El candidato republicano demostró ya como presidente de EEUU que es capaz de operar fuera de cualquier límite. Sus críticos temen que, en un segundo mandato, culmine el hundimiento moral del primero, de la inmigración al aborto.
El demócrata llegó al cargo no sólo porque lo quisieron los electores, sino porque parte de ellos odiaba a Trump. En estos cuatro años, la fractura social no se ha curado y hasta han aparecido casos de violencia abierta. Una deuda pendiente.
Normalidad en el arranque de la jornada del 5N, a la espera de lo que hagan los estados bisagra para romper el empate técnico que dan las encuestas. En Tailandia, un hipopótamo estrella de las redes ha predicho que ganará el republicano.
270 votos del colegio electoral, eso es lo que necesitan Harris o Trump para ganar los comicios de este 5N. Pero hay estados oscilantes donde el recuento puede retrasarse por seguridad. Los resultados definitivos pueden tardar días, incluso.
La que es aún la mayor potencia del planeta decide entre dos visiones: ninguno es un candidato milagroso, ambos tienen miserias bajo la alfombra, pero sus líneas rojas son claramente distintas. La regresión o la esperanza. El rechazo o la apertura.
Los votantes llegan al gran día después de haber asistido a una de las campañas más convulsas de la historia reciente de EEUU y sin un vencedor claro en el horizonte.
Lo prometió y lo ha cumplido: el expresidente de EEUU pelea de nuevo por ocupar la Casa Blanca. Los sondeos le daban en cabeza, sobrado, hasta que Joe Biden tiró la toalla y apareció Kamala Harris. ¿Habrá retorno al ultranacionalismo de su MAGA?
La demócrata tiene una ligera ventaja sobre el republicano pero los 'swing states' -en los que todo se decide- están empatados. El debate se ha agriado esta semana con el temporal en Florida, mientras el apoyo a Israel ha sido el punto de consenso.
El candidato republicano vuelve a asistir a un evento público después de sobrevivir al segundo intento de asesinato del que es víctima en campaña electoral.
Esta vez todo es menos visceral que en julio: el republicano no está herido, no hay muertos ni sangre ni imágenes del ataque. Pero el magnicidio fracasado sepulta las corrientes de la disputa de estos días y supone una normalización de la violencia.
La aspirante demócrata a la Casa Blanca se ha crecido en el primer debate contra el republicano: lo ha acorralado, lo ha puesto nervioso y ha sabido esquivar el ataque a sus flancos débiles. Ha evitado el catastrofismo y ha apostado por la esperanza.
EEUU acoge un cara a cara insólito entre los candidatos demócrata y republicano a la Casa Blanca. Los progresistas dejaron a Biden por el camino y se presentan con la primera aspirante negra. Ella lleva el mayor peso: a Donald ya se le conoce bien.
El republicano tacha de ridícula la nueva acusación contra él y cree que habría que desestimarla, con las elecciones de noviembre al alcance de la mano.