Desde su más tierna infancia, Sambath convivió con un compañero poco habitual: una enorme pitón de nombre Chomran. Arropado entre mantas, el bebé de apenas unos meses halló consuelo junto a este apacible reptil, gracias a la intuición de su madre y a la curiosidad de su padre. No obstante, esta insólita relación, surgida en el entorno selvático de Camboya, terminó de forma abrupta por un giro inesperado del destino.

Todo comenzó cuando el padre del pequeño encontró a una pitón hembra de seis metros de longitud y más de 120 kilos de peso escondida bajo la cama. Lejos de alarmarse, y siempre según explican los medios franceses, la familia decidió adoptarla, influenciados por un sueño casi profético de la madre, en el que una serpiente rodeaba y protegía a sus seres queridos. La pitón, bautizada como Chomran, enseguida entabló una relación con el bebé, que dormía plácidamente a su lado mientras sus progenitores vigilaban sin preocupación.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la naturaleza del animal se impuso. De forma repentina, un día Chomran mordió al niño en una pierna. Por fortuna, la rápida actuación del padre evitó daños mayores, y la herida fue leve. Pero la confianza quedó rota: por temor a que algo más grave pudiera ocurrir, los padres decidieron entregar a la serpiente a un zoológico cercano, poniendo punto final a una conexión tan singular como peligrosa.