En total, la familia encontró 63 monedas de oro y una de plata, todas ellas datadas entre los siglos XV y XVI, algunas pertenecientes al reinado de Enrique VIII Tudor.
El hallazgo, arrancado de una tumba protegida por una antigua maldición, ha reabierto el eterno debate: ¿robo, negligencia o algo mucho más inquietante?