Sobre rescates, préstamos y déficits

Sobre rescates, préstamos y déficits

Los inversores han concluido que este rescate es mucho mejor para los bancos y sus accionistas que para el Gobierno y los contribuyentes. Puede ser el prólogo de un rescate menos blando de un país al que se le cierra el mercado de capitales.

Hemos asistido a una ceremonia de la confusión sobre el origen y la naturaleza del préstamo de 100.000 millones de euros que la UE, a través de sus fondos financieros de rescate, concede al Estado español para recapitalizar parte del sistema financiero. Y una de las causas más importantes de esa confusión ha sido el efecto de esos 100.000 millones sobre nuestro déficit y nuestra deuda pública.

Ya poco importa si Rajoy les arrancó la ayuda, calificada piadosamente como una "línea de crédito", o si le impusieron que la aceptara. Había que hacerlo antes de las elecciones griegas del domingo 17 de junio porque el resultado podía hacer necesario un cortafuegos entre la situación griega y la inestabilidad del sistema financiero español.

A los mercados no les ha convencido ese rescate y la prima de riesgo ha seguido subiendo hasta exigirnos casi un 7 % de interés, la frontera pasada la cual Grecia, Irlanda y Portugal fueron intervenidos. La causa es la desconfianza que inspiramos con el déficit público, rondando el 9 % del PIB y con las necesidades de recapitalización bancaria aumentando día a día. Entre ambas cosas, la credibilidad en nuestra economía se ha debilitado hasta la última rebaja al rango BBB.

La otra causa de la desconfianza es la confusión sobre las condiciones y las consecuencias de ese "rescate blando" o "línea de crédito", da igual como se le llame porque en el fondo todo rescate es un crédito, que va específicamente destinado al sector bancario. No parece que conlleve condiciones explícitas de ajustes económicos y sociales como en los casos anteriores. Cierto que nos vigilarán más de cerca y que las recomendaciones se convertirán en obligaciones, pero de momento no nos exigen más ajustes de los que ya han aplicado Zapatero y Rajoy.

El efecto sobre la deuda y el déficit merecen ser analizados en detalle para comprender a qué estamos jugando. El Gobierno ha intentado disimular argumentando que no les afectaría porque era un préstamo a los bancos. Pero no es lo mismo "a los bancos" que "para los bancos". Y Bruselas le ha contestado con irritación a través de una nota de Eurostat que pone las cosas en su sitio.

El préstamo se concede al Estado español, porque el FROB es una agencia del Estado. En consecuencia la deuda pública aumentara en todo lo que se utilice la "línea de crédito", hasta un 10% del PIB. Su efecto sobre el déficit es mas complicado. Rajoy ha argumentado que "no afectará al déficit" pero eso no es, desgraciadamente, cierto. Primero porque los intereses de esa nueva deuda pública, 3.000 millones anuales si se confirma el tipo, ciertamente privilegiado del 3%, irán directamente a aumentar el déficit público. Cierto que los bancos o cajas que reciban ayudas en forma de prestamos pagarán al FROB intereses por ellos de forma que el efecto se podría compensar. Pero si se utiliza como aportación de capital, solo se recuperará vía dividendos, o ventas con plusvalías cuando las entidades rescatadas, como Bankia, vuelvan a tener beneficios. Muy largo me lo fiáis. De momento el que asume el crédito, su riesgo y su coste es el contribuyente.

Pero el efecto anual de los intereses sobre el déficit no es lo más grave. El efecto importante dependerá de cómo Eurostat califique las aportaciones de capital del Estado. Si considera que son operaciones en condiciones normales de mercado, como las de un inversor privado que busca rentabilidad, las computará como una compra de activos financieros y entonces, de acuerdo con las normas de la Contabilidad Nacional, no afectarían al déficit porque de su cálculo se excluyen las operaciones de tipo financiero. Pero si considera que no son operaciones normales de mercado sino que encubren una ayuda pública, las computará como una transferencia de capital que estas sí computan en el déficit. ¿Y a usted cómo le parece que habría que considerar una inyección publica de capital en Bankia?

De manera que corremos el riesgo de que, no solo los intereses, sino el capital aportado para recapitalizar los bancos aumente el déficit en el momento en el que se efectúan. En el límite podrían ser los 100.000 millones de golpe. Como en el caso de Irlanda, que pasó de un superávit a un déficit del 30% como consecuencia de la recapitalización de los bancos con fondos públicos. A nosotros nos puede pasar lo mismo y si sumamos al 9% que ya tenemos la perspectiva de varios puntos más, hasta 10, de déficit adicional entonces sí que no hay forma de cumplir los planes de estabilización. Y los mercados lo saben, a pesar de que Rajoy se nos fuera al fútbol en un intento de aparentar normalidad diciendo que el problema estaba resuelto. Por eso la prima de riesgo no ha bajado sino que ha continuado a subir.

Parece que los inversores han concluido que este rescate blando es un trato mucho mejor para los bancos y sus accionistas que para el Gobierno y los contribuyentes. Y que puede ser el prólogo de un rescate menos blando de un país al que se le cierra el mercado de capitales. El único que puede evitarlo es el BCE comprando deuda pública española e italiana como ya hizo en agosto del 2011. Pero de momento Alemania no le deja.

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Ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid, máster en Investigación Operativa por la Universidad de Stanford en Palo Alto (California, EE. UU.), máster en Economía de la Energía por el Instituto Francés del Petróleo en París (Francia), doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid en Madrid (España) y catedrático en excedencia de Matemáticas Empresariales. Trabajó siete años para CEPSA. Desde su llegada a la política en 1979 ha ocupado diversos cargos: Fue concejal en Majadahonda (Madrid). Responsable de la política fiscal del Gobierno de la Comunidad de Madrid. En 1982 fue nombrado secretario de estado de Presupuesto y Gasto Público del Ministerio de Hacienda. Fue secretario de estado de Hacienda de 1984 a 1991 En 1991, ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Estando el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la oposición, ganó las elecciones primarias del 24 de abril de 1998. En 2002 fue uno de los representantes del Parlamento Español en la Convención Europea encargada de elaborar el borrador de la Constitución Europea. Borrell participó dentro de ésta en los grupos de trabajo de gobierno económico, Europa social, política exterior y defensa. De 2004 a 2007 fue presidente del Parlamento Europeo. De 2007 a 2009 presidente de la comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo. Entre 2010 y 2012 ocupó el cargo de presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia). En la actualidad es consejero de Abengoa.