10 juguetes que no te compraron en los '90 porque eran caros, pero aún puedes tener en 2025 (más caros)
¿Debajo de tu árbol nunca aparcaba el 'scalextric'?, ¿tu 'tamagotchi' no se murió de hambre y sí por visitar la lavadora?, ¿no salías de la casa del único amigo que tenía la 64? No te preocupes, todavía hay esperanza. Como siempre, en la cartera.

Como un cuento de Navidad dickensiano postmoderno. Esta es la sensación que incontables niños han sufrido a lo largo de la historia -y probablemente en paralelo al desarrollo del capitalismo- cuando la tragedia se tornaba en la siguiente escena. Un árbol de plástico bajo el que, en lugar del paquete esperado con forma de caja, se topaban con algo envuelto de forma irregular y que amenazaba seriamente con ser otro jersey que no podrían ponerse porque pica más que la ausencia del juguete con nombre anglosajón que escribieron en la carta a los Reyes o a Papa Noel.
Es algo que ha ocurrido y seguirá ocurriendo. Pero hubo una época en la que el choque fue especialmente duro por la transformación socioeconómica que se estaba viviendo en España. Corría la década los noventa, daba igual que sonasen las Spice Girls, Nirvana o La macarena. Nuestro país entraba en la Comunidad Económica Europea (CEE) con el viento de cola del esplendor del desarrollismo de los ochenta. Cada vez más familias podían darse caprichos que antes fueron impensables y eso pasaba también por contentar a los más pequeños, fundamentalmente, con trozos de plástico carísimos.
Fue así cómo la industria de los juguetes vivió un momento de dulce con las familias yendo en masa a comprar coches en miniatura, consolas, muñecas que empezaban a ser muy distintas a las de Famosa o una especie de busca en el que no salía número alguno y sí un extraño monstruo que comía y hacía sus necesidades constantemente. Un cosmos de cosas innecesarias, pero que querías a toda costa y no te compraron. Si eres de los que se juraron a sí mismo que tendrías todas aquellas chorradas cuando tuvieses tu propio dinero... hay buenas noticias para ti, pero bastante malas para tu cartera.
1- Scalextric, el rey aparcado bajo el árbol
Era toda una pasión, para aquellas familias que podían permitírselo y contaban con suficiente espacio en casa como para montar un pequeño circuito de carreras. Se trata del Scalextric, coches con los que podías echar carreras con tus amigos con un mando en el que controlabas la aceleración de un vehículo sobre un raíl. Sencillo pero tan efectivo que continúa siendo más que un juguete que se venda cada año. Es una auténtica pasión para aquellos que lo coleccionan o compiten.
En 1995 comprar un Scalextric en España suponía dejarse entre 1.200 y 2.000 pesetas solo en el circuito. Hoy, si quieres las pistas antiguas en buen estado, supone moverse entre los 100 y los 500 euros. Pero a ello hay que sumarle el propio vehículo. Es en esa variedad de elección donde realmente está el meollo del coleccionismo en este tipo de juego. Se comercializaron en España desde mediados de los '60, pero hay piezas de los '90 que pueden costar fácilmente 50 euros usados. Algunos originales en su caja alcanzan frioleras de miles de euros.
2- Hot Wheels (o "vale, no me compran el Scalextrix, pero...")
No te compraron el Scalextrix, pero sí rascaste cochecitos. Y, oye, no estaban tan mal. Hasta que tus padres cogieron una bolsa y echaron incontables figuritas de coches que habían ido conquistado tu estantería envolviéndose en una cobertura de polvo importante. Solo pueden tratarse de los Hot Wheels, unos vehículos en miniatura en los que el objetivo no era ganar a la persona que tenías al lado, sino lograr que se quedase boquiabierto con cómo de alto había volado el mini bólido o cuantas vueltas había dado al loop naranja.
Todavía se venden en el mismo formato de cajitas que funcionan como expositores o en lotes de varias unidades, pero con la misma premisa. Te puedes construir tu circuito e ir cambiándolo u optar por comprarte distintas pistas independientes. Cualquiera de tus coches de la colección puede ser sometido a test y, precisamente, eso fue lo que enganchó. El hecho de que eran reproducciones de vehículos reales de época o actuales -sí, ahora clásicos-.
Lógicamente, los coches más antiguos y descatalogados cuestan más. Los que están conservados sin sacar del blíster de plástico se mueven en una horquilla de precios de entre 20 y 50 euros, según de cuál se trate, claro. Hay rarezas que llegan a superar los 500 euros, pero lo más común es encontrarse packs con decenas de unidades por 100 o 200 euros.
3- Playmobil: asalto al castillo... y al sueldo de tus padres
Efectivamente, otro tipo de juguete que nos ha acompañado hasta la actualidad y que sigue encontrándose en cualquier estante de las jugueterías más modernas, como otro tipo de montables, como el Lego -hasta los Tente han vuelto, eh-. Pero Playmobil se caracterizaba por algo más que por aquellos muñecos con manos de velociraptor, eran los reyes en los escenarios, en las temáticas. Mientras que otros juegos de construcción buscaban dar rienda suelta a la imaginación, estos muñecos encandilaban desde el dibujo de la caja.
Y crearon incontables generaciones de coleccionistas que aún hoy en día están atentos a las novedades a las que echarle el guante. Pero, como en todo coleccionismo, los artículos más antiguos y descatalogados son los que pueden darte un vuelco al corazón. ¿Se acuerdan del mítico asalto al castillo de Playmobil? Pues el fortín continúa resistiendo, pero probablemente tu cartera se rinda. De segunda mano y completo de piezas, supera los 250 euros en eBay. Hay módulos más pequeños que son tan exclusivos que incluso rondan e igualan esa cifra, pero hay complementos, es decir, piezas sueltas que se venden entre 10 y 20 euros.
Si has desbloqueado el recuerdo del castillo, probablemente también el del barco pirata, otro de los clásicos que se ha venido comercializando en distintas épocas. El de 1984 llega a los 650 euros, pero ninguno suele bajar de los 100 euros. Hay ejemplares que se acercan a la friolera de los mil euros y los complementos son de los más codiciados de estos juguetes.
4- Todas las consolas a las que veías jugar a tu vecino: de la 'súper nintendo' y las 'game boy' a la 64 y la PS1
Los '80 ya habían demostrado que las vídeo consolas iban a revolucionar el ocio tal y como se conocía hasta entonces, pero en los '90 llegó la auténtica explosión. Ya no hablábamos de un 'spectrum', ni de la NES. La muchachada comenzaba a llevar en los bolsillos la Game Boy -bajo la promesa cumplida de que era 'pocket' y en 'color'- y las compañías ya sabían que aquellos televisores grandes que habían comprado los padres eran el escenario perfecto para la nueva generación de consolas que dio un salto sin precedentes.
Pero la realidad es que estos juegos sí representaban un abismo para muchas familias que no podían hacer tal desembolso. Si las de bolsillo proliferaron en mayor medida, el verdadero tesoro era aquel amigo al que le habían comprado una Nintendo 64 y tenía más de un mando. Cuando salió al mercado en España costaba la friolera de 34.990 de las antiguas pesetas. Hoy puedes comprarla por distintos precios, pero es común que con un mando no baje de los 200 euros. Ah, que ¿cuánto eran 34.990 pesetas? Pues unos 209 euros al cambio. Sin estrenar la máquina, actualmente ese precio puede superar los mil euros con facilidad.

Con las game boy pasa algo parecido, su precio no se ha movido en gran medida del original -si obvias la inflación y la pérdida de poder adquisitivo-. La Game Boy Color se vendía a 12.990 pesetas, unos 80 euros. Hoy en día eso es lo que vale como mínimo una vieja, pero la realidad es que puede oscilar mucho. Porque las game boy destacaban por sus ediciones especiales, que venían con dibujos o colores diferentes. Estas pueden superar los 100 euros pero dispararse mucho más según la exclusividad y el número de existencias que salió al mercado.
Si, por lo contrario, siempre habéis sido de Sony, lo cierto es que con la PS1 el precio actual es mucho más asequible que el de una 64. Hay unidades a 20 euros en eBay o en otras plataformas como Wallapop. Claro, si lo que quieres es una nuevecita, prepárate para desembolsar entre 100 y 300 euros. Los juegos originales también son más baratos que un cartucho de Nintendo. Para hacerse una idea, un título conocido y valorado de la 64 puede irse a los 80 euros, mientras que la media andan por los 30 euros. Pero uno de la primera PlayStation incluso por debajo de los diez. Abundan mucho los lotes de juegos en los que puedes adquirir hasta un centenar de cedés por unos cientos de euros.

5- La saga 'Nova': aprende y lábrate un oficio
Hubo un momento en que cualquier niño en España podía recibir una caja con la que comenzar a aprender un oficio o iniciarse en tareas científicas sin que fuese considerado explotación infantil o clases particulares. Era un regalo. Y a los niños les gustaba. Aunque no fuese algo que perdurase mucho. No por las ganas, más bien por que el contenido de la caja se acababa. Se trata de la saga 'Nova' o todo aquello a los que pudieras añadirle dicho sufijo.
¿Has soñado con hacer tus propios mosaicos como si fueses un romano? Mosaiconova. ¿Te apasiona la alfarería o solo querías recrear aquella escena de Ghost? Alfanova. ¿Estabas seguro de que si te convertías en repostero tendrías dulces cuando quisieses? Choconova. ¿Prepararse para inventar una futura cura contra la covid o simplemente poder ver cosas pequeñas? Micronova. Y, básicamente, así con infinitud de cosas: telares, volcanes, cristales, serigrafía.
El rey de los juegos educativos de los '90 murió en aquella época, pero fue reeditado y todavía pueden comprarse la siguiente generación. Estos últimos rondan entre los 30 y 40 euros, pero por el mismo precio y hasta unos 70 euros puede adquirirse los primeros en eBay. Lógicamente, muchos de las primeras ediciones que hay a la venta tienen el problema de que carecen de los materiales originales del juego. Por ejemplo, la arcilla que venía en Alfanova.
6- Barbie: en qué tipo de estereotipo quieres convertirte
La reina de las muñecas en todo el mundo. La Barbie. Una mujer asociada a infinitud de clichés y estereotipos o al mantra comercial de que cualquier chica podía ser lo que quisiese ser en el futuro. Sobra decir que, de aquellos catálogos, había más oficios en los que se luciese modelito que bata de científica o de médica. Con todo, se siguieron vendiendo antes de la 'ola rosa' que trajo la película de Greta Gerwig y se seguirán vendiendo si baja la marea. Algunas son auténticas piezas de coleccionista.
Los '90 no fueron una excepción para estas muñecas. Quienes se quedaron sin ella o no pudieron hacerse con un modelo al que le tenían especial ganas todavía puede hacerlo. ¿Por cuánto? La respuesta conlleva adentrarse en el submundo del coleccionismo que representan las Barbie. ¿Quieres la Moonlight Rose del '91? Pues prepárate para apoquinar unos cien euros. ¿Quieres una de la edición especial de 'sirenitas'? La cosa ya se va a más de 200 euros.

7- Furby: peluche y robot
Los últimos compases de los '90 también eran tiempo de cortar con los antiguos moldes de muñecos. Y así nació la idea de juntar peluche y electrónica para crear al Furby. Para hacerse una idea del furor que desataron, fueron 1,8 millones los vendidos en 1998 en su estreno, pero es que al año siguiente esa cifra se elevó a los 14 millones.
Para aquellos que no estén familiarizados con estos juguetes, se tratan de una especie de robots que cuentan con su propio lenguaje, el furbish, y poco a poco según crece la interacción con el usuario van 'aprendiendo' pequeñas palabras en el idioma del país de venta. Los hay de infinitud de colores y modelos, lo que se traducía en... otra nueva ventana de oportunidad para el coleccionismo.
Al igual que con otros artículos, los primeros y las ediciones especiales son los que mayor precio alcanzan actualmente en el mercado. Los primeros pueden conseguirse desde 50 a 150 euros, pero hay algunos ejemplares de tiradas reducidas que pueden llegar a los 300 euros.

8- Tamagotchi: no te encariñes, hazme caso
Una cosa es la terrible escena de Blade Runner 2049 con el dispositivo de Joi y otra es haber sido niño en los '90, tener un 'tamagotchi' y atreverte a pagar el precio de salir fuera a jugar y olvidarte de sus necesidades. Efectivamente, otra vez a darle con el palillo al botón del reset. Estos pequeños 'huevos' electrónicos son un sencillo dispositivo con una pantalla y tres botones en el que cuidabas a un monstruo digital dándole de comer, lavándolo, jugándolo con él, limpiando sus deposiciones... Y nadie te pagaba.
Te enganchaba porque iba creciendo y cambiando de aspecto, pero el precio no era ninguna tontería para la España de la época, entre 2.000 y 3.000 pesetas, según el modelo. Pero hubo un bum grande y era casi imposible no ver alguno colgado del cinturón o de la mochila -se llevaba como un llavero-. Hace varios años que volvieron a comercializarse a un precio de 20 euros, siguiendo el modelo original, pero actualizando los diseños.
También hay nuevas versiones que pueden irse a los 50 euros, pero con mejores gráficos -si es que eso importa en un 'tamagotchi'-. Y sí, por supuesto que quedan de los primeros modelos y totalmente a estrenar, pero eso ya abre la horquilla de precios hasta los 80 euros, pudiendo incluso superar los 150 si es uno muy raro.

9- Polly Pockets: universos en miniatura... de plástico
En medio de tantas novedades electrónicas podría decirse que hubo un clásico que resistió -y que aún nos acompaña en la actualidad-, en forma de casas de muñecas. Pero con una esencia totalmente opuesta a las casas de muñecas de siempre, la de que no tuvieran que estar en tu cuarto de juegos y te la pudieras llevar en un bolso o incluso el bolsillo. Obviando que quizás había que darle una pensada a vender juguetes de piezas minúsculas, así fue como arrasaron las Polly Pocket.
Había varios formatos, pero, en líneas generales, destacaban las minicasas que eran a su vez pequeños escenarios. Pero había otra clase aún más pequeña que cabe en la palma de la mano, en la que ese escenario es un estuche que se abre como un libro y despliega los edificios con los personajes y los accesorios en el interior, pero que al cerrarse sigue siendo un estuche que llevarte a cualquier sitio. Fue todo un éxito que rápidamente imitaron también en juguetes para niños.
Si te da un ataque de nostalgia, lo cierto es que también tiene su nicho en el coleccionismo. Los que son escenarios fijos se mueven entre los 80 y los 300 euros, mientras que en los estuches hay mucha diversidad según de lo que se trate. Hay lotes de varias unidades por varios cientos de euros, pero alguno de forma individual puede alcanzar los 100 euros.
10- De aquella pokéchatarra... este poképastón (el que guarda siempre tiene)
No luchamos para convertirnos en maestros pokémon durante infinitas horas, píxeles y ojos rojos para que todo aquello cayese en el olvido como quien dejó un Mew olvidado en el juego -¡tenían pila!, ¿por qué no nos dijeron que los cartuchos tenían pila y algún día se borraría la partida?-. Y mucho menos para dejar olvidada las cantidades ingentes de accesorios que han acompañado a esta saga de videojuegos. En los '90 eso se traducía en tazos -antes no venía un 20% de aire en la bolsa de fritos, venían regalos-, muñecos, peluches y cartas.

Todo eso, ahora mismo, vale dinero. Pero la clave es de qué artículo se trate. Por ejemplo, cuando hablamos de tazos, la suma no es muy elevada. Se pueden conseguir colecciones enteras -cientos de unidades- por 30 o 50 euros. Pero con las cartas es otra historia. Si las conseguiste en inglés en su día, los precios pueden llegar a ser estrambóticos. Pero las españolas de los '90 tampoco son ninguna tontería.
Quizás se acuerden de que durante la pandemia del coronavirus había gente en plataformas de streaming abriendo sobres en busca de unos mil euros en forma de Charizard -el mítico dragón rojo con la cola ardiendo-. Era 2021. El primer Charizard en castellano puede comprarse hoy a entre 2.000 y 3.000 euros en eBay. Era 1999.
