Camino de Santiago: etapas y tramos del camino de invierno
El Camino de Invierno no solo es una alternativa climática al Camino Francés, sino también una ruta cargada de historia, naturaleza y espiritualidad.

Mientras que el Camino Francés y el Portugués concentran la mayoría de los peregrinos que cada año se dirigen a Santiago de Compostela, existe una ruta alternativa que, aunque menos conocida, guarda un encanto singular: el Camino de Invierno. Esta variante histórica, utilizada tradicionalmente para evitar las nieves del Cebreiro, atraviesa cuatro provincias gallegas y ofrece una travesía más íntima, rica en patrimonio natural y cultural.
El Camino de Invierno comienza en Ponferrada, en la comarca del Bierzo, y serpentea hacia el oeste siguiendo el curso del río Sil, adentrándose en Galicia por la Ribeira Sacra y culminando en Santiago. A lo largo de sus aproximadamente 263 kilómetros, el peregrino se enfrenta a un recorrido exigente pero gratificante, donde la soledad del camino se convierte en aliada para la reflexión y el descubrimiento.
A diferencia de otras rutas jacobeas, el Camino de Invierno no está dividido de forma oficial en etapas fijas, lo que permite una mayor flexibilidad al peregrino. Sin embargo, una división habitual contempla entre 10 y 14 jornadas, dependiendo del ritmo y la planificación individual. La primera etapa parte de Ponferrada y se dirige hacia Las Médulas, un paraje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde los restos de la minería romana se funden con un paisaje de tonos rojizos y verdes.
Desde Las Médulas, el camino continúa hacia O Barco de Valdeorras, atravesando pequeñas aldeas bercianas y entrando en Galicia por la provincia de Ourense. Esta zona, menos urbanizada, ofrece una experiencia más rural y auténtica, con alojamientos escasos pero acogedores. En esta parte del trayecto, el peregrino se enfrenta a desniveles importantes, especialmente en el tramo entre Sobradelo y A Rúa, donde los caminos forestales y las pistas de montaña dominan el paisaje.
Uno de los tramos más espectaculares del Camino de Invierno es el que atraviesa la Ribeira Sacra, entre Quiroga y Monforte de Lemos. Aquí, los viñedos en bancales que descienden hacia el río Sil, los monasterios románicos escondidos entre los bosques y los miradores naturales convierten la caminata en una experiencia sensorial. El monasterio de San Pedro de Rocas y el de Santo Estevo de Ribas de Sil son dos joyas arquitectónicas que merecen una parada prolongada.
A medida que el camino avanza hacia el norte, la ruta se suaviza. Desde Monforte, el peregrino se dirige hacia Chantada, una villa con fuerte tradición jacobea, y luego hacia Rodeiro, ya en la provincia de Pontevedra. Esta parte del recorrido discurre por valles agrícolas y zonas de media montaña, con un paisaje más abierto y menos abrupto. La hospitalidad gallega se hace patente en cada albergue y casa rural, donde el viajero encuentra descanso y conversación.
En las últimas etapas, el Camino de Invierno se une al Camino Sanabrés en A Laxe, desde donde ambos comparten trazado hasta Santiago de Compostela. Esta confluencia marca el inicio del tramo final, que pasa por localidades como Silleda y Ponte Ulla, antes de alcanzar la meta en la Praza do Obradoiro. Aunque el número de peregrinos es notablemente menor que en otras rutas, quienes eligen este camino destacan la autenticidad del recorrido y la conexión profunda con el entorno.
El Camino de Invierno no solo es una alternativa climática al Camino Francés, sino también una ruta cargada de historia, naturaleza y espiritualidad. Su trazado, menos masificado, permite al peregrino reencontrarse con el sentido original del viaje jacobeo: la introspección, el esfuerzo y la comunión con el paisaje. Cada etapa, cada tramo, revela una Galicia distinta, menos turística pero igual de rica en matices y emociones.