Las chabolas bajo un vertedero de Vallecas escondían un tesoro

Las chabolas bajo un vertedero de Vallecas escondían un tesoro

Las excavaciones en la plaza del Fotógrafo Robert Capa, en Madrid, desvelan una historia reciente pero olvidada que atraviesa a varias generaciones españolas.

La antropóloga Sofía López Velasco, en la excavación de Entrevías (Madrid).SERGI GONZÁLEZ

Los abuelos de Sofía López Velasco llegaron en los años 50 a Madrid buscando huir de la miseria, dejando atrás sus casas en Aldeaquemada (Jaén) y Torrenueva (Ciudad Real). En la capital no encontraron esplendor ni riqueza, y acabaron residiendo en unas humildes viviendas en el barrio de Entrevías, en Vallecas, y realojados después por el plan de absorción del chabolismo de 1961.

Sesenta años después, su nieta Sofía hurga en ese pasado chabolista del barrio, con sus propias manos y con la palabra, en las excavaciones de la plaza del Fotógrafo Robert Capa, situada entre la conocida como iglesia ‘roja’ de San Carlos Borromeo y la casa de Peironcely 10 donde el famoso fotoperiodista húngaro inmortalizó a tres niñas rodeadas de agujeros de metralla durante la Guerra Civil. Las recientes excavaciones han durado dos semanas, del 3 al 17 de octubre, pero se espera que esto sólo sea el inicio de un proyecto mucho mayor.

Hace apenas unos meses, la plaza del Fotógrafo Robert Capa –bombardeada durante la guerra y ‘reconstruida’ después como poblado chabolista– era una mezcla entre vertedero y aparcamiento informal. En los últimos tiempos, los vecinos presionaron al Ayuntamiento –propietario del solar– para que limpiara la zona, y hoy tiene el aspecto de un descampado vallado cualquiera, salvo por la placa  en homenaje al fotoperiodista, que en realidad no es oficial. Aunque a simple vista no lo parezca todavía, esta plaza esconde mucho más, y la Fundación Anastasio de Gracia se esfuerza por sacarlo a la luz.

  Montaje que une la foto de Robert Capa de 1937 con la situación actual de esa casa, en la calle Peironcely, número 10.SERGI GONZÁLEZ

De las bombas a las chabolas: una zona “históricamente castigada”

José María Uría Fernández, director del Área de Cultura y Centro Documental de la Fundación Anastasio de Gracia, explica que “esta zona de Vallecas fue, en general, muy castigada durante la guerra”. El edificio que se encontraba en el solar excavado fue bombardeado durante la contienda, y “quedó muy dañado, casi destruido”. Dos décadas después, durante la oleada de migración que llegaba desde el sur de España a la capital, esta nueva población empezó a fabricar sus “humildes” viviendas “asentándose sobre esos restos de destrucción”, señala Uría.

Además de nieta de esos pobladores, Sofía López Velasco es estudiante de Antropología en la Universidad Autónoma de Madrid, y ha pasado cientos de veces por esa plaza, pero no sabía todo lo que había bajo la superficie. A mediados de octubre, un profesor de la universidad les comentó a ella y a sus compañeras si querían participar en las excavaciones que se estaban realizando en Entrevías dirigidas por el arqueólogo Alfredo González-Ruibal e impulsadas por la Fundación Anastasio de Gracia gracias a una subvención de 10.000 euros de la Secretaría de Estado de la Memoria Democrática. 

  La excavación en la conocida como plaza del Fotógrafo Robert Capa, en Entrevías, el 19 de octubre de 2022.SERGI GONZÁLEZ

El equipo de arqueólogos ya llevaba una semana trabajando en la zona cuando recurrieron a las antropólogas, al darse cuenta de que el proyecto no debía limitarse a las excavaciones. Cada hora que pasaba, la gente del barrio se iba acercando a la plaza a preguntarles qué hacían. Resulta que muchas de las personas mayores que acudían a la valla habían habitado las chabolas que se estaban desenterrando u otras similares de la zona entre los años 50 y 70, y de forma espontánea empezaron a contar anécdotas y detalles a los investigadores. “Los arqueólogos vieron la riqueza de esos testimonios, que podían complementar muy bien la información de la materialidad que estaban encontrando”, explica López Velasco. 

Lo que han hallado los investigadores son pequeños tesoros del que fue el día a día de varias generaciones distintas: vinilos musicales, figuritas de juguete, unos zapatos de plataforma, vajilla de Duralex, una vasija que podría ser anterior a la Guerra Civil, un diente de jabalí…

El tesoro –recalcan los expertos– está también, y sobre todo, en las historias de los moradores, en la memoria viva del lugar.

  La vasija encontrada el último día en la excavación. Se cree que puede ser de los años 20. SERGI GONZÁLEZ

El “valioso testimonio” de los vecinos, clave de bóveda

El arqueólogo e investigador del CSIC Alfredo González-Ruibal, que ha ido documentando en Twitter todos estos hallazgos, decía al finalizar la excavación que, tras haber trabajado en tres continentes, nunca había imaginado que su “proyecto más bonito iba a ser en Entrevías”. “Un millón de gracias a todos los vecinos y vecinas que habéis convertido una simple excavación en una experiencia inolvidable”, escribía González-Ruibal.

En conversación con El HuffPost, el arqueólogo asegura que si este trabajo ha sido tan especial “ha sido por la gente”. “La comunidad se ha involucrado mucho, era un goteo constante de personas que nos decían lo interesante que les parecía nuestro proyecto; y sobre todo, es muy emocionante ver que uno está excavando algo que tiene una relación directa con la gente que le rodea. No estamos excavando algo de hace mil años, o doscientos, sino algo que tiene que ver con la vida cotidiana de gente que todavía vive en el barrio, y con su pasado. Ha sido realmente maravilloso”, dice.

Los vecinos nos han ayudado a interpretar lo que estábamos encontrando: cómo construían la chabola, el espacio que ocupaba… ha sido como tener las soluciones de un acertijo
Alfredo González-Ruibal, arqueólogo

González-Ruibal insiste en lo “realmente valioso” que ha resultado el testimonio de los antiguos habitantes de la zona. “Nos han ayudado a interpretar el registro arqueológico, lo que estábamos encontrando: cómo construían la chabola, el espacio que ocupaba… ha sido como tener las soluciones de los acertijos del periódico”, compara. “Le ha dado una dimensión totalmente distinta a la excavación, que así se entiende más como un espacio humano vivido”. 

Así, por ejemplo, la antropóloga Sofía López recuerda que “un señor” les contó cómo construían sus viviendas “con cajas de pescado vacías de Mercamadrid”, que, rellenas de barro, hacían las veces de muros y paredes. Efectivamente, los arqueólogos luego encontraron esas cajas de pescado. Sin el testimonio del hombre, “a lo mejor no habríamos sabido de qué eran”, reconoce. 

  Carlos Posada, que vivió en una de las chabolas del barrio, posa junto a la excavación.SERGI GONZÁLEZ

Carlos Posada es uno de esos vecinos curiosos que se convirtió en fiel visitante y confidente del grupo de arqueólogos, antropólogos e historiadores que han trabajado en la zona. Carlos tiene 75 años y llegó con un año a Entrevías a vivir con su abuela en la chabola que compartía con otros cuatro familiares. En total, eran seis en “una chabolita de 10 o 12 metros que se hizo en cuestión de horas cuando la abuela vino aquí desde Sevilla”. “Techo de uralita, cortinas de saco, cuando llegaba el invierno y llovía, se nos calaba toda”, rememora el hombre.

Era una chabolita de 10 o 12 metros que hizo la abuela cuando vino de Sevilla. Techo de uralita y cortinas de saco, cuando llegaba el invierno y llovía, se nos calaba toda
Carlos Posada, de 75 años, vivió en una de las chabolas

La chabola en la que vivió Carlos no estaba en la zona excavada, pero ahí todos los vecinos eran comunidad. “Me acuerdo de los nombres de casi todos. Todos muy humildes, pero con un cariño y una unión muy buena”, dice. “Para lavarnos, en un barreño con agua de la fuente que se calentaba al sol; para hacer nuestras necesidades, imagínate, al campo; en el verano todos sacábamos los colchones para dormir fuera porque en la chabola no se aguantaba el calor; cuando llovía nos sentábamos todos en la cama con un paraguas dentro de la chabolita mientras caía el agua, y ahí nos quedábamos”, recuerda el hombre.

Carlos Posada cuenta que “había mucha pobreza”, pero también considera que los niños como él tuvieron “una infancia muy bonita”. “La abuela, sevillana, tenía un arte... Hacía unas ollas de patatas con carne y unas judías riquísimas, siempre luchando por todos”, relata. En los 70, señala Posada, se desalojaron las chabolas de Entrevías y reubicaron a la población en unos pisos de una torre cercana. “Eso nos parecía el palacio de Buckingham”, bromea ahora el hombre. 

Estoy reconstruyendo la memoria de mis abuelos, de mis tías, de mis padres
Sofía López Velasco, estudiante de Antropología y vecina de Vallecas

Los abuelos de Sofía López Velasco también fueron realojados. Para ella, esta excavación ha sido especial por un motivo evidente: “Estoy reconstruyendo la memoria de mis abuelos, de mis tías, de mis padres”. Pero eso no sería posible, reconoce, sin los “testimonios vivos del yacimiento”. “Desde los testimonios particulares estamos reconstruyendo la memoria colectiva”, afirma la joven. “Normalmente uno no puede conectar los hallazgos arqueológicos con los testimonios de la gente que ha vivido ahí, pero en este caso sí. La arqueología y la antropología se mezclan en una reconstrucción del pasado que pocas veces se había dado”, explica.

  Sofía López Velasco, en la excavación.SERGI GONZÁLEZ

Cómo la arqueología del lugar revela “una revolución cultural”

El arqueólogo Alfredo González-Ruibal incide también en esta idea y en cómo el “orgullo” de la gente por sus raíces –y el deseo por compartirlo– ha sido determinante en este proyecto. Cuenta que el pasado que estaban desenterrando era “muy duro, de miseria, pobreza, exclusión social”, pero al mismo tiempo era un pasado “superado” y reconvertido en motivo de “orgullo”. 

En cuanto al valor sociológico más académico, González-Ruibal destaca cómo los objetos hallados “muestran un momento de cambio cultural” radical. “Probablemente no haya habido cambios tan grandes en la historia de España como en los años 60 y 70; fue un periodo revolucionario desde un punto de vista cultural y socioeconómico, en todos los sentidos”, apunta. 

Lo que estamos excavando es también el origen de la sociedad de consumo en España; es una historia pequeña del barrio, pero también una gran historia del país y del mundo

Desde el punto de vista político, llegaba el final del franquismo y “las raíces de la democracia”; desde el punto de vista cultural, cambiaba “la mentalidad, la forma del ocio, la forma en que percibimos nuestro cuerpo, la forma en que nos relacionamos… y todo se ve ahí [en la excavación], empezando por los juguetes de los niños, que antes de los 60 eran un lujo y ahora llegaban hasta a los niños que vivían en chabolas”, relata el arqueólogo.

Los juguetes han llamado especialmente la atención por su cantidad, su buen estado y por el contexto que los rodea. “Lo que estamos excavando es también el origen de la sociedad de consumo en España; es una historia pequeña del barrio, pero también es una gran historia de España y del mundo: de la globalización, del origen del capitalismo”, describe González-Ruibal.

Crece el interés por la zona y por su historia

El arqueólogo confiesa que, cuando aceptó la petición de la Fundación Anastasio de Gracia –dependiente de la Federación de Industria, Construcción y Agro de la Unión General de Trabajadores (UGT-FICA)–, pensó que las excavaciones serían un gesto simbólico para “llamar la atención sobre este sitio, mostrar las ruinas de la guerra, de la destrucción posterior y de la vida de posguerra”, dice. Luego encontró mucho más, claro, pero esa primera misión “simbólica” de toque de atención también se ha logrado. 

El pasado 14 de octubre, el ministro de la Presidencia y Memoria Democrática, Félix Bolaños, aprovechó su visita oficial a las excavaciones de Entrevías para anunciar que la Ley de Memoria Democrática entraría en vigor esta semana, tras su publicación en el BOE. La visita y el anuncio daban un impulso adicional al proyecto y al barrio, que ya había notado cómo estaba captando el interés de gente de fuera de la zona. 

Los habitantes de esas chabolas excavadas son los abuelos de las personas que hoy viven en el barrio
Javier Baeza, párroco de la San Carlos Borromeo

Javier Baeza, cura del Centro Pastoral San Carlos Borromeo, que comparte solar con la zona excavada, y cuya parroquia está totalmente implicada en el proyecto y en las dinámicas del barrio, ha observado estos días la afluencia de periodistas, curiosos y hasta turistas cámara en mano, quizás desconocedores hasta ahora de que en Entrevías había una historia de chabolas y bombardeos, de que allí se encontraba la famosa casa fotografiada por Robert Capa y reproducida en su momento por medios de todo el mundo.

Este interés ha tenido, a su vez, una repercusión importante en la gente que a día de hoy habita el barrio, que no por casualidad sigue siendo uno de los más humildes de Madrid. “La pobreza se hereda”, apunta Javier Baeza. “Los habitantes de esas chabolas excavadas son los abuelos de las personas que hoy viven en el barrio”, ilustra.

  Detalle de la excavación.SERGI GONZÁLEZ

El espacio de la llamada plaza de Robert Capa estaba “asquerosamente sucio” hace unos meses, recuerda Baeza; ahora, puesto en valor por la excavación, ha adquirido una nueva vida, igual que su gente. “Cuando los ciudadanos y ciudadanas nos damos cultura, la valoramos; cuando el espacio en el que vivimos es un secarral de mierda, sobrevivimos”, reflexiona Baeza.

Después de casi 20 años en el barrio, Javier Baeza se ha visto sorprendido por “el reconocimiento de muchas personas de que aquel fue el lugar [las chabolas] donde vivieron”, dice. “Al final, en la vida no hablas de tus miserias; para contar que tú viviste en una chabola, o que te tuvieron que dar una casa de protección oficial, necesitas un espacio; si el espacio en el que ocurrió eso es un basurero, te cierras mucho más. Si el espacio donde viviste es un lugar que se cuida, donde se rescata la memoria y los vestigios de lo que viviste, la cosa cambia”, plantea el párroco. “Eso es lo que ha provocado que tantísima gente se haya acercado con curiosidad y con alegría por lo que vivieron allí”, abunda Baeza. 

La excavación no es el final de la historia

Ahora que se ha levantado toda esta historia, los responsables de la hazaña no quieren que acabe aquí. Desde la misma excavación y cargado con varias carpetas con documentos gráficos y planos de la zona, Jose María Uría, de la Fundación Anastasio de Gracia, explica que el proyecto de excavación forma parte de una idea mucho mayor que la Fundación ha presentado al Ayuntamiento de Madrid.

Consiste, principalmente, en “descubrir todo [el solar] y convertirlo en un museo al aire libre”. Además, transformarían la casa de la fotografía de Capa –ahora con vigilancia del Ayuntamiento pero sin ninguna intervención– en un centro de interpretación que explique lo que sucedió. 

  José María Uría Fernández, de la Fundación Anastasio de Gracia, en la plaza.SERGI GONZÁLEZ

“Esto es un lugar de memoria no sólo de Madrid, sino de Europa, que es donde primero se vio la foto de Robert Capa”, afirma Uría. “Estamos a cinco minutos del Museo Reina Sofía, que es donde se conserva con mimo la fotografía de Robert Capa, mientras que tenemos en Entrevías el testimonio fehaciente de lo que sucedió pero lo miramos con desprecio”, lamenta. Para ello falta, en primer lugar, “voluntad política”; en segundo lugar, financiación. 

Esto es un lugar de memoria no sólo de Madrid, sino de Europa
José María Uría Fernández, Fundación Anastasio de Gracia

A pesar de las trabas con las que ya cuentan –especialmente políticas–, a todos los participantes en este reportaje les gustaría que el Plan Robert Capa-Entrevías saliera finalmente adelante. El párroco Javier Baeza, por ejemplo, se imagina que dentro de unas décadas, esta olvidada zona de Madrid pueda ser objeto de homenajes igual que estos días se celebra el 25 aniversario del Museo Guggenheim de Bilbao. 

“Hace 30 años aquel lado de la ría de Bilbao era un sitio de mierda y de contaminación, y hoy es uno de los símbolos de la cultura española. ¿Por qué no posibilitarlo también en otros lugares donde se dan estos elementos? Tenemos la casa de Robert Capa, están las excavaciones… Son razones importantes para cuidar un poquito más lo cultural y que se dejen de estigmatizar ciertos lugares de Madrid”, defiende Baeza. “Si con cuatro agujeros que se han hecho, con todos mis respetos, se ha revolucionado el barrio, no quiero pensar si se posibilitase la construcción del proyecto del memorial”, plantea el cura. 

Los olvidados de la historia se están sintiendo por fin reconocidos, representados
Sofía López Velasco, antropóloga

La futura antropóloga Sofía López Velasco está con él. “Los olvidados de la historia se están sintiendo por fin reconocidos, representados”, celebra. “Y, al final, lo que hacemos con el pasado también dice mucho del presente que queremos construir”, afirma la joven. 

Tras atender amablemente a El HuffPost y posar para el reportaje, López se despide y sale corriendo del solar porque llega justa a su trabajo, se excusa. “¿Entonces estudias y trabajas?”, le preguntamos. Ella sonríe: “¿Qué quieres? Soy de Vallecas”. 

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es