De la A a la CETA: todo lo que tienes que saber sobre el acuerdo UE-Canadá

De la A a la CETA: todo lo que tienes que saber sobre el acuerdo UE-Canadá

REUTERS

El Parlamento Europeo ha aprobado este miércoles por amplia mayoría el tratado de libre comercio e inversiones entre la Unión Europea y Canadá (CETA), que estrecha el vínculo entre ambas potencias en la nueva coyuntura internacional nacida de la victoria de Donald Trump en EE.UU.

Es un nuevo capítulo de relaciones entre la UE y Canadá, que seguirá escribiéndose en Estrasburgo este jueves, con una intervención solemne ante el pleno del primer ministro canadiense Justin Trudeau. ¿Qué es exactamente lo que se ha aprobado? Este es un abecedario con las palabras clave sobre el acuerdo.

Es la palabra que repiten los defensores del CETA, el primer acuerdo comercial de carácter “global” firmado por la Unión Europea con una economía altamente industrializada como la canadiense. El objetivo del acuerdo es incrementar el comercio de bienes, servicios y la inversión entre Europa y Canadá (se estima que el comercio aumentará un 20%) y eliminará el 98% de los aranceles entre ambos bloques.

Los defensores del CETA tienen claro que será positivo para la economía europea. Según la Comisión Europea, CETA “ofrecerá a las empresas de la UE más y mejores oportunidades en Canadá y contribuirá al empleo en Europa”. Se estima que tendrá un impacto positivo anual de 12.000 millones de euros para la UE y de 8.000 millones de euros para Canadá.

Todo el mundo habla del CETA, pero no pocos estarán tentados de escribir el nombre de este tratado con Z y desconocen por qué se llama así. Son las siglas en inglés de su nombre : “Comprehensive Economic and Trade Agreement”, en español: "Acuerdo Económico y Comercial Global” (AECG).

Es lo que pronostican los críticos. Según Podemos, que ha hecho una fuerte campaña contra el acuerdo, el CETA “pone en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo, los derechos sociales, la sanidad pública y la apuesta por un modelo económico sostenible”. La formación morada vaticina la eliminación de “al menos” 200.000 empleos en Europa.

Esta palabra impronunciable es la abreviatura de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo. La Comisión de Comercio de la Eurocámara (INTA) ha sido la encargada de liderar los debates sobre el CETA, pero las comisiones de AFET (Asuntos Exteriores), ENVI (Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Agroalimentaria) y EMPL también se han pronunciado sobre el CETA. EMPL ha sido la única de las cuatro que ha votado en contra de este acuerdo, por un resultado ajustado (27 votos frente a 24).

Los críticos recuerdan este voto para asegurar que el acuerdo será malo para los empleos en Europa.

Es el apellido de la Ministra de Comercio de Canadá, de nombre Chrystia, que se hizo famosa durante las negociaciones por su abrupta salida de una sala de reuniones y regreso a Canadá cuando las negociaciones estaban bloqueadas. La escena, con lágrimas incluidas, simbolizó el riesgo real de que CETA muriera antes de nacer.

Es una de las palabras del momento tras la victoria del Brexit y la llegada de Trump a la Casa Blanca. El mundo anglosajón se repliega ante la globalización. Los defensores del CETA creen que es un paso positivo en este contexto. Como ha resumido Gianni Pittella, líder socialista en la Eurocámara: “Queremos cambiar la globalización, no queremos sufrirla”.

Es el apellido del ex primer ministro de Canadá, de nombre Stephen, que gobernó entre 2006 y 20015, es decir, durante las negociaciones del CETA, que comenzaron en 2009 y concluyeron en agosto del 2014. Críticos del CETA, como la eurodiputada verde, Ska Keller, no dejan de recordar a Harper, conservador y escéptico respecto al cambio climático, para justificar su rechazo a firmar un acuerdo con el país que ahora lidera Justin Trudeau.

Otra extraña palabra que ha sido clave en las negociaciones. Se trata de un acrónimo en inglés para “investor-state dispute settlement”, y se refiere al mecanismo para la resolución de conflictos entre inversores y los Estados. Este mecanismo inicial hizo saltar las alertas al posibilitar que actores privados pudieran dirimir conflictos entre inversores y Estados. El nuevo mecanismo

incluido finalmente en el acuerdo, (ICS, Investment Court System), Sistema de Tribunales de Inversores, garantiza que sean jueces elegidos públicamente quienes diriman los conflictos. Los socialistas se agarran a este cambio, que ellos impulsaron, para defender su voto a favor del CETA.

Tras el CETA, la próxima parada de la política comercial de la UE será en el país asiático. Las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre Japón y la UE avanzan a velocidad de crucero y podrían concluir este año. Para quienes temen o abrazan el CETA, un dato: la economía japonesa es tres veces mayor que la canadiense.

Los que defienden el CETA no dejan de resaltar la paradójica alianza de quienes están en contra de un acuerdo con “el país del mundo que más se parece a Europa”. ¿Qué hacen en el mismo barco Marine Le Pen y sus aliados populistas de extrema derecha, la Izquierda Unitaria y los Verdes?

La candidata a las elecciones francesas, Marine Le Pen, ha sido una de las voces más críticas contra el acuerdo. En su discurso parlamentario ha advertido: “El pueblo francés tendrá la oportunidad de dar marcha atrás a este acuerdo en las elecciones presidenciales”.

La palabra ha sido repetida durante las negociaciones y nada tiene que ver con el célebre sándwich de jamón y queso. La Comisión Europea se vio obligada a considerar el CETA como un acuerdo mixto. Es decir, no será de competencia exclusiva de la UE, sino que además de ser ratificado por el Parlamento Europeo, deberán hacerlo también los parlamentos nacionales europeos, aunque ello no evita que el CETA entre en vigor de forma provisional.

NAFTA, North American Free Trade Agreement, es el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, en vigor desde 1994 y que ahora está en el terreno de la incertidumbre desde la llegada de Trump. El CETA supone para Canadá, con una población de 35 millones – en la UE viven 507 millones de personas -, el más ambicioso de sus acuerdos comerciales desde la firma del NAFTA.

Las denominaciones de origen han sido uno de los puntos calientes de la negociación ya que afecta a productos agrícolas con reconocido prestigio (quesos, embutidos, vino…); dichos productos están protegidos en la UE por 145 denominaciones de origen (26 son españolas), que ahora estarán protegidos al comerciar con Canadá. Según Inmaculada Rodríguez Piñero, europarlamentaria socialista: “Todos y cada uno de los productos españoles presentes en el mercado canadiense contará con la protección necesaria para evitar su plagio”.

Han sido numerosas las manifestaciones que han recorrido Europa en contra de este acuerdo y han llegado incluso a Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, en el día del debate y voto del CETA. Se han recogido más de 3 millones de firmas de ciudadanos europeos en contra del acuerdo.

La ciudad canadiense fue víctima de un reciente ataque terrorista en una mezquita. El atentado sirvió para evocar a ambos lados del Atlántico la solidaridad y valores de apertura y respeto compartidos por europeos y canadienses. “Nous sommes tous Québécois ”. “Todos somos quebequeses” ha dicho en su discurso Cecilia Malmström, comisaria europea al frente de la cartera comercial.

La salida británica de la Unión Europea ha sobrevolado la parte final de la conclusión del CETA. Algunas voces británicas –como la del eurodiputado conservador Charles Tannock- miran con esperanza el CETA como referencia de lo que podría ser un futuro acuerdo comercial entre Reino Unido y la UE.

Los críticos con el CETA reiteran el carácter secreto de sus negociaciones. La eurodiputada del Grupo Verde Ska Keller ha dicho que el secretismo en la forma de negociar el CETA ha sido peor que en el TTIP.

TTIP, Transatlantic Trade and Investment Partnership, en español quiere decir Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión. Es el acuerdo de libre comercio que Europa y Estados Unidos, negociado en paralelo al CETA y ahora en punto muerto tras la llegada de Trump a la casa Blanca.

El sindicato español ha sido una de las organizaciones que ha alertado sobre los peligros del CETA y ha rechazado su aprobación.

El ganado bovino canadiense y europeo cruzará con más facilidad el Atlántico para llegar a nuevos consumidores. Los agricultores y ganaderos europeos han sido uno de los colectivos más activos contra el CETA al temer los efectos de la competencia.

La región belga de Valonia, escrita con W en francés, fue el lugar en el que el CETA estuvo a punto de descarrilar. El parlamento regional belga se oponía a dar luz verde al CETA y dejó en suspenso la firma del acuerdo. La rebeldía belga, encabezada por el líder socialista Paul Magnete hizo posponer la visita de Justin Trudeau a Bruselas. La inclusión en el CETA de una “declaración interpretativa” sobre los puntos más polémicos del acuerdo hizo vencer las resistencias valonas.

Frente a la ola xenófoba que toma fuerza a ambos lados del Atlántico, con la victoria de Donald Trump y sus ataques a las minorías o el auge de los partidos populistas de extrema derecha en Europa, Canadá y su primer ministro Justin Trudeu representan un faro de esperanza para los valores liberales en el mundo. El acercamiento de Europa a Canadá es una buena noticia frente a esta regresión, dicen los defensores del CETA.

Es el nombre del candidato para las elecciones presidenciales francesas del Partido de los Verdes. El también eurodiputado ha sido una de las voces más críticas con el CETA y ha pronunciado un encendido discurso en su contra en Estrasburgo.

La RAE aclara “Dicho de una embarcación: Peligrar por la fuerza y contraste de los vientos”. Sobre esto hay consenso: los momentos difíciles que atraviesa el gran barco europeo en medio de una gran tempestad. Pero ¿ayuda el CETA a superarla o complica más las cosas?