Por qué decimos 'quedarse a la luna de Valencia' cuando nos quedamos frustrados por algo
Hay muchas teorías pero, ninguna ha sido confirmada.

“Quedarse a la luna de Valencia” es una de esas expresiones que alguna vez hemos oído, especialmente en tierras valencianas. Se usa para referirse a una situación en la que alguien se queda sin conseguir lo que quería, con las manos vacías o con las esperanzas frustradas.
Aunque la Real Academia Española (RAE) la define simplemente como una forma coloquial de decir que alguien se queda sin lo que deseaba o esperaba, el origen histórico y cultural de la expresión es mucho más profundo y enigmático.
De hecho, existen varias teorías que compiten por explicar cómo esta frase pasó a formar parte de expresiones populares. Sin embargo, ninguna ha sido confirmada de forma definitiva. Tal vez por eso, como señalan desde la web Valencia Bonita, “nos quedaremos para siempre a la luna de Valencia” tratando de averiguarlo.
Las teorías más populares
La teoría más extendida y popular tiene raíces medievales. Según esta versión, durante la época cristiana, la ciudad de Valencia estaba protegida por una muralla con doce puertas que se cerraban puntualmente a las diez de la noche, tras el tradicional toque de queda. Quien no llegaba a tiempo, se veía obligado a pasar la noche fuera de las murallas, expuesto a la intemperie, o mejor dicho, “a la luna de Valencia”.
Algunos relatos enriquecen esta versión añadiendo un detalle curioso como que junto a las murallas existía un banco con forma de media luna o herradura, donde los quienes quedaban fuera intentaban dormir. Así, la “luna” del dicho no solo hacía referencia al cielo nocturno, sino también a ese peculiar lugar.
Otra explicación la aporta el escritor y periodista Vicente Vidal Corella, quien en su libro La Valencia de otros tiempos apunta a la expulsión de los moriscos en el siglo XVII como posible origen del dicho. Según esta versión, los moriscos que no lograban embarcarse hacia el norte de África quedaban en las playas valencianas esperando durante días y noches, bajo la luna, su incierto destino. Esta escena de espera forzada y desesperada encajaría perfectamente con el sentido actual del dicho.
La luna en los mapas o una simple adaptación
Una tercera teoría habla de la geografía misma de la Comunidad Valenciana. Desde el aire o en un mapa, la forma de la costa puede recordar a una luna creciente, especialmente en la zona que comprende los golfos de Valencia y Alicante. Así, los barcos que llegaban a las costas valencianas y no podían atracar debido al mal tiempo o la marea, debían esperar fondeados, "a la luna de Valencia", sin poder pisar tierra firme.
Por último, el autor José María Iribarren en su libro El porqué de los dichos sugiere que todo podría ser una prolongación del dicho más general “quedarse a la luna”, usado antiguamente para indicar que alguien se quedaba sin nada, en blanco. En ese caso, “a la luna de Valencia” no sería más que una adaptación regional.