Karlos Arguiñano, el rey de un imperio con herederos: "Estoy orgulloso de lo que he hecho y todo con mi dinero y sin subvenciones"
Con motivo del lanzamiento de su libro visitamos al cocinero de la tele en su bodega, uno de los negocios que ha creado y que está en manos de su hija pequeña.

Cocineros de éxito hay muchos, pero como Karlos Arguiñano no hay ninguno. A sus 77 años, una edad a la que la mayoría de la gente está jubilada y disfruta de su merecido retiro, el vasco sigue al pie del cañón no con uno, sino con varios proyectos. Día tras día se mete en las casas de los telespectadores con su programa Cocina Abierta de Antena 3, del que se encarga su productora, Bainet, y cada noviembre lanza un libro de recetas con Planeta, editorial que apostó por él y que tiene claro que ya no le suelta.
Porque Arguiñano es una marca que funciona por varios motivos. A algunos les caerá mal, pero lo importante es que la mayoría se siente seducido por el vasco por su carisma, su gran sentido del humor y su cercanía. Es un cocinero de la tele que quiere que sus recetas sean sencillas, saludables y a buen precio para que la gente de la calle pueda realizarlas.

Y parece que lo consigue porque lleva más de tres décadas cocinando en la pequeña pantalla, tanto en España como en Argentina, donde también triunfó, y va por el libro número 12 con Planeta. Podría pensarse que tiene poco que contar o que ya no le quedan recetas por hacer. Pero no. ¿Es mérito suyo? No del todo. Como señala el propio Arguiñano, si no fuera por su equipo él no sería nada.
Y como siempre encuentra más recetas y sigue vendiendo, Planeta sigue confiando en él año tras año. No hay noviembre sin nuevo libro del vasco y para presentarlo nos fuimos a la bodega K5 de Aia, en Gipuzkoa, otro de los prósperos negocios de Arguiñano y que gestiona su hija Amaia.

Arguiñano nos propone 560 recetas en Cocina para todos con la esperanza de seguir vendiendo como hasta ahora. Tanto vende, con el último fueron 112.000 copias, que bromeó con presentarse al Premio Planeta: "Cuando hay algo que te gusta y lo haces con ganas, con fundamento, el resultado... Y luego estar casados con Planeta. Tenemos una novia de lujo. Como sigamos así, algún día me cae el Premio Planeta. Hay quien pide la novela ya. En cuanto aprenda a escribir, empiezo".
Evidentemente esto era una broma, algo típico de Arguiñano, que en ningún momento pretendía meterse con este galardón, ni tampoco con el ganador de 2025, Juan del Val. De todos modos, al enterarse de sus palabras, el marido de Nuria Roca comentó: "Con Arguiñano me llevo bien. Bueno, o creía. No sé lo que dijo ayer pero seguro que si dijo algo estoy convencido de que no fue malintencionado. Estoy segurísimo". Pues efectivamente eso era.

Porque como decía, Arguiñano es puro humor: "Si eres un amargado, de ahí no sale nada bueno. Pero si eres honrado y vas dando dos pasos sin meter la gamba en cada momento, la vida es genial. Soy de prontos, pero se me pasa enseguida, es que si no, no avanzas. Es como el alcohol y las drogas. No te ayudan nada, te complican. Sin humor difícilmente puedes hacer una vida sana. Tienes que tener humor. Genio tengo, pero se te tiene que pasar. En la hostelería hay muchos momentos de tensión, pero luego hay que hacer borrón y cuenta nueva. Y si en esta vida riegas la familia, los amigos y los compañeros de trabajo, la vida te va bien. Es lo que necesitas para ser feliz".
Pero además de humor hay cercanía. Arguiñano es un poco el cocinero del pueblo: "Son recetas para todo el mundo, sencillas, con ingredientes que los encuentras a 10 minutos de tu casa, no hay nada complicado. En mis recetas no me vais a ver cocinando cigalas, ni bogavantes, ni langostas, ni angulas, ni cocochas frescas. Se procura hacer una cocina sana, natural, de temporada y ahí sigo, después de tantos años, yo ya tengo 77, me estoy ya aburriendo de la edad, pero es que estoy con la misma ilusión que cuando empecé a hacer los programas de televisión y los libros me dan la fuerza", señaló el de Beasain, que apunta también que la gente se anima al ver que le salen las recetas. Y claro, eso ilusiona incluso a los que cocinan por obligación.
Y luego están los precios. Para muchos chefs, la cocina es elitista, pero no para Arguiñano, que no quiere ni oír hablar de ingredientes caros: "Hay que comer normal, y eso es sano, variado y de temporada y sin gastar mucho. Y yo cuando cocino me acuerdo de la cantidad de gente que con mil o mil doscientos euros al mes tiene que dar de comer a tres o cuatro personas. En el que no pienso es en el que come todos los días de restaurante y tiene cuatro barcos, que igual no sabe ni quién soy, pero me importa un huevo".
La familia y... ¿la sucesión?
El pilar de Arguiñano es su gran familia, formada por su esposa María Luisa Ameztoy, con la que lleva más de medio siglo, y sus siete hijos, seis biológicos y una adoptada, que a su vez le han dado 14 nietos. "En mi casa nos juntamos todos los domingos y siempre parece Navidad". Además, tiene la suerte de tener a todos los hijos cerca menos a uno que vive en Catalunya con su familia, aunque viaja a Zarauz con frecuencia.

"Mis hijos han nacido en la cocina y los nietos también vienen cocineros. Yo hago la masa de croquetas y pongo a los niños con las bolsas, la harina y el huevo. Es la hostia de bonito. Los que no tienen hijos se lo pasan también de puta madre, pero los que tenemos hijos y nietos disfrutamos mucho, aunque sale más caro. Somos 30 en casa y ahora me ponen nombres raros a los nietos, que tengo 14. Con ellos es una maravilla porque les quieres un montón y los cuidan los padres. La familia numerosa es la hostia. Hasta que no lo tienes no te das cuenta de lo que es", manifiesta satisfecho con su prole.
Arguiñano ya ha hecho todo lo que quería hacer en la vida. Reconoce que no tiene sueños por cumplir, que se siente fresco y feliz y que no tiene necesidad de hacer más cosas: "Ahora solamente con que funcione todo lo que tengo a mi alrededor me sobra". Y lo cierto es que a su alrededor tiene de todo. Está su programa de cocina en Antena 3, sus libros de recetas, ha producido películas y patrocinado equipos de motos, esponsoriza a los equipos femeninos de balonmano y rugby del Club Deportivo Zarautz, tiene una escuela de hostelería, una bodega, un restaurante en Zarauz y un hotel. Por si fuera poco, fundó una empresa de pelota vasca llamada Baiko Pilota... y seguramente se me olvidará algo.

En cuanto a la sucesión, está claro que no hay otro como él, pero ha logrado un imperio en el que se han ido colocando sus hijos con mayor o menor proyección. Una de sus hijas más discretas es Amaia, la que gestiona la bodega K5 y que estaba presente en la presentación. Es una mujer amable, pero mucho más seria que su padre y con otra forma de hacer las cosas.
También se encontraba el más mediático, Joseba, el que ha seguido su camino como cocinero televisivo, aunque con menor proyección que Karlos. Sí colabora con su padre en Cocina abierta y pone su granito de arena en los libros de recetas, aunque está más ocupado con su propio obrador y bombonería, con las tiendas que ha montado y con su programa en la ETB1, donde además de cocinar entrevista a alguien que le acompaña en el plató. "Todos hemos salido de casa y todos hemos acabado volviendo", nos confesó Joseba en la bodega, haciendo referencia a que, aunque tanto él como sus hermanos comenzaron realizando su propio camino, han terminado regresando y prosperando en el imperio familiar.

"Joseba tiene buena mano. No sé si va a ser tan grande, pero es más listo y está más preparado que yo. Y aprendo mucho de él con platos nuevos y modernos, cosas que yo no manejo y que me sorprenden. Me siento orgulloso", reconoce Arguiñano, que también siente satisfacción de todo lo que ha logrado él mismo: "Estoy orgulloso de todo lo que he hecho. Todo con mi dinero. He hecho todo con mi trabajo. Nunca he vivido de ninguna subvención. Nunca he vivido de nadie", expresó un cocinero único e irrepetible aunque con la sucesión bien encarrilada.
