Confinados y enfrentados

Confinados y enfrentados

El enemigo está en quien ha legislado (y legisla) medidas que nos enfrentan. No caigamos en su juego.

Una cola de gente en Madrid, manteniendo la distancia física mientras aguardan para comprar. Anadolu Agency via Getty Images

Los ánimos empiezan a bajar tras unos días metidos en casa. La realidad en la que nos vemos inmersos son cuatro paredes que, en muchos casos, se reducen a muy pocos metros, a un estudio o —incluso— a una habitación. Evidentemente, eso nos pasa factura. 

De los aplausos, hemos pasado a las caceroladas. Cuando lo interesante en esta situación de confinamiento es el sentido de unidad. 

Las redes sociales se llenan de debates absurdos donde todos se enfrentan con todos. Fotos subidas de personas que están paseando (incluso fotos con menores), discusiones de por qué los funcionarios siguen cobrando lo mismo y los autónomos tienen que seguir pagando la cuota de autónomo, críticas a las Fuerzas de Seguridad del Estado... ¿Por qué esa tendencia a enfrentarnos entre nosotros cuando el enemigo es otro? Y no me refiero a un virus invisible. 

Creo que hacer comparaciones es odioso. Tengo muchos amigos funcionarios trabajando en casa, otros tienen que turnarse para ir y exponerse de forma injustificada, como por ejemplo los directivos de ciertos servicios públicos no sanitarios. Muchas administrativas y administrativos no están en sus casas sino trabajando a puerta cerrada, y muchos que han mandado a casa —según varios artículos en distintos diarios— «cobrarán el 100% de su salario», pero debemos de recordar cuando el tijeretazo les llegó a sus pagas extras. Por otro lado, los autónomos los hay nivel Amancio Ortega y nivel Doña Conchi (pseudónimo), la tendera de mi barrio que ve como los ingresos bajan por el parón, pero tiene que estar al frente del negocio porque da un servicio de primeras necesidades. Asumiendo todos ellos el coste de las medidas de seguridad que tenemos que llevar a cabo. 

Las medidas del Gobierno son así, por lo de ahora... Porque «los medios heredados son los que son»; y serán más insuficientes si tenemos que quedarnos así por mucho más tiempo. Todo dependerá de «cuando llegue el calor». Y hay que recordar que, cuando llega lo peor, en lo que recortan es en lo mismo: sueldos de funcionarios y prestaciones por desempleo, subsidios o pensiones. 

El enemigo está en quien ha legislado (y legisla) medidas que nos enfrentan. No caigamos en su juego.

Deberíamos quejarnos más por los recortes que han hecho en el pasado en Sanidad (echando mano de la hemeroteca todos los gobiernos anteriores, Felipe González empezó con dichos recortes en 1991), y esa retórica de «tenemos la mejor sanidad del mundo», ya no les va a valer más porque queda en evidencia que han desvalijado los medios que nos hacían fuertes. Nos han recortado en sanidad (miren los muertos de años anteriores por la gripe, que tampoco son pocos) y en educación (intentando hacernos borregos) con una ley de educación que más que pensadores, crean productores; dejando en el olvido lo que afirmó Petrarca en su día: «nunca estará cerrado para un hombre de talento el camino de nuevas investigaciones». Pues en España, con los recortes en Sanidad, Educación e I+D+i; desgraciadamente sí.

Debemos de reflexionar sobre la fragilidad de este sistema de “modernidad líquida” (Bauman, 2000), donde —ahora confinados— llegan las preguntas que tanta falta hacían para darnos cuenta de lo que de verdad importa: el compañerismo, el ser humano, el contacto... Adiós a los pensamientos negativos. Hola a las nuevas reflexiones. A las críticas que surgirán de ellas (después de este parón), que nos den argumentos para exigir un país que merecemos todos: unido, con trabajo para todos, con derechos, con una sanidad fuerte y una educación que nos enseñe a reflexionar, a valorar lo que importa y a crecer como personas; y no ser solo agentes productivos. Esta crisis no afecta a las bolsas, al capitalismo, al comunismo, a los gobiernos... Afecta a las personas.

Creo que ahora toca estar todos a una y no compararnos y enfrentarnos entre nosotros. Porque el enemigo no está ni en un profesor que sigue cobrando su sueldo íntegro, ni en el médico que se queja del mal uso de las urgencias, ni del paciente con miedo a una pandemia, ni en el autónomo que pide la suspensión de su cuota. El enemigo está en quien ha legislado (y legisla) medidas que nos enfrentan. No caigamos en su juego. Animémonos y salgamos de esta unidos, para luego exigir los derechos de todos, de forma unida, que seremos más fuertes.