La respuesta de una madre a un hombre que se quejó de su hija en un avión: "Los necesitaremos algún día y ellos nos necesitan ahora"
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La respuesta de una madre a un hombre que se quejó de su hija en un avión: "Los necesitaremos algún día y ellos nos necesitan ahora"

"¿Te has parado a pensar en nosotros?".

tatyana_tomsickova via Getty Images

Día tras día hay padres que sufren las quejas de otros sobre sus hijos en lugares públicos. Llantos, gritos, pataletas o carreras. Cualquier comportamiento ruidoso e infantil puede molestar a alguien de tu alrededor. Imagínate en un avión, donde los espacios son mínimos. Una madre anónima estadounidense le escribió una carta en la página de Facebook Momstrosity a un hombre que se quejó del comportamiento de su hija durante un vuelo.

En ella, le recuerda todo lo que hizo por tratar de calmar a la pequeña y lo que significa para un niño el estrés de un viaje. Según cuenta, su hija se estaba recuperando de una sinusitis, no había comido apenas y estaba cansada. Una mezcla explosiva que hizo que no dejara de protestar desesperándola incluso a ella misma.

"Solo con los excesivos resoplidos que soltaste cuando nos abrochábamos los cinturones, quedó claro que estabas molesto por nuestra presencia. En ese momento, mi niña pequeña se estaba riendo y jugando. Obviamente demasiado fuerte para tu gusto. Me pregunté si habías tenido un mal día o si este temperamento malhumorado es tu comportamiento normal", empieza contando, antes de recordarle si había conseguido ponerse en la piel de ellos.

"Durante semanas, busqué trucos para viajar con niños, guardé juguetes, juegos y libros, y me descargué películas. Le di antihistamínico y sedante para asegurarme de que cualquier rastro de sinusitis no hiciera que le dolieran los oídos y para ayudarla a descansar, pero no funcionó [...] Hice todo lo que estaba a mi alcance para mantenerla tranquila y calmada", continúa.

A pesar de sus esfuerzos, la madre cuenta que perdió el control de la situación cuando despegaron. "Se había levantado de madrugada, no había comido mucho porque no quería comer en el aeropuerto y se estaba recuperando de una sinusitis. Estaba agotada y quisquillosa y me pregunté si sería por la presión del avión en sus oídos", añade. "Casi empecé a llorar yo misma. Sentía vergüenza y culpa por no poder controlar a mi propio hijo".

A esta situación desesperante situación le seguían los murmullos y resoplidos del pasajero, según cuenta en su carta. Solo se calmó cuando la asistente de vuelo le dio una pajita y un vaso de plástico para que jugase. Entonces, se dio cuenta que el problema lo tenía su compañero de viaje y no los niños, de los que destaca que son el futuro de la sociedad.

"Los niños pueden ser terriblemente incómodos ahora, manejarán el mundo cuando seas viejo y gris. Los niños pueden ser molestos y francamente odiosos, pero también son innovadores y brillantes. Estos niños podrían algún día descubrir la cura para el tipo de cáncer que afecta a tu familia", detalla la madre en su misiva, donde le pide más paciencia la próxima vez.

"Los necesitaremos un día, y ellos nos necesitan ahora", concluye.

Puedes leer la carta completa a continuación:

(La madre se dirige formalmente en tercera persona al pasajero)

"Al caballero del vuelo 1451,

Le noté por primera vez cuando suspiró ruidosamente mientras nos miraba a mí y a mi niña pequeña cuando subíamos al avión. En un momento de falta de juicio nos sentamos detrás de usted. Eran los asientos más cercanos y no podía alargar más el momento de dejar a mi hija y nuestras pesadas maletas.

Solo con los excesivos resoplidos que soltó cuando nos abrochábamos los cinturones, quedó claro que estaba molesto por nuestra presencia. Para entonces, mi niña pequeña se estaba riendo y jugando. Obviamente demasiado fuerte para su gusto. Me pregunté si tuvo un mal día o si este temperamento malhumorado es su comportamiento normal. También pregunté si su esposa estaba avergonzada mientras asentía silenciosamente sus frustraciones, o si tendrías hijos. Me pregunté muchas cosas de usted. ¿Se paró a pensar en nosotros?

¿Se planteó algo sobre esta madre y su hija pequeña que estaban volando solas? Estábamos muy excitadas por esta aventura, pero también muy nerviosas. Era la primera vez que volaba con un niño e iba a hacer la mitad del viaje sin mi marido. Durante semanas, busqué trucos para viajar con niños, guardé juguetes, juegos y libros, y me descargué películas.

Le di antihistamínico para asegurarme de que cualquier rastro de sinusitis no hiciera que le dolieran los oídos y para ayudarla a descansar, pero no funcionó. Se durmió 20 minutos en un vuelo internacional. Hice todo lo que estaba a mi alcance para mantenerla tranquila y calmada. La callé, y me aseguré de que sus pequeños pies nunca patearan su asiento. Cuando despegamos, empezó a llorar y las patadas y los berrinches fueron a más. Ella se había levantado de madrugada, no había comido mucho porque no quería comer en el aeropuerto y se estaba recuperando de una sinusitis. Estaba agotada y quisquillosa y me pregunté si sería por la presión del avión en sus oídos.

No paró de murmurar molesto y a mirarnos por encima de su hombro. Incluso empujó la parte de atrás del asiento hacia nosotros. Me disculpé con todas las personas que tenía a mi alrededor. Casi empecé a llorar yo misma. Sentía vergüenza y culpa por no poder controlar a mi propio hijo. Estaba desesperada, pero entonces llegó un ángel al rescate: la azafata vino y le dio a mi hija un vaso y una pajita para jugar.

Los gritos se detuvieron y mi hija empezó a estar contenta. La amable asistente nos dijo: "¡No pasa nada! ¡Volar es difícil para todos, y ambos están muy bien!". De alguna forma, su amabilidad calmó a mi bebé, sus simples palabras me hicieron sentir mejor. Ella tenía razón. ¡Lo estábamos haciendo genial! Lo estábamos haciendo lo mejor que podíamos y eso es lo mejor que podemos hacer.

El problema no era con nosotros, era con usted. Lo que debe saber es que, si bien los niños pueden ser terriblemente incómodos ahora, manejarán el mundo cuando sea viejo y gris. Los niños pueden ser molestos y francamente odiosos, pero también son innovadores y brillantes. Estos niños podrían algún día descubrir la cura para el tipo de cáncer que afecta a su familia. Pueden ser egoístas y ruidosos, pero también pueden ser preciosos y cariñosos. Pueden crecer para construir sistemas y hacer leyes que nos beneficien a todos. Pueden crecer para servir a los demás y que nos arrepintamos de lo que hemos hecho. Ellos son el futuro. Son regalos para su familia, para su comunidad y para el mundo.

Los necesitaremos un día, y ellos nos necesitan ahora. Necesitan una palabra amable, la novedad de un vaso de plástico y la conversación de un nuevo amigo. Necesitan a alguien que se vea bien en los ojos nerviosos de su mamá y les diga que lo están haciendo muy bien y que todo va a estar bien. Si no puede sonreír y saludar, manténgase en silencio. Lo entiendo, los niños pueden ser una molestia, pero la próxima vez que se vea obligado a estar cerca de uno, espero que se parezca más a la asistente de vuelo. Espero que en lugar de frustración y molestia, sienta esperanza y bondad. Este mundo tiene ya suficiente negatividad para que nosotros le sumemos más, y tal vez la amabilidad que entregue hoy le sea devuelta en el futuro".

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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