¿Por qué se extinguió el dodo?
La historia del dodo es un recordatorio de que la intervención humana puede tener consecuencias irreversibles para la biodiversidad.

El dodo era un ave de aproximadamente un metro de altura, con un peso que oscilaba entre los 10 y 20 kilogramos. Su plumaje era grisáceo y su pico, largo y curvado, le permitía alimentarse de frutas y semillas. Adaptado a un entorno sin depredadores naturales, el dodo había perdido la capacidad de volar, lo que lo hacía especialmente vulnerable a las amenazas introducidas por los humanos.
La llegada de los portugueses a las Islas Mauricio en 1507 marcó el inicio de la tragedia para el dodo. Los marineros, al descubrir estas aves dóciles y de movimiento lento, comenzaron a cazarlas para alimentarse durante sus viajes. Aunque la carne del dodo no era especialmente apreciada, su fácil captura lo convirtió en una fuente de alimento conveniente.
Sin embargo, la caza directa no fue el único factor que contribuyó a la extinción del dodo. Los colonos europeos introdujeron en las islas una serie de especies invasoras, como cerdos, ratas, perros y monos, que tuvieron un impacto devastador en el ecosistema local. Estos animales no solo competían con el dodo por los recursos alimentarios, sino que también depredaban sus huevos y crías, que eran depositados en nidos a ras del suelo.
La destrucción del hábitat natural del dodo también jugó un papel crucial en su desaparición. La deforestación para la construcción de asentamientos y la agricultura redujo significativamente las áreas boscosas donde el dodo encontraba refugio y alimento. Además, la introducción de plantas exóticas alteró la composición del suelo y la disponibilidad de recursos, afectando negativamente a la flora y fauna nativa.
El último avistamiento confirmado de un dodo vivo se registró en 1662, apenas 155 años después de la llegada de los humanos a las Islas Mauricio. Este corto periodo de tiempo subraya la rapidez con la que una especie puede ser llevada a la extinción cuando se enfrenta a múltiples amenazas simultáneas.
La extinción del dodo ha dejado un legado duradero en la conciencia colectiva y en la ciencia. Los restos fósiles y los pocos especímenes conservados en museos han permitido a los científicos estudiar la biología y el comportamiento de esta ave, proporcionando valiosas lecciones sobre la conservación de especies y la gestión de ecosistemas insulares.
En términos de trámites y procedimientos, la extinción del dodo ha llevado a la implementación de diversas medidas de conservación en las Islas Mauricio y en otros lugares con ecosistemas similares. Estas medidas incluyen la protección de hábitats naturales, la erradicación de especies invasoras y la reintroducción de especies nativas. Además, se han establecido programas de educación y sensibilización para aumentar la conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y la necesidad de preservar los ecosistemas insulares.
La historia del dodo es un recordatorio de que la intervención humana puede tener consecuencias irreversibles para la biodiversidad. La extinción de esta ave emblemática subraya la importancia de adoptar enfoques de conservación proactivos y de aprender de los errores del pasado para proteger a las especies que aún habitan nuestro planeta.