La localidad de Castilla-La Mancha que cuenta con el primer volcán musealizado de la Península Ibérica
Hoy es un centro de interpretación con miradores y recorridos guiados.

Cuando se piensa en volcanes, la imagen suele viajar a lugares lejanos, con montañas humeantes y paisajes abruptos marcados por la lava. Sin embargo, la huella del fuego interior de la Tierra también está presente en el corazón de la Península Ibérica, donde antiguos volcanes ya extinguidos han modelado el territorio y conservan, bajo una apariencia tranquila, una historia geológica de millones de años.
En este contexto, en pleno corazón del Campo de Calatrava, una de las zonas volcánicas más densas de la península, el conocido Cerro Gordo se ha convertido en el primer volcán musealizado y accesible para el público en la Península Ibérica. Este enclave de Granátula de Calatrava, un pueblo de la provincia de Ciudad Real, ofrece visitas guiadas que permiten recorrer parte de su interior y entender la geología de la meseta.
El volcán, que a simple vista parece más un cerro que la clásica silueta cónica con cráter, es en realidad un cono de piroclastos formado por lapilli, cenizas y otros materiales expulsados en erupciones de diversa intensidad. Según recoge National Geographic, la visita didáctica discurre por pasarelas instaladas en una antigua cantera, que dejan al descubierto los diferentes estratos del edificio volcánico y facilitan la interpretación científica del relieve.
Un recorrido didáctico
La musealización de Cerro Gordo nace de la reconversión de la explotación de áridos, es decir, una extracción que dejó a la vista secciones del volcán aprovechadas ahora para crear un centro de interpretación con paneles, miradores y recorridos guiados. La iniciativa combina conservación, divulgación y turismo científico, y forma parte de los esfuerzos por poner en valor el patrimonio geológico de la comarca.
Además de las rocas y los paisajes, el recorrido también deja ver cómo muchos de los materiales volcánicos de la zona, como cenizas y sales procedentes de procesos magmáticos, son semejantes a las puzolanas que los romanos utilizaron para fabricar cementos extraordinariamente resistentes. Esa dureza es la razón por la que los materiales volcánicos han sido aprovechados en la construcción desde la Antigüedad.
El entorno del volcán conserva otros vestigios del pasado geológico, entre ellos manantiales de aguas “agrias” o ferruginosas, como la famosa Fuente Agria de Puertollano, que ilustran la relación entre procesos hidrotermales y el subsuelo volcánico de la comarca. Estos manantiales, explotados tradicionalmente por sus supuestas propiedades, forman parte del mosaico natural y cultural que el visitante encuentra en la ruta.
En general, Campo de Calatrava reúne cientos de estructuras volcánicas que son el resultado de un proceso geológico que se prolonga desde el Neógeno hasta tiempos relativamente recientes, y que incluye erupciones efusivas, estrombolianas e hidromagmáticas. Esa compleja historia es la que el visitante puede leer en las paredes del Cerro Gordo, donde los cortes de cantera funcionan como un “libro” estratigráfico a cielo abierto.
