Esto es lo que dice la normativa municipal sobre salir con sillas a la fresca en España
Una tradición muy arraigada en todos los pueblos del país.
Durante los días más calurosos del verano es habitual ver vecinos sentados en sillas ante la puerta de su casa, compartiendo tertulias al caer la tarde. Esta costumbre, que incluso ha sido postulada como candidata a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, choca con el hecho de que la vía pública es un “espacio común regulado” y su uso puede estar sometido a autorización municipal.
En España, “tomar la fresca” con sillas en la vía pública se rige fundamentalmente por la competencia que las corporaciones municipales tienen para regular el uso privativo del dominio público, según lo establecido en la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local, que atribuye a los ayuntamientos la gestión de sus intereses y servicios públicos dentro de su término municipal.
Aunque no existe una prohibición explícita a nivel estatal sobre esta práctica tradicional, para colocar sillas o mesas particulares en aceras o calzadas es necesario obtener en la mayoría de los municipios una autorización expresa. Con carácter temporal o anual, este permiso suele tramitarse a través de una tasa por ocupación del dominio público, donde se establecen límites como la anchura mínima libre o la prohibición de obstaculizar vados y pasos de vehículos.
¿Tradición o legalidad?
Esta norma ataña sobre todo a establecimientos de hostelería e instalación de terrazas, pero si una silla en la calle impide el paso o se coloca de forma reiterada puede considerarse una ocupación sin permiso. En este caso, la Policía Local puede retirar las sillas y tramitar sanciones que, según el municipio, oscilan entre 150 y 750 euros. Por ejemplo, en Madrid la multa puede alcanzar los 750 euros, y en Barcelona los 500 euros por ocupación no autorizada.
En los municipios más pequeños del país, esta es una costumbre arraigada y tolerada por todos los vecinos. Sin embargo, incluso en estos casos, la Policía Local tiene la potestad de pedir que se retiren si lo consideran necesario para la seguridad o accesibilidad. A su vez, también hay que tener en cuenta la prevención de la contaminación acústica, por lo que generalmente se prohíbe elevar la voz o reproducir música de 22:00 a 8:00 horas sin autorización municipal.
En definitiva, aunque la tradición de sentarse a la fresca en la puerta de casa es un elemento de identidad local en muchos pueblos y barrios, los consistorios insisten en que no se prohíbe sentarse siempre que se respete la normativa de ocupación y de ruido. Para actividades vecinales más concurridas o de carácter festivo, suele exigirse un permiso adicional de uso de espacios públicos, que delimita aforos, horarios y fuentes sonoras.
