encuentro. Según su valoración, Rusia mantiene una actitud que no permite pensar en una desescalada próxima. "Es una amenaza ahora, lo será mañana y previsiblemente seguirá siéndolo", afirmó ante los medios.
El texto acordado insiste en la necesidad de adoptar un enfoque integral que combine capacidades operativas, coordinación entre Estados y una visión multisectorial. No se trata únicamente de aumentar el gasto en defensa, sino de hacerlo de forma coherente, rápida y alineada entre los países que comparten frontera o proximidad geográfica con Rusia.
Más capacidades militares y mejor coordinación
Uno de los puntos centrales del acuerdo gira en torno al refuerzo concreto de las capacidades defensivas. Los ocho países destacan áreas clave que consideran prioritarias: el fortalecimiento de las fuerzas terrestres, la mejora de los sistemas de defensa aérea y antimisiles, y la preparación frente a amenazas emergentes como los drones.
También se pone el foco en la protección de infraestructuras críticas y en el control de fronteras, elementos considerados esenciales ante posibles escenarios de presión híbrida o desestabilización indirecta. Estas medidas, subrayan, deben desarrollarse tanto en el marco de la Unión Europea como en estrecha cooperación con la OTAN.
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, apuntó que Bruselas puede desempeñar un papel determinante para acelerar este proceso. Según explicó, la UE tiene margen para apoyar a los Estados miembros mediante una financiación más clara, la reducción de trabas regulatorias y una mejora sustancial de la movilidad militar dentro del territorio europeo.
La idea que sobrevoló la cumbre es que la defensa del este no puede recaer únicamente sobre los países más expuestos. La seguridad, insistieron, es un bien compartido y requiere una implicación colectiva.
Ucrania, telón de fondo permanente
El posicionamiento conjunto llega en un momento especialmente delicado del conflicto en Ucrania. Mientras Kiev, con respaldo europeo, intenta avanzar hacia algún tipo de entendimiento con Estados Unidos sobre un eventual plan de paz, las dudas sobre las verdaderas intenciones del Kremlin persisten.
Algunos borradores iniciales de ese posible acuerdo han sido percibidos en Europa como excesivamente favorables a Moscú, lo que ha generado inquietud entre los países más cercanos al conflicto. Desde Helsinki, el mensaje fue claro: no hay indicios que apunten a una voluntad real de Rusia para poner fin a la guerra.
"No observamos señales creíbles de que Rusia esté interesada en la paz", reiteró Orpo, reflejando una opinión ampliamente compartida entre los asistentes. Para estos gobiernos, cualquier solución duradera pasa por garantizar que Ucrania no quede expuesta a nuevas agresiones en el futuro.
Mensaje hacia dentro... pero también hacia fuera
Más allá de las medidas concretas, la declaración tiene un fuerte valor simbólico. Representa una alineación clara entre países que, en algunos casos, han modificado recientemente su tradicional política de neutralidad, como Finlandia y Suecia, empujados precisamente por la evolución de la amenaza rusa.
El mensaje va dirigido tanto a Moscú como a los socios occidentales: el eje norte-oriental de Europa exige ser tomado en serio. La seguridad ya no se concibe como un asunto periférico, sino como el núcleo de la agenda política europea.
En un contexto internacional marcado por la incertidumbre, estos ocho países han optado por una postura nítida. Para ellos, la estabilidad futura de la región euroatlántica depende de actuar ahora, reforzar la disuasión y asumir que el desafío ruso no es coyuntural, sino estructural.
