León de Aranoa: "El abuso puede parecer menor, pero no deja de ser abuso"
El cineasta es coproductor y coguionista de 'El Talento', la nueva película de Polo Menárguez que llega a los cines este 5 de septiembre.

Dentro de la alta sociedad, donde los privilegios, el dinero y los lujos se dan por sentados, también puede tambalearse todo. Ese es uno de los dilemas que plantea El Talento, la nueva cinta de Polo Menárguez protagonizada por Ester Expósito, basada en la novela de 1924 La señorita Elsa, de Arthur Schnitzler.
Expósito encarna a Elsa, una joven violonchelista de clase alta a la espera de hacer la prueba para un máster con la Filarmónica de Viena, que se ve azotada por una crisis familiar que pondrá en riesgo la financiación económica del mismo. Una proposición en la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga Idoia (Mirela Balić) dejará entrever una situación de abuso y mostrará el conflicto moral y de valores que se le plantea.
Fernando León de Aranoa, coguionista y coproductor de la cinta, señala a El HuffPost, que plasmar a esta clase alta le ha hecho mirar otra realidad muy distinta a la de Princesas, Barrio, Los lunes al sol, incluso a El buen patrón. "Es otra realidad alternativa de la que a veces tenemos noticias. Contarla ha sido tan interesante como contar cualquier otra, porque al final se trata de contar un determinado mundo o contexto en el que sucede la historia", recuerda, quien destaca la importancia de este contexto: una fiesta insultantemente ostentosa.
"La Elsa de la novela de Schnitzler es una chica muy joven, que está en una fiesta de esas características, de ese nivel social, y recibe una noticia de mucho impacto para ella que, entre otras cosas, implica su desclasamiento social. De repente, ya no pertenece a ese lugar", explica el cineasta.
León de Aranoa apunta que este punto en la novela era "muy interesante" y lo han querido realzar en la película. "Nos pareció una de las cosas también más atractivas, cómo ese personaje de repente en segundos desciende muchos escalones en la pirámide social y ya no pertenece a ese grupo, todo en él resulta ajeno, aparte de la situación de abuso que está viviendo con Ignacio (Pedro Casablanc), con el anfitrión de la fiesta", explica. "No solo eso, sino que automáticamente todo eso que podía haber sido una red de apoyos se desvanece", recuerda.
Para intensificar aún más ese desclasamiento, Aranoa apunta que a nivel de guion introdujeron un elemento distintivo de la novela del siglo XX: el rol de la empleada de la limpieza del palacete donde tiene lugar la fiesta. "Al principio es una persona invisible para ella, casi la maltrata. Y sin embargo, va a ser como ella muy pronto. Es decir, es la persona en ese lugar más cercana a ella. Eso nos parece interesante", recuerda.
Es precisamente ese juego en la clase alta y esa falta de valores, un eje central de la novela y de Schnitzler. "Hay una manera de contar, de denunciar ese baile de máscaras, ese contraste entre las apariencias de la alta sociedad y cómo, desde los principios y los valores, ahí no funcionan de una manera correcta. Se corrompen con mucha facilidad porque lo económico, lo material juega un rol muy importante. Cuando eso sucede, es inevitable la perversión de todo eso", añade el director.
La cosificación de la mujer que se plantea en la película con la proposición de Ignacio, que ronda a Elsa durante toda la noche de la fiesta, era un debate abierto en el libro hace 100 años y hoy en día cobra más relevancia en un momento en el que las plataformas como OnlyFans y el debate de la pornografía o la prostitución están a la orden del día.
"Lo que ha cambiado es que hoy se supone un debate social y posiblemente hace un siglo no lo era tanto porque era algo que quedaba más tapado, más sepultado", explica Aranoa, quien destaca la "maestría" del austriaco para plasmarlo en la novela.
"El saber contar en ese momento ese tipo de situaciones y hacerlo tan bien, con tanta finura, de una manera tan precisa y elegante porque la novela nunca pisa en lo obvio ni en lo grosero", explica.
La narración sitúa a Expósito en una continua cuerda floja, en un umbral del abuso y los valores que genera un debate interno y externo. "Hay personas a las que le podría parecer aceptable. Entonces justo eso a mí me parece un gesto de maestría por parte del autor porque hace que el debate sea más interesante", explica.
"El abuso puede parecer menor a algunas personas, pero no deja de ser un abuso. Al final, estás ejerciendo el poder que tienes sobre otra persona para que haga lo que tú quieres que haga", señala el coguionista de la cinta.
Esa situación de estar en el alambre entre lo que se supone correcto o incorrecto, es lo que ha marcado, según Aranoa, buena parte de esa trama con escenas de intriga, que transmiten al espectador ese debate interno.
"Se está jugando mucho esa noche, se está jugando algo personal, su talento, pero también el bienestar de su familia, ya no el estatus", explica y recuerda que todo ello "hace que ella se mueva por un alambre muy fino, planteándose por momentos aceptarlo y por momentos rechazándolo".

Sobre los abusos que se producen en la industria del cine y si la situación a la que se enfrenta Elsa se ha visto en castings o algunas películas, Aranoa recuerda que sí, pero que también sucede en otras industrias, solo que el audiovisual es "más visible".
"Parece que llega con más facilidad hasta un titular. Uno se pregunta qué no pasará en muchos ámbitos, no sé, imagínate, en el industrial, que es más difícil que alcance nunca un titular, porque no hay un nombre delante o detrás que traiga esa atención", explica. "Creo que hay que pensar más en eso, en que en realidad es algo que puede estar sucediendo sin que lo sepamos en una medida muy grande. Todo lo que sea aportar algo a ese debate, algo de luz, o proponer otro ángulo de aproximación...", sentencia.
Sobre el abuso que se produce en la película, Aranoa lo califica como "una propuesta deshonesta": "Es un abuso en la medida en la que alguien tiene poder sobre otra persona y quiere obtener un beneficio, que tiene que ver con el cuerpo".
"Nos permitía hablar también de la dignidad, de todo lo que uno pone en juego, también por sus sueños, por lo que quiere hacer, por su talento. Eso nos parecía muy interesante en el viaje que va haciendo", recuerda el cineasta, quien alaba la interpretación de Expósito para encarnar esa tensión continua.
Uno de los mayores retos, para él y para Menárguez, como guionistas era enfrentarse a "un monólogo interior de 70 páginas". "El mayor reto era transformar toda esa reflexión interna, sus pensamientos, donde ella se juzga, y se juzga muy duramente por lo que piensa que tiene que hacer, a veces sola, a veces acompañada, en decisiones y también en acciones", señala.
Para ello, añadieron otros elementos y escenas que no aparecían en la novela original y que se bifurcan de todo ello. "Fuimos alimentando toda esa noche de pequeñas bifurcaciones, de pequeños o grandes dilemas morales donde ella tenía que elegir hacia dónde ir, de manera que eso la fuera confrontando a la decisión que tiene que tomar. Todo eso va cargando de tensión la película a través de Elsa", apunta.
"Me ha parecido muy interesante cómo ha hecho que toda esa fiesta, ese lugar que en principio es todo fantástico, lujo y tal, se va como oscureciendo y convirtiendo en una cosa perversa, con los mismos elementos que al principio eran un escaparate de belleza y de bienestar, se van convirtiendo en algo más cercano a una pesadilla", explica Aranoa, sobre ese reflejo de la mente de Expósito en el escenario.
En definitiva, El Talento, busca que el espectador se ponga en la piel de Elsa, de su conflicto y se cuestione unos valores dentro de un escenario de lujo que se va empañando y dejando ver las estructuras turbias que lo sustentan.
