Un estudio de la Universidad de Stanford apunta que eliminar el cambio de hora beneficiaría la salud
Faltan datos, pero se encontraron indicios de qué modelo horario sería mejor para los ritmos circadianos.

Desde hace unos años está sobre la mesa el debate que nunca parece dirimirse de si habría que eliminar el cambio de hora en Europa.
De hecho, en marzo de 2019 el Parlamento Europeo acordó que el de marzo de 2021 iba a ser el último cambio horario para aquellos países miembros que quisieran quedarse en el horario de verano para siempre y el de octubre de 2021, para quienes optaran por el de invierno. ¿Qué pasó? Que llegó la pandemia, las prioridades se alteraron, y aquello quedó estancado.
Esta alteración de los relojes que se produce dos veces al año se hace en aras del ahorro energético, aunque otras voces abogan por mantener siempre el mismo horario para evitar alteraciones. A estas últimas parece dar la razón un estudio de la Universidad de Stanford (EEUU).
Según éste, "la mayoría de la población en Estados Unidos estaría más sana, con menos obesidad y accidentes cardiovasculares, si no se cambiara de horario dos veces al año", como recoge EFE.
Para realizarlo compararon tres sistemas horarios (el de la hora estándar permanente de invierno, el horario de verano permanente y el cambio de hora semestral) para ver cuál es el impacto de cada uno en los ritmos circadianos, que son aquellos que regulan nuestros ciclos de sueño y vigilia.
La conclusión fue clara: para este reloj interno que tenemos "la peor decisión es el cambio de horario dos veces al año y cualquiera de los dos otros horarios, de forma permanente, sería más saludable", según la citada agencia. Los datos más positivos los arrojó el modelo de horario de invierno permanente, que se asoció a una menor prevalencia de obesidad (la reduciría en un 0,78%) y la de accidentes cerebrovasculares, en un 0,09%.
Jamie Zeitzer, uno de los investigadores, explicó que cuando la persona se expone a luz natural por la mañana "se acelera el ciclo circadiano; cuando se expone a la luz por la noche, se ralentiza". Según el estudio, a lo largo de un año la mayoría experimenta menor carga circadiana con el horario estándar permanente.
"Los beneficios varían ligeramente según la ubicación de la persona dentro de una zona horaria y su cronotipo, es decir, si prefiere madrugar, trasnochar o algo intermedio", apunta EFE, y por ejemplo, los más madrugadoras tendrían menor carga circadiana con el horario de verano permanente.
Los investigadores han precisado que sus resultados "no son lo suficientemente concluyentes como para eclipsar otras consideraciones" y que hay factores como el clima o el comportamiento humano, que pueden influir en cuánto una persona está expuesta a la luz, que se han quedado al margen.
