La ARMH denuncia que los benedictinos del Valle de los Caídos están de ilegales desde octubre

La ARMH denuncia que los benedictinos del Valle de los Caídos están de ilegales desde octubre

El convenio entre el Estado y los monjes se extinguió entonces, por lo que la asociación memorialista reclama a Carmen Calvo el desalojo de Cuelgamuros.

Santiago Cantera, prior de la basílica del Valle de los Caídos, con los familiares de Francisco Franco, el día de su exhumación, en octubre de 2019. POOL New / Reuters

Los monjes benedictinos que controlan el Valle de los Caídos están residiendo en el complejo de forma ilegal, según la denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Al parecer, el convenio entre el Estado y la comunidad religiosa expiró el pasado 2 de octubre y no se ha vuelto a renovar, por lo que su situación está en el aire.

Según un comunicado enviado a los medios de comunicación, tras presentar un informe ante la Fiscalía General del Estado, “que demuestra que los monjes benedictinos que residen y gestionan las instalaciones del Valle de los Caídos lo hacen ilegalmente desde el pasado 2 de octubre”, la Asociación se ha dirigido a través del registro oficial del Ministerio de la Presidencia a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, a quien competen las materias de Memoria Histórica.

Reclama a la dirigente socialista el “estricto cumplimiento de la ley” y, por tanto, “el desalojo de Cuelgamuros”, porque los monjes benedictinos llevan “residiendo y gestionando parte de sus instalaciones de manera ilegal desde hace tres meses”.

Todo nace en un convenio firmado por las autoridades franquistas en el año 1958, unos meses antes de la inauguración del Valle de los Caídos que llevó a cabo el dictador Franco el 1 de abril de 1959, quedó extinguido el pasado 2 de octubre, como dicta la Ley 40/2015 de Régimen Jurídico del Sector Público.

“Entendemos que si se ha extinguido la herramienta legal que llevó a la comunidad benedictina a residir en el Valle el fin del convenio tiene que significar la salida de los monjes benedictinos y la toma de los mandos por parte del Gobierno que ha consentido a los monjes comportamientos que extralimitaban sus competencias como la obstaculización del traslado de los restos del dictador”, explica Emilio Silva, presidente de la ARMH.

El convenio, explica la asociación, fue firmado el 29 de mayo de 1958, entre la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y la Abadía Benedictina de Silos. En el mismo se establecía que un grupo de benedictinos procedentes del Monasterio de Silos se instalara en Cuelgamuros, por un tiempo indefinido que se mantendría mientras los monjes cumplieran los compromisos que figuraban en el mismo.

Los benedictinos estaban obligados a que la congregación agrupase como mínimo a veinte monjes, con sus respectivos novicios, a celebrar el 20 de noviembre de cada año una misa solemne de difuntos, por todos los caídos de nuestra cruzada, y a hacerse cargo de la dirección del Centro de Estudios Sociales, gestionar su biblioteca y desarrollar planes de estudios.

Ese acuerdo se mantuvo inalterable durante décadas de recuperada democracia. Pero el 2 de octubre de 2015 se publicó en el BOE la Ley 40/2015, de Régimen Jurídico del Sector Público, que establece una nueva regulación de los convenios. Según su Disposición Adicional Octava se prorrogan de forma automática los convenios indefinidos y se da un plazo de cuatro años desde la entrada en vigor de la ley para que sean renovados o quedarán extinguidos el 2 de octubre de 2020. En esta última fecha se extinguió automáticamente el acuerdo del Estado con la comunidad benedictina de Silos y por tanto los monjes se encuentran de manera ilegal en el Valle de los Caídos desde ese mismo día.

“El Gobierno tiene el deber de velar escrupulosamente por el cumplimiento de la Ley y este caso no puede ser una excepción. Urge tomar las riendas de ese lugar e iniciar con urgencia una intervención democrática en él y en ese sentido la prioridad debería ser exhumar los cuerpos reclamados por familiares y debe hacerse con urgencia porque algunos familiares son muy mayores y tienen derecho a enterrar a sus seres queridos en el lugar que consideren más digno y a que el Estado no sea un obstáculo, como ha sido hasta ahora, para que puedan hacerlo”, concluye Silva.