Eva María Gallego, alcaldesa de un pueblo de Madrid de 70 habitantes: "Somos terapia, un día con nosotros y al día siguiente ya eres parte del pueblo"
Un ejemplo de cómo mantener viva una comunidad e incorporar servicios modernos.
En un momento en el que la prisa, el ruido y el aislamiento social marcan la vida cotidiana, surgen iniciativas locales que demuestran que otra forma de vivir es posible. Desde la gestión pública y el cuidado comunitario, algunos liderazgos rurales están construyendo modelos de bienestar basados en la cercanía, la escucha y el tiempo compartido, capaces de convertir el entorno en un espacio de refugio y cohesión social.
En este contexto, con apenas 70 habitantes, Madarcos se ha convertido en un ejemplo de cómo un pequeño pueblo puede mantener viva su comunidad al tiempo que incorpora servicios modernos. La villa, situada en las estribaciones de Somosierra y con arquitectura tradicional de piedra que conserva recuerdos de su pasado ganadero, ha conjugado medidas sociales y mejoras tecnológicas para frenar el declive demográfico.
“Somos terapia. Es un pueblo que no es de paso, tienes que venir a Madarcos”, asegura su alcaldesa, Eva María Gallego Berzal, en una entrevista con el creador de contenido Hildemaro Solís. "Lo que más pongo en valor es la esencia de pueblo. Tú llegas aquí, pasas un día con nosotros y al día siguiente ya eres parte del pueblo. Nos vamos a preocupar por ti. Aquí no existe la soledad no deseada", resume con orgullo.
Por y para los mayores
La instalación de fibra óptica impulsada por la Comunidad de Madrid abrió la puerta al teletrabajo y a la llegada de nuevas familias que buscaban calidad de vida fuera de la ciudad, haciendo factible la posibilidad de asentamiento. Además, Madarcos fue también semilla del programa Cuídame, una iniciativa orientada a combatir la soledad no deseada entre personas mayores en municipios pequeños.
El proyecto, que arrancó con experiencias y protocolos impulsados desde el propio ayuntamiento, ofrece atención personalizada, actividades y espacios de encuentro diarios. Hoy forma parte de las políticas regionales que buscan replicar ese modelo en otras localidades rurales de Madrid. Más allá del programa, Gallego subraya que lo que sostiene el día a día es la atención vecinal, además de otros servicios como el transporte a demanda SierraCar o las ayudas del programa Pueblos con Vida.
El impulso comunitario también ha servido para dinamizar pequeñas iniciativas locales, desde obradores artesanales hasta una creciente oferta gastronómica y formativa, y para conservar servicios básicos que atraen familias. La proximidad a escuelas rurales y convenios educativos con transporte y comedor gratuitos refuerzan la idea de que la vida en el medio rural puede ofrecer oportunidades educativas y un entorno seguro para los niños.
La alcaldesa, además, mantiene proyectos prácticos para mejorar servicios básicos: entre sus prioridades ha nombrado la apertura de una tienda en el pueblo como forma de fortalecer la vida cotidiana. En definitiva, Madarcos destaca por su inversión en conectividad, políticas sociales dirigidas a combatir la soledad, y una comunidad activa que es capaz de revertir la sensación de abandono.