Una pareja multimillonaria quiere donar 5.351 millones de euros y los padres de estos niños se frotan las manos
La medida podría ser muy positiva, aunque por el momento, está sometida a debate tanto público como político.

Si un multimillonario anuncia que va a regalar dinero, lo lógico es que miles de familias celebren la noticia. Y eso es justo lo que ha ocurrido con el matrimonio estadounidense Michael y Susan Dell, magnates de la tecnología y la filantropía. Su última iniciativa consiste en depositar 250 dólares en cuentas de ahorro para 25 millones de recién nacidos, una operación filantrópica valorada en 6.250 millones de dólares (unos 5.351 millones de euros).
El plan se presentó como una forma de dar a cada niño estadounidense un “primer impulso financiero” que pueda multiplicarse con el paso del tiempo. Pero aquí llega el giro político: estas cuentas se han bautizado como “Cuentas Trump” y se pondrán en marcha el próximo año bajo la administración republicana. Eso ha despertado tanto entusiasmo como recelo.
Capitalismo desde el biberón
El senador Ted Cruz fue el primer gran defensor de la medida. Su frase fue titular inmediato: “Esto convertirá a cada nuevo niño en un capitalista”.
La idea es simple: que el dinero se invierta desde el minuto uno y crezca, introduciendo a las nuevas generaciones en el mercado financiero como parte esencial de su futuro. El movimiento forma parte de una visión más liberal de la economía: menos estado del bienestar, más responsabilidad individual.
Las cuentas estarán disponibles solo para familias con ingresos medios inferiores a los 150.000 dólares, lo que permite a los republicanos defenderlas como herramienta para reducir la desigualdad. Pero, ¿realmente lo harán?
Un parche para una herida estructural
Para valorar ese impacto, Der Spiegel consultó al investigador en políticas sociales Marius Busemeyer, que puso el dedo en la llaga: “Quien quiera combatir la desigualdad debe invertir primero en infraestructura pública y en el estado del bienestar”.
Busemeyer señala una realidad incómoda en Estados Unidos:
- La educación se ha encarecido hasta límites insostenibles
- El acceso a la salud sigue marcado por la brecha social
- La movilidad social se ha frenado en seco
Con apenas 250 dólares por niño -que deberán enfrentarse a una vida de tasas universitarias y facturas médicas elevadas-, el efecto real podría ser limitado, cuando no puramente simbólico.
Alemania mira con interés… y con cautela
El debate no es exclusivo de Estados Unidos. En Alemania se ha discutido varias veces la creación de cuentas de inversión públicas para niños, aunque sin resultados ambiciosos hasta ahora. Lo más cercano es la “pensión de inicio temprano”, incluida en los planes gubernamentales:
- 10 euros mensuales
- Para niños entre 6 y 18 años
- En una cuenta de ahorro para la jubilación
Comparado con los miles de millones de los Dell… suena a calderilla.
Busemeyer recuerda que ya en su día Andrea Nahles propuso un “crédito inicial” para recién nacidos y que la CDU llegó a plantear una dotación de 10.000 euros por niño. ¿Por qué nada ha prosperado?
En Alemania hay grandes fortunas, sí, pero Busemeyer lo deja claro: “Una donación similar a la de Dell sería poco realista en Alemania”.
Aquí las fundaciones privadas -como la del empresario de Lidl, Dieter Schwarz- financian proyectos concretos, como universidades o centros formativos. Pero donar dinero directamente a familias genera más recelos, desde la privacidad hasta el eterno fantasma del impuesto de sucesiones.
¿Libertad para gastar o supervisión paternalista?
Otro debate crucial que surge a raíz de esto es: ¿se podrá usar el dinero para cualquier cosa? Los liberales puros creen que sí. Pero Busemeyer advierte: “Si se usa para un año sabático al otro lado del mundo, la función social se pierde”. De modo que el Gobierno acabará decidiendo si el niño-ya-adulto puede gastarlo en educación, vivienda, jubilación, o si debe devolver el dinero si lo malgasta.
Al final, este tipo de propuestas chocan con el mismo dilema: ¿Es una herramienta social para equilibrar desigualdades o una estrategia ideológica para reducir el papel del Estado?
Busemeyer lo resume sin rodeos: “No es una mala medida. Pero está lejos de ser la más efectiva”. Incluso su investigación revela que estos instrumentos han sido marginales en el debate social. En cambio, la renta básica universal ha atraído mucha más atención y apoyos.
Cuando los padres se frotan las manos
Mientras expertos discuten sobre el asunto a todos los niveles, la realidad es que:
- 25 millones de familias recibirán un pequeño respiro
- Un bebé tendrá, literalmente, una cuenta de inversión antes de caminar
- Los Dell logran un impacto mediático global
- Los republicanos suman un argumento político: “menos Estado, más libertad”
