Fernando Tejero: "En esta sociedad vamos de avanzados y lamentablemente somos unos retrógrados y todavía hay mucha homofobia"
Entrevista con el actor y Julio Peña, Alessandro Borghi y Miguel Rellán, protagonistas de 'El Cautivo', de Alejandro Amenábar.

Días antes de que la película llegara a las salas este viernes, El Cautivo, la nueva cinta de Alejandro Amenábar, ya había acaparado todo tipo de titulares y comentarios en redes sociales por explorar una posible relación homosexual de Miguel de Cervantes.
La nueva película sobre el autor de Don Quijote, al que encarna el jovencísimo actor Julio Peña, explora los cinco años que Cervantes estuvo preso en Argel planteándose cómo sobrevivió al cautiverio. En ese contexto, la cinta narra una posible relación entre el escritor y su captor, Hasán Bajá (Alessandro Borghi), que se enamora de él cuando le escucha contar historias al resto de presos.
Esta decisión de Amenábar ha hecho correr ríos de tinta en algunos sectores, pero el cineasta recuerda que él no está afirmando nada, simplemente utilizando una teoría que no es nueva. “Ni siquiera estoy planteando o estoy asegurando que Cervantes fuera homosexual, estoy explorando una posible relación entre él y Hasán Bajá, su captor, que aparecía planteada como hipótesis en muchos de los libros de Historia que caían en mis manos, es decir, no me lo he sacado de la manga”, aseguró en una entrevista con El HuffPost.
El director asegura que cree que El Cautivo puede ser “un buen termómetro” para testar si la “libertad sexual” está tan asentada en España como se podría pensar, algo en lo que también coinciden los protagonistas de la cinta.
Las teorías sobre la homosexualidad de Cervantes
“¿La polémica? Sabíamos que iba a estar ahí porque desgraciadamente vivimos en una sociedad que, bueno, te gustaría pensar que las cosas están un poco más normalizadas, pero uno se da cuenta de que no”, cuenta rotundo Julio Peña, que interpreta a Cervantes. El actor recuerda que “no estamos reescribiendo la historia, ni imponiendo nada, no deja de ser una ficción”.
A pesar de algunos comentarios, el actor celebra que la película esté generando conversación. “A la gente le gusta mucho puntualizar las cosas con las que se siente incómoda, pero me gusta que la gente vaya a ver la película y que les remueva, porque creo que es interesante que inicie conversaciones y ojalá la gente termine con la sensación de que no importa si Cervantes era o no homosexual”, reflexiona el actor.
“Además, me hace mucha gracia cómo la gente está definiéndolo tanto, cuando en la película precisamente no está tan definido, podía ser homosexual, bisexual, hetero o lo que sea, da igual. No hay ninguna escena en la que Cervantes dice ‘no, soy X’, pero la gente quiere puntualizarlo”, recuerda Peña.

Es algo en lo que coincide Fernando Tejero, que interpreta al padre Blanco de Paz. “La película es un abanico de personalidades, no es una película en la que se diga ‘yo digo que esto es así’. No se habla de que Cervantes sea homosexual y la gente ya ha dictado sentencia: ‘Amenábar ya ha dicho que este era homosexual’. Ni se han preocupado de si algún historiador ha dicho que había tenido relaciones homosexuales”, defiende el actor.
Para el intérprete, que en esta película hace un cambio de registro, la polémica “es lamentable y terrorífica”. “Como decía Alejandro en una entrevista, ‘esta película va a ser un termómetro para la homofobia’, pues el termómetro ha reventado. Es muy triste que la gente esté juzgando la película y le parezca terrorífico que Cervantes pudiese ser homosexual, como si no fuese humano”, denuncia.
“Lamentablemente eso dice mucho de que en esta sociedad, que vamos de avanzados y de progresistas, lamentablemente somos unos retrógrados y todavía hay mucha homofobia”, apunta Tejero. De hecho, el actor desvela que ya ha recibido comentarios de odio en redes sociales por el personaje que interpreta. “Hace más ruido el odio. A mí también me han hecho algún comentario en redes de ‘este hace de cura y maricón’ y ‘es un maricón haciendo de cura’, pero no se fijan en que hay dos curas y que uno es lo contrario del otro, no. Se fijan en que uno es maricón”, lamenta el intérprete.
Además, Tejero rechaza que haya que encasillar y juzgar a las personas: “En la vida hay gente mala, buena, hay gente heterosexual, hay gente homosexual... Me horroriza poner etiquetas a una persona por su orientación sexual, eso es lo lamentable y lo terrible.”

Por su parte Alessandro Borghi, que da vida al captor de Cervantes, cree que “Alejandro estaba muy seguro de contar esto porque después de la investigación que hizo le pareció que era totalmente verdadero y creíble”. “Creo que jamás lo habría hecho solo por ser sensacionalista”, defiende el actor italiano.
“La historia que se cuenta la decide el que la cuenta, después tú puedes ser una persona que la quiere escuchar o una persona que no quiere escucharla, uno que la entiende u otro que no la entiende. Las películas que ponen a todo el mundo de acuerdo son necesaria e históricamente películas malas. Creo que hemos intentado hacer una película provocadora, que intentase meter el dedo en una herida que en una sociedad donde todo parece solucionado, no lo está”, reflexiona Borghi.
Al igual que sus compañeros, el actor espera que los espectadores reflexionen: “Como digo habitualmente, es bonito hacer una película sabiendo que alguien al otro lado de la pantalla se enfadará, otro será muy feliz, otro llorará, otro reirá... Intentar crear emociones es una respuesta para intentar crear un punto de partida para llegar al siguiente paso en ciertas cosas y, como actor, es ser un instrumento a favor de la narración. Si Alejandro me hubiese dicho ‘mira, Hasán en un momento dado se convierte en caballo’ yo lo habría hecho, sin problema”.
El proceso de rodar con Amenábar
Para Julio Peña, conocido por sus papeles en A través de mi ventana y Berlín, meterse en la piel de Cervantes dirigido por Amenábar supone un punto de inflexión en su carrera. El actor reconoce que sintió presión al abordar el personaje. “Creo que es imposible que te digan ‘bueno, vas a interpretar a Miguel de Cervantes’ y que digas ‘perfecto, muy relajado’. Pero la verdad que gracias a Alejandro, que desde el principio me arropó muchísimo entendiendo lo que significaba para mí, esa presión se fue disipando poco a poco”, cuenta Peña, de 25 años.
“No se puede saber cómo era Cervantes en aquella época ni cuál era su personalidad, entonces decidimos crear un poco desde el lienzo en blanco con toda la información que teníamos y podíamos meter en esa persona, en ese ser humano que había sido Cervantes. Decidimos construir y fue un proceso tan divertido... Cervantes es un personaje tan complejo, tan rico, tan maravilloso de interpretar que luego esa presión se fue disipando. Ahora que siento que va a salir la película y la va a ver gente estoy tranquilo, disfruté muchísimo del trabajo y estoy contento con él”, celebra el actor.
Si para Peña abordar la figura de Cervantes podía dar algo de vértigo, para Borghi la historia era una página en blanco. “No sabía nada. Sabía de la existencia de Cervantes, pero no conocía su historia y obviamente nada de Hasán el veneciano, ha sido como volver al colegio”, cuenta el intérprete italiano. “La primera lectura fue como si estuviera leyendo una película completamente inventada, de fantasía, y fue bonito descubrir qué tipo de investigación maníaca por parte de Alejandro había detrás de la construcción del guión”, explica.

En lo que ambos coinciden es en la facilidad de trabajar con Amenábar y la atención al detalle del cineasta. “Alejandro es un director extraordinario por muchos motivos. Porque se ocupa de todo y de todos de la misma forma, porque es una persona atenta, porque es una persona amable y se preocupa por todos. Yo había visto Mar adentro y cuando me pidieron que hiciera esta película sabía perfectamente qué tipo de cine hacía y cómo de importante era para él contar historias”, cuenta Borghi, al que le sorprendió la llamada para hacer el papel.
“Nunca habría pensado poder formar parte de un proyecto como este en otra lengua y otro país. Solo puedo darle las gracias, sobre todo por haberme mostrado qué ser humano es”, sentencia el intérprete. “Trabajar con Alejandro ha sido una maravilla, me parece que es un director fantástico y una muy buena persona. Como dice Alessandro, en el set se preocupaba mucho por el bienestar de todos y porque todo funcionara bien”, añade Julio Peña.
El actor cuenta que conversó con el cineasta durante horas para tener clara la idea de lo que querían hacer con Cervantes y destaca su disposición a escuchar otras opiniones. “Es un director con cero ego. Tiene muy claras las cosas desde el principio. Me acuerdo que seis meses antes de empezar a rodar la película ya tenía claros algunos planos que iba a grabar en el espacio. Es una pasada. Pero dentro de ese control y de que sabe cómo quiere hacer las cosas, permite que todo el mundo aporte y cuando una idea funciona mejor, lo va a aceptar. Es maravilloso poder trabajar con él porque genera un espacio de creatividad, de confianza y seguridad que es lo que debería ser cada set de cine”, defiende Peña.
En El Cautivo, Cervantes entretiene a sus compañeros y se salva gracias a su capacidad para contar historias, algo con lo que el propio Peña se ha sentido identificado. “Desde que tenía diez años he estado en teatro en el colegio y siempre ha sido donde he encontrado mi lugar, en contar historias. Es lo que siempre me ha gustado, me gustaban las películas, el teatro y me parece que hay algo muy bonito en eso, que es de lo que está enamorado Cervantes”, cuenta el actor.
“Reunir a un grupo de personas, contar una buena historia y hacer sentir a la gente, provocar cosas de todas las formas que existen. No solo es ir a ver una película y sentirse bien, es ir a ver una película y que algo se mueva, lo que sea, eso es lo que me interesa personalmente. El cine y las historias me han ayudado lo más grande en mi vida y me hace muy feliz contar una historia sobre contar historias”, celebra el intérprete.
Ni santos, ni villanos
Además de Cervantes y su captor, otros de los grandes protagonistas de la película son dos sacerdotes: Antonio de Sosa y Blanco de Paz, interpretados por Miguel Rellán y Fernando Tejero. Más allá de la iglesia, los personajes son antagónicos y representan dos maneras completamente diferentes de ver la vida.

"Creo que lo tenía más complicado Fernando", cuenta Rellán. "En mi caso era más sencillo porque es un tipo mayor que está acomodado, que le dejan tener su biblioteca, su sitio, parece que no molesta con sus cosas. Y de pronto descubre a Cervantes y a partir de ahí debe crear una especie de instinto paternal, de protegerle", reflexiona el actor. "Tampoco tiene una complicación psicológica excesiva, creo, otra cosa es lo que se vea. En el caso del maestro Tejero...", apunta Rellán.
Efectivamente, Tejero sí reconoce que en su caso tuvo que trabajar más el aspecto psicológico. "Aunque es cierto que todos los humanos en cierto modo nos parecemos, sí son dos lados de una persona. Él es la bondad, la humanización, es un referente. Mi personaje es... dicen que el villano, pero yo creo que es un superviviente", defiende el intérprete.
"Yo no puedo juzgar al personaje porque si no, no lo puedo interpretar, yo lo que tengo que hacer es entenderlo y saber por qué le pasa lo que le pasa. Yo he trabajado desde ahí. Desde por qué el personaje es así, por qué hace daño, y es que está muy claro. Alejandro me pidió que humanizase en la medida de lo posible a ese personaje y entonces es eso, entenderlo", cuenta Tejero, que da vida a un sacerdote que juzga a Cervantes por su relación con su captor.
Sin embargo, el actor insiste en que El Cautivo no es una película sobre buenos y malos y Blanco de Paz es un ejemplo más. "Es un superviviente más y yo no considero que sea el malo de la película. Aquí cada uno se busca las estrategias para sobrevivir y él es víctima no solo de ese cautiverio del que somos todos los presos, sino de su propio cautiverio, él vive en una presión porque no se acepta como es. Encima es homosexual y homófobo y es por no aceptarse. Creo que como el siente que en la vida le han hecho daño y no ha tomado medidas en entender eso, pues lo que hace es repetir patrón, ‘a mí me han hecho daño, pues yo hago daño", reflexiona Tejero.
"Es que no todo es blanco y negro, son grises", defiende Rellán. Metiéndose de nuevo en su personaje, el actor lo tiene claro: "Recurrimos a los textos sagrados, quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra".
