Un curso para seguir creciendo juntos
Defender a los docentes es defender la educación.

Septiembre es siempre un mes de comienzos. Aunque el calendario nos diga que el año empieza en enero, en realidad casi todas las personas organizamos nuestras vidas a partir de este otro arranque, que coincide con el del curso escolar. Tras el verano las aulas se llenan de voces y expectativas, de nervios y de ilusiones. Cada reencuentro entre profesorado y alumnado es una promesa de futuro. Y ese futuro lo construimos, como sociedad, en nuestros centros educativos.
De ahí que, una vez más, afrontemos este nuevo curso que ahora arranca con el compromiso de garantizar que la educación sea un derecho real y efectivo para todas las personas, vivan donde vivan y cualesquiera que sean sus circunstancias. La educación no solo abre oportunidades individuales: es también la palanca más poderosa para una sociedad más justa y cohesionada.
Son más de ocho millones los estudiantes que comiencen estos días el curso. Detrás de esa cifra hay miles de historias personales, cada una con sus sueños y dificultades, y todos merecen que pongamos lo mejor de nuestra parte para que logren sacar sus expectativas adelante.
Hemos avanzado mucho en las últimas décadas: la tasa de abandono escolar temprano está en torno al 13%, casi la mitad de lo que era hace quince años. La Formación Profesional vive un crecimiento histórico, con más de un millón de alumnos, y ha visto incrementarse su empleabilidad gracias a su conexión con las necesidades empresariales. Al mismo tiempo, cada vez más jóvenes acceden a la universidad. Pero eso no implica que no existan retos pendientes, como la reducción de desigualdades, la mejora de la comprensión lectora o el refuerzo de las competencias digitales. El gran foco de nuestras políticas educativas no puede ser otro que contribuir al éxito educativo -que es lo mismo que hablar de su futuro- de todos y cada uno de los alumnos y alumnas.
Unas políticas que tienen también muy en cuenta a los docentes, que son una pieza clave en todo este engranaje. Más de 700.000 maestros y profesores acompañan cada día a los alumnos en su camino de aprendizaje. Lo hacen en grandes ciudades, en pequeños pueblos o en barrios donde conviven diversas culturas. No solo transmiten conocimientos: también orientan, escuchan, motivan y, muchas veces, consuelan.
Sabemos que su trabajo continúa cuando se cierra la puerta del aula. Preparan clases, corrigen tareas, buscan nuevas herramientas. Por eso, desde el Ministerio trabajamos para mejorar sus condiciones laborales, ofrecerles una formación más adecuada a sus necesidades y reforzar el reconocimiento social que merecen. Porque si una sociedad quiere tener futuro necesita un sistema educativo fuerte, y este precisa a su vez de unos docentes que se sientan valorados. Porque es su trabajo el que abre el camino del porvenir.
El papel de los docentes es insustituible. Son los docentes los que guían al alumnado en un mundo cada vez más incierto. Por eso, es también el momento de cuidar a los que nos cuidan. Es una obligación inaplazable. Desde el Ministerio de Educación y Formación Profesional hemos calificado esta como la legislatura del profesorado. Sin ellos nada es posible. Son el pilar fundamental sobre el que se sustenta nuestro sistema educativo. Y es de la mano de ellos y de ellas, a través del diálogo, como queremos mejorar sus condiciones de trabajo, los retos de la profesión y acompañarles.
Defender a los docentes es defender la educación. Y defender la educación es defender nuestro futuro.
