Este pueblo andaluz esconde un castillo de película entre sus calles
Lo que realmente lo hace único es cómo se integra con el propio pueblo: no es solo un monumento, sino una parte viva del paisaje urbano.

En la ladera de una montaña escarpada, donde el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas despliega su inmensidad verde, se alza La Iruela, un pueblo que parece suspendido en el tiempo. Sus calles estrechas y empedradas serpentean entre casas encaladas, mientras que, desde lo alto, una fortaleza milenaria vigila el horizonte. Este castillo, que parece sacado de una película de aventuras medievales, no solo es un símbolo de la historia andaluza, sino también un escenario real donde se han rodado producciones audiovisuales por su estética imponente y su entorno natural privilegiado.
A diferencia de otras fortalezas más conocidas, el castillo de La Iruela permanece relativamente oculto al turismo masivo, lo que le confiere un aire aún más misterioso. Su silueta recortada sobre la peña El Picacho, a más de mil metros de altitud, lo convierte en uno de los enclaves más espectaculares de la región. Pero lo que realmente lo hace único es cómo se integra con el propio pueblo: no es solo un monumento, sino una parte viva del paisaje urbano.
El castillo de La Iruela no es una construcción uniforme, sino un complejo defensivo que ha evolucionado a lo largo de los siglos. Su origen se remonta a la época islámica, cuando los almohades levantaron las primeras estructuras defensivas en el siglo XII. Posteriormente, tras la conquista cristiana en 1231 por el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, la fortaleza fue ampliada y adaptada a las nuevas necesidades militares y políticas del Adelantamiento de Cazorla.
La estructura actual se divide en tres niveles. En la parte más alta se encuentra la Torre del Homenaje, de origen cristiano, a la que se accede por una empinada escalera de madera. Desde allí, las vistas del valle y del parque natural son simplemente sobrecogedoras. Bajo esta torre se conservan restos del antiguo alcázar almohade, testimonio de la convivencia y superposición de culturas que caracteriza a buena parte del patrimonio andaluz.
El segundo nivel, rodeado por una muralla, funcionaba como plaza de armas. Aquí se encuentran los vestigios de un aljibe, una cisterna subterránea que abastecía de agua a los defensores durante los asedios. El tercer nivel, más cercano al núcleo urbano, conecta directamente con las calles del pueblo, lo que refuerza la sensación de que La Iruela y su castillo forman una unidad inseparable.
La ubicación del castillo no es casual. Estratégicamente situado sobre un risco, permitía controlar los accesos al valle y servía como punto de vigilancia frente a posibles incursiones. Hoy, esa misma ubicación lo convierte en un lugar de ensueño para los amantes de la historia, la arquitectura y la naturaleza. No es raro ver a visitantes quedarse sin aliento —literal y figuradamente— al subir por las empinadas cuestas que llevan hasta la cima.
Además de su valor histórico y paisajístico, el castillo de La Iruela ha sido escenario de rodajes y documentales que buscan capturar la esencia de la Edad Media en un entorno auténtico. Su aspecto ruinoso pero majestuoso, sus muros de piedra desgastados por el tiempo y su integración con el entorno natural lo convierten en un plató perfecto sin necesidad de decorados artificiales.
Caminar por La Iruela es sumergirse en un relato que mezcla leyendas templarias, luchas entre reinos y la vida cotidiana de un pueblo que ha sabido conservar su identidad. La iglesia de Santo Domingo, construida junto a la fortaleza, es otro de los elementos que refuerzan el carácter monumental del lugar. Aunque parcialmente en ruinas, su presencia añade un aire romántico y melancólico al conjunto.
