Muchos se sorprenden al ver el pueblo estadounidense con señales de apenas un metro y garajes como naves industriales
Lo que a priori parece un error de construcción, en realidad tiene mucho sentido.
Cameron Park es un barrio de Estados Unidos que a simple vista parece el retrato de una suburbanización norteamericana estándar: casas espaciosas, jardines cuidados y kilómetros de calles limpias. Sin embargo, si nos fijamos bien encontramos detalles un tanto inusuales: señales de tráfico de apenas un metro de altura, calles que parecen pistas de aeropuertos e incluso garajes de dimensiones tan desproporcionadas que podrían albergar un autobús.
Aunque muchos se puedan creer que esto se trata de un error de construcción, lo cierto es que tiene todo el sentido del mundo: es un diseño pensado para que los aviones convivan con los coches. Este vecindario de California se llama Cameron Park Airpark y fue construido a principio de los años 60 junto al aeropuerto local, lo que permite a los residentes aparcar sus avionetas al lado de sus coches.
Esas anomalías urbanas (señales bajas, buzones a ras, calles más anchas que lo normal e incluso garajes capaces de refugiar aviones) tienen una razón práctica: las alas necesitan espacio. Tal y como explica un creador de contenido estadounidense en su canal de YouTube Go Explore Today, “el motivo de que las señales estén tan bajas es para que los aviones puedan pasar por encima sin golpearlas con las alas”, asegura en un vídeo que se ha hecho viral.
Tráfico terrestre y aéreo
El aeródromo cuenta con una pista pavimentada de 4.051 pies (unos 1.235 metros) y el “vecindario-aeropuerto” suma alrededor de 124 casas residenciales, de las cuales unas 90 tienen al menos un avión aparcado en su jardín. Además, las calles de este barrio son más anchas que la pista de despegue y aterrizaje, ya que están pensadas para que las avionetas circulen en ambas direcciones.
Estas calles tienen nombres sacados del mundo de la aviación y están construidas pensando especialmente en estos gigantes de metal que surcan el cielo. El suelo está pavimentado para aguantar su peso y la anchura de las calles permite que un coche y una avioneta se crucen con comodidad. Además, todas comunican directamente con la pista, convirtiendo el barrio en una red de rodaje urbana donde el tráfico terrestre y aéreo conviven sin fisuras.
Aunque parece un aeropuerto doméstico, Cameron Park no tiene torre de control permanente. En su lugar las operaciones se coordinan a través una frecuencia de radio comunitaria, así como se siguen ciertas normas internas y un régimen de acceso through-the-fence que regula la convivencia entre tráfico rodado y aéreo. Eso sí, vivir aquí tiene un coste: una de las pocas casas disponibles cuesta un millón de dólares y una parcela sin construir ronda los 400.000.