Un grupo de amigos unen sus fuerzas financieras para comprar juntos la casa de sus sueños: así se organizan
Una de las copropietarias asegura que de haber adquirido una vivienda en solitario "estaríamos en un apartamento diminuto o simplemente no habríamos podido comprar una casa".

En un contexto en el que el acceso a la vivienda es para muchos bolsillos una misión imposible, hay quienes han encontrado la solución en compartir. Y no nos referimos a compartir una casa de alquiler entre varios inquilinos sino a compartir la adquisición de un inmueble entre varias familias.
Ello es lo que ha decidido hacer un grupo de amigos de la ciudad de Wollongong, en el estado australiano de Nueva Gales del Sur. Con un precio medio por vivienda de 1,3 millones de dólares (1,1 millones de euros, al cambio actual), Wollongong es la localidad más cara para comprar una casa de Nueva Gales del Sur.
Ante esa situación, los amigos han optado por unir sus fuerzas financieras y adquirir una vivienda grande que por separado no podrían haberse permitido. De esta forma, en la casa conviven dos familias: una formada por dos hijos y la otra por uno.
Tal y como recoge la emisora pública australiana Australian Broadcasting Corporation, el resultado es que todos ellos son copropietarios del inmueble y han suscrito un acuerdo de convivencia.
Gem, uno de los copropietarios, asegura que "quisimos llevar un estilo de vida nuclear, queríamos estar con otras familias, con nuestros amigos". En ese sentido, el hombre destaca que "tener bebés que no duermen o niños pequeños es muy difícil, y entiendo que muchos otros padres se sientan aislados, pero eso no era posible en nuestro caso".
"Cuidamos de los hijos de los demás, nos cuidamos unos a otros"
En cuanto a la organización, el mencionado medio de comunicación explica en su reportaje que "un vistazo rápido a la casa revela una larga lista de la compra en la nevera con los detalles de las compras mensuales compartidas y una rueda de tareas para asignar las labores domésticas".
Renata, otra de las copropietarias, resalta que "cuidamos de los hijos de los demás, nos cuidamos unos a otros y, por supuesto, al final eso significó que fue posible comprar una casa". En clave económica, la mujer reconoce que de no haber comprado la vivienda de forma compartida, "estaríamos en un apartamento diminuto o simplemente no habríamos podido comprar una casa".
Gracias a esta fórmula, ambas familias han logrado adquirir la casa de sus sueños: una vivienda principal con un apartamento independiente separado por un huerto.
