Juan Magán: "Nos creímos europeos y se nos olvidó que éramos latinos"

Juan Magán: "Nos creímos europeos y se nos olvidó que éramos latinos"

El artista, uno de los españoles de más éxito, habla del electrolatino, de vivir el momento y de las letras de canciones subidas de tono.

RON BARCELÓ

Depende de cómo se mire, es el artista español más dominicano o el dominicano más español. Juan Magán, nacido en Badalona (Barcelona) en 1978, fue el artista más escuchado en 2016 en España, pero años atrás tuvo que cruzar un océano para ganarse "un estatus". Desde hace tiempo reside con su familia en República Dominicana, aunque suele volver a menudo a su país, sobre todo ahora que siente que "hay menos prejuicios" contra lo latino.

Hace unos días estuvo en Ibiza para actuar en el escenario de Desalia —el festival que organiza cada año Ron Barceló— y allí, entre bachata y bachata, sacó tiempo para conceder a El HuffPost esta entrevista:

Tú que ya eres medio español, medio dominicano, ¿qué guardas de Badalona y qué de la República Dominicana?

De España guardo muchas cosas, como la cultura, que tengo de Andalucía (por mi padre), de Castilla (por mi madre) y de Cataluña (por haber nacido allí).

Echo de menos la forma de ser de la gente española, la humildad, el buenrollismo, el vecinismo. En Norteamérica sobra arrogancia.

Y luego está Miami, y Santo Domingo, donde vivo. Allí la gastronomía de España y los vinos se echan muchísimo de menos, por mucho que los gringos se estén poniendo las pilas y que los chilenos no lo hagan mal. Pero también echo de menos la forma de ser de la gente española, la humildad, el buenrollismo, el vecinismo, la costumbre de saludar al vecino. Eso forma parte de mí y es lo que más recuerdo, aunque me dicen que también se está perdiendo en las grandes ciudades... En Norteamérica falta humildad y sobra arrogancia.

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Y en Ibiza, con Desalia, ¿te sientes como en casa? ¿Te identificas con el lema 'Vive Ahora'?

Totalmente. El 'Vive Ahora', vive cada día, es mi lema, tendría que denunciar a Ron Barceló (risas). De hecho, me gusta más Vive Ahora que carpe diem, porque creo que los jóvenes se lo están tomando demasiado en serio. La libertad está bien, pero creo que algunos jóvenes se están pasando de libertinaje. Mi lema es: trata de ser feliz a diario.

Viajar al otro lado del mundo me permitió volver a mi país cuando en España se dejó de llamar pachanga a lo que en realidad era música latina.

El ser catalán y cantar música latina, ¿te ha cerrado puertas o ha complicado tu carrera en algún momento?

Muchísimas, pero también me ha abierto otras. Me sirvió para viajar al otro lado del mundo, trabajar con personas que no tenían prejuicios y darme un estatus artístico que me permitió volver a mi país cuando este dejó de llamar pachanga a lo que en realidad era música latina, urbana, reggaeton o electrolatino.

Antes a todo esto se le llamaba pachanga de forma despectiva, pero el término ya no se usa tanto, salvo algún cateto... Me gusta mucho poder hacer mi trabajo en mi país de forma orgullosa y disfrutarlo.

¿Sigue habiendo prejuicios contra lo latino en España?

Por suerte, ahora hay menos. Viajar abre mucho la mente, igual que los conocimientos. Me acuerdo de cuando iba a ver a mi abuela, que vivía en un pueblito de Granada, y yo iba con dos amigos negros. La gente se giraba por la calle y decía: "¡Uauh, un negro!". Pero, en parte, era normal, no habían visto un negro en su vida. Entonces, ¿era culpa de esos señores mayores o de la cultura? La culpa no era suya, es el desconocimiento.

Uno de los problemas de España es que nos creímos europeos y se nos olvidó que éramos latinos.

Hay que viajar y, si no te lo permite la economía, está Internet, que ha servido mucho para abrir la mente y para conocer el mundo. Es una de sus cosas buenas. La gente ya va entendiendo lo de las razas, las músicas y las culturas. Es una especie de globalización humana. Los inmigrantes latinos que vinieron (y que desde hace unos años se están yendo) contagiaron un poco a los españoles de todo esto. Los españoles no dejamos de ser latinos, por mucho que queramos ser europeos. De hecho, uno de los problemas de España es que nos creímos europeos y se nos olvidó que éramos latinos. Es una pena. Tenemos una economía de mierda y luego dice Alemania que somos el norte de África. Uno tiene que estar orgulloso de lo que es, abanderarlo. Y por fin lo estamos entendiendo: somos un país latino dentro de Europa. Esto está abriendo puertas en la música; hace unos años era impensable que una canción como Despacito estuviera en el número uno de Los 40 Principales.

En alguna ocasión has comentado que a veces te sientes incómodo cuando te reúnes con gente de las élites. ¿Te sigues sintiendo de barrio?

Yo soy de mi gente, de mi barrio. Vivo en un lugar privado, pero mi día a día lo hago en el barrio. Soy uno más de ellos. En cambio, me gusta criar a mis hijos en colegios residenciales, supongo que por mi parte protectora como padre. Es parte de mi doble moralidad. Aun así, trato de que mis hijos no sean niños tiquismiquis o pijos, prefiero que sean humildes y buena gente.

Hablando sobre el electrolatino, dices: "Cuajé una mezcla suave para que pudiera entrar igual a los aficionados a la electrónica y a la música latina. Mi preocupación era dar con un sonido que no fuera pesado o cargante para nadie". ¿Ya has conseguido la fórmula perfecta del electrolatino o sigues reinventándola?

Claro, eso hay que ir cambiándolo. Es música electrónica porque la produzco con software, pero es latina porque es en español, por las raíces, los instrumentos. Se puede fusionar cumbia, vallenato, salsa, merengue, bachata, cualquier cosa. Así que hay electrolatino para rato.

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No quiero que mis hijos adopten la actitud de capos de la mafia que transmiten algunas canciones.

¿De qué habla en realidad tu último sencillo, Rápido, Brusco, Violento? ¿Malinterpreta la gente la letra?

La gente es que tiene la mirada sucia y todo lo ve con tono sexual, pero no es así. Hablo del momento en que siento que me enamoro a primera vista. Es rápido, porque es a primera vista. Es brusco, porque el corazón te da un vuelco. Y es violento, porque en ese momento te da vergüenza acercarte a la chica. En la canción es una paradoja, porque lo cuento con una pesadilla muy recurrente que me pasa: tratas de correr y no puedes, e intentas llegar a una persona pero es imposible. Y luego, cuando encuentras a la persona, de repente desaparece. Como no me gusta hacer canciones tristes, lo llevé al terreno del amor y el desamor.

El videoclip de 'Rápido, Brusco, Violento' lleva más de cuatro millones de reproducciones en menos de un mes:

¿Es verdad que hay canciones tuyas que dejas escuchar a tus hijos y otras que no? ¿Por qué?

Las que tienen letras muy explícitas no las escuchan. No tienen edad para eso, ni tampoco para entenderlo. A mí me gusta mucho la música urbana, el trap latino, su ritmo, su flow, pero sé que tienen letras muy ordinarias, de muy mala educación. Y no quiero que mis hijos repitan palabras como huevo, bicho o chingar, que aquí en España pueden tener otro sentido, pero en Latinoamérica son palabras feas. Primero, no quiero que las aprendan y, segundo, no quiero que adopten esa actitud de capos de la mafia, de "soy el más poderoso, el que más carros tiene, el que más mujeres se tira". A veces, aunque diga "qué mierda de letra", el ritmo me encanta y me parece brutal, y pienso: "El tío tiene estilo".

Ya compusiste la canción principal de Las aventuras de Tadeo Jones. ¿Tienes ganas de volver a poner música a una película?

Me gustó mucho, la verdad. Fue una experiencia muy chula, porque vas viendo los bocetos, la historia... y luego porque sabes que lo van a escuchar niños. Me encanta la forma simple y transparente que tienen los niños de entender la música.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es