muerte digna
muerte digna
El Congreso debatirá una ley sobre la muerte digna
La iniciativa de Ciudadanos ha recibido el apoyo del PP, el PSOE, Unidos Podemos, Compromís y UPN.
Suicidio asistido y eutanasia
Una sociedad capaz de evitar el sufrimiento innecesario a sus animales obliga a personas como Jose Antonio Arrabal, enfermo de ELA y que desea morir cuando él decida, a soportarlo hasta el final. ¿Por qué se le ha de obligar a este padecimiento? ¿Qué legislador insensible ha de decidir sobre mi vida? ¿Qué Dios ha de desear esta tortura?
La buena muerte
La primera pregunta que uno puede hacerse es si es posible, en rigor, establecer un canon ideal sobre la muerte que sea extensible para una aceptación mayoritaria de la población. Un canon indiscutible, que no exija matices. Soy yo así de peculiar o lo que es verdaderamente peculiar es la idea de muerte que tiene cada uno.
Lección de vida y muerte del profesor Aramayona
Desde hace más de dos años, cuando lo conocí sentado en su silla de ruedas en la calle Alfonso de Zaragoza al pie de su diaria reivindicación en pro de una escuela pública y laica, sabía que la determinación tomada el martes por el profesor Antonio Aramayona formaba parte de su tránsito vital y mortal. Me lo dijo mientras comíamos en un modesto restaurante, cerca de su casa, antes de despedirnos.
Hasta siempre, hermano
Antonio Aramayona gozó una buena vida y una vida buena. Alcanzó a ser libre hasta donde la libertad alcanza y me enseñó, como a tantos amigos y amigas, a comprender el sentido de esa libertad desde el afecto más que desde la razón. Vivió libre, tan libre como murió cuando consideró su vida cumplida.
Mi último artículo, para ti
He procurado a lo largo de mi vida que coincidieran lo que pienso, lo que quiero, lo que hago y lo que debo. Por eso he intentado también que mi vida haya sido digna, libre, valiosa y hermosa. Y así he querido también mi último hálito de vida: digno, libre, hermoso y valioso. Así he querido vivir y así he querido morir.
La necesaria gratitud a quienes ayudan a morir bien y dignamente
Algunas personas ayudan a morir dignamente, a que los últimos momentos de una vida sean apacibles, dignos, coherentes. Lamentablemente, sin embargo, algunos tachan a estas personas de medio delincuentes. Muy al contrario, disponer libre y responsablemente de la propia vida es un derecho y ayudar a llevarlo a cabo es un acto solidario, humanitario, tan lleno de dignidad como la propia muerte que se acompaña.
La eutanasia, en el banquillo de los acusados
El artículo 143 del Código Penal no sólo no es capaz de impedir que se produzca la ayuda solidaria a quien pide morir, sino que genera además otra desigualdad, contraria a cualquier moral cívica; porque sólo impide morir en condiciones dignas, seguras y pacíficas, a quienes no tienen los recursos económicos para buscar legalmente ayuda en otro país.
De cómo la aplicación de la ley puede resultar contraria a la causa de la justicia
Un forense debería saber que una enfermedad mental es, muy a menudo, causa de un sufrimiento superior al de la enfermedad física; de más difícil tratamiento, incluso sin el rechazo a la ayuda médica con el que se manifestaba la enfermedad en Isabel, la paciente que pidió ayuda a su hijo para morir.
Libre disponibilidad de la propia vida: un derecho que conseguir
En España sigue penalizado el suicidio asistido y la eutanasia. Es decir, no es posible aún que una persona de manera libre, consciente y reiterada solicite ayuda para morir en el marco de un proceso que hace que continuar viviendo le resulte insoportable y le comporte enorme sufrimiento.
Pesadilla innecesaria en Zaragoza
Ya olía a primavera y los días ofrecían más luz, camino ya del solsticio de verano, cuando una tarde de abril Ignacio volvió a escuchar de labios de su madre, Isabel, su deseo de morir: "Hijo mío, ayúdame a morir, quiero morir". Y a Ignacio se le nubló la vista, sintió una fuerte punzada en el esternón y seguramente no pudo contener el llanto.
20D: la eutanasia entra por fin en la agenda política
Cabe preguntarse si nuestros políticos habrán decidido terminar con el secuestro de nuestra voluntad desde una moral pública dictada por el poder religioso y gestionada desde un paternalismo trasnochado, impropio del siglo XXI. Si habrán empezado a comprender, por fin, el potencial liberador que tiene para las personas y las sociedades ser capaces de tomar las riendas de un proceso tan inevitable y personalísimo como el morir.