La que es aún la mayor potencia del planeta decide entre dos visiones: ninguno es un candidato milagroso, ambos tienen miserias bajo la alfombra, pero sus líneas rojas son claramente distintas. La regresión o la esperanza. El rechazo o la apertura.
Los votantes llegan al gran día después de haber asistido a una de las campañas más convulsas de la historia reciente de EEUU y sin un vencedor claro en el horizonte.
Un repaso sencillo a la cita de este 5 de noviembre, en la que la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump pelearán por quedarse con el Despacho Oval, que dejará vacío Joe Biden.
Una victoria de Harris traerá continuidad en las relaciones transatlánticas, por más ajustes que haga, pero la vuelta de Trump genera angustia: menos alianzas, más volatilidad, amenazas a la OTAN y aliento para la ultraderecha del viejo continente.
Lo prometió y lo ha cumplido: el expresidente de EEUU pelea de nuevo por ocupar la Casa Blanca. Los sondeos le daban en cabeza, sobrado, hasta que Joe Biden tiró la toalla y apareció Kamala Harris. ¿Habrá retorno al ultranacionalismo de su MAGA?
Harris trata de nadar y guardar la ropa, apoyando sin fisuras a Israel, siguiendo la estela Biden, pero siendo algo más humana con los gazatíes. Trump promete paz en la región, sin decir cómo, e insiste en la idea de que con él nada había estallado.
"Necesito el tipo de generales que tenía Hitler", habría dicho el republicano en una conversación privada en la Casa Blanca cuando era presidente, según 'The Atlantic'.
Según ha publicado 'CNN', más de la mitad de los estadounidenses vivos que recibieron la distinción de Economía han firmado una carta en la que valoran positivamente la agenda económica de la candidata demócrata.
La vicepresidenta marca distancias con el actual presidente demócrata y asegura que en su mandato seguiría su "propio camino". Sale viva del plató del medio conservador tras enfrentarse a preguntas como el estado mental de Biden o su hoja de ruta para la combatir la migración ilegal.
En 1845, el Congreso decidió establecer una fecha unificada para las elecciones en todo el país, eligiendo noviembre y específicamente el primer martes después del primer lunes del mes.