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Esta es la monja que pasó a ser la gobernante del Vaticano y sus posibilidades de convertirse en el nuevo papa

Esta es la monja que pasó a ser la gobernante del Vaticano y sus posibilidades de convertirse en el nuevo papa

No se trata del único nombramiento en pos de la igualdad.

Monja con el papa Francisco.Getty Images

El pasado 15 de febrero el papa Francisco nombró a la monja Raffaella Petrini como presidenta de la Gobernación del Vaticano, convirtiéndose a sus 56 años en la primera mujer en lograr este puesto, que es responsable entre otros cargos de las infraestructuras del Estado y los museos Vaticanos así como de los ingresos de la Santa Sede.

Desde 2022 ocupaba el cargo de Secretaria General de la Gobernación y de esta forma sucedería en el cargo al cardenal Fernando Vergéz Alzaga, quien cumplirá 80 años el 1 de marzo, día que se hará efectivo el relevo en el puesto de gobierno.

Sor Raffaella Petrini es parte de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía y funcionaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos desde 2005.

Nació en Roma el 15 de enero de 1969 y obtuvo la licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Libre Internacional Guido Carli y el doctorado en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino.

Esta decisión no es la primera que toma el papa Francisco para promover la igualdad dentro de la Iglesia. Recientemente nombró a la primera mujer para dirigir una importante oficina de la Santa Sede, designando a otra monja italiana, la hermana Simona Brambilla, como prefecta del departamento responsable de todas las órdenes religiosas de la Iglesia.

Desde el Concilio Vaticano II en el que se negó a las mujeres de nuevo el acceso al sacerdocio, la posibilidad de que exista una mujer papa es inexistente, pese a que puedan acceder a cargos organizativos como los de Brambilla y Petrini. 

Esto lo refutó Juan Pablo II en 1994, cuando la Iglesia anglicana decidió la ordenación de las mujeres, y en respuesta emitió la Carta Apostólica Ordenatio Sacerdotalis con la que se negó definitivamente el sacerdocio femenino en la Iglesia católica.

Si no pueden ser ministras de la Iglesia ni ejercer el sacerdocio es imposible que puedan acceder consecuentemente obispo o cardenal ni ser elegible en un cónclave.